Opinión
Gobierno y oposición
Por Público -
RAMÓN COTARELO
Pasadas las elecciones europeas y con la próxima cita electoral en las municipales de 2011, los partidos tendrán que adaptarse a casi dos años de política ordinaria, institucional, que se rige por otras reglas que la escueta confrontación en la más acerba dialéctica schmittiana del “amigo/enemigo”. Las elecciones son periodos excepcionales en los que se cierran filas, se exhibe una unidad habitualmente ficticia, se simplifican los mensajes hasta
estilizarlos en consignas, pues no es cosa de enredarse en debates complejos. Todo en ellas se sacrifica al objetivo supremo de alzarse con el triunfo. En los periodos entre elecciones se abre la posibilidad de debatir los temas de interés general, de fomentar la democracia llamada deliberativa, de articular y explicar programas y confrontar los respectivos méritos de tácticas y
estrategias.
En España la prioridad corresponde a la solución de la crisis económica atacándola en su punto más específico, que es la enorme diferencia de desempleo entre el país y los otros miembros de la Unión. El Gobierno ha arbitrado una serie de planes cuyo resultado se verá en los meses de verano. La oposición no ha hecho más que esbozar los suyos. Es buen momento para exponerlos con mayor precisión, como también para plantear sin urgencias ni oportunismos el debate sobre la energía nuclear. Son muchos quienes dicen que las soluciones locales no sirven y que es preciso articular soluciones globales. Al respecto será conveniente ver qué está preparando el Gobierno español, al que le quedan seis meses para ocupar la presidencia de turno de la Unión.
En el orden político interno, las únicas cuestiones pendientes son el fallo del Tribunal Supremo sobre el Estatuto de Cataluña (con la consiguiente fórmula de financiación autonómica, que no es asunto baladí) y la normalización institucional en Euskadi, cosa que parece estar en marcha gracias a que los dos grandes partidos han conseguido aparcar sus enconadas diferencias en lo que hace a la política del País Vasco.
En cuanto a las fuerzas políticas, lo más problemático parece ser el creciente encontronazo del principal partido de la oposición con la justicia, que ya amenaza con anegarlo. Su doble rasero de denunciar la corrupción ajena y exigir responsabilidades sin tregua, al tiempo que niega la propia, lo atribuye a campañas políticas y no asume responsabilidad alguna, lo que le ha llevado a la delicada situación en que la probable substanciación de las acusaciones penales contra altos cargos del partido, repetidamente amparados por la dirección nacional, pueda provocar una crisis interna de incalculables
consecuencias.
El momento institucional permite también abordar otro asunto que las elecciones europeas han hecho aflorar en España y en Europa: la calamitosa situación de unas muy necesarias izquierdas a la izquierda de la socialdemocracia, fragmentadas, enemistadas entre sí, sin eco social, sin propuestas teóricas, embarulladas en personalismos y sin incidencia en la práctica, a no ser en el ciberespacio virtual en que viven sus fantasías de omnipotencia evolucionaria.
Ramón Cotarelo es Catedrático en Ciencias Políticas