Opinión
Algo se mueve
Por Ciencias
-Actualizado a
EL JUEGO DE LA CIENCIA // CARLO FRABETTI
* Escritor y matemático
Algo se mueve... Al principio, dice San Juan, era el Verbo. Al principio, replica Goethe, era la Acción. Al principio y al fin, digo yo, es el Movimiento. No podemos decir ni saber más. Si el fruto final del saber humano le parece una vulgarísima serba, no es culpa mía. A fuerza de unificar, es inevitable obtener algo increíblemente simple”, afirma Einstein en una supuesta entrevista incluida por Giovanni Papini en su inclasificable libro Gog. La entrevista (en la que Einstein, por su forma de expresarse, parece más italiano que alemán) es apócrifa, pero la frase no. “Algo se mueve”: admirable síntesis de cuanto sabemos (es decir, de cuanto ignoramos). Hay materia (algo) y hay movimiento, o sea, espacio y tiempo (espacio-tiempo) y energía (materia-energía).
Resulta sugerente hacer una lectura materialista de los primeros versos del Canto I del Paradiso de Dante a la luz de la conclusión de Einstein: La gloria di colui che tutto muove/ per l’universo penetra e risplende/ in una parte più e meno altrove. La gloria (en el sentido de esplendor y magnificencia) de la materia en movimiento resplandece por todo el universo, en unas partes más que en otras, y sobre todo en esa singular partícula de lo existente que es la vida racional. Aunque, recíprocamente, algunos han querido ver en la sentencia einsteiniana una alusión a algún tipo de divinidad o causa primera; pero tal interpretación es abusiva, como sería abusivo concluir que Einstein era creyente a partir de su metáfora –o metonimia–- más famosa: “Dios no juega a los dados” (casi igual de famosa es la réplica de Bohr: “No pretendas decirle a Dios lo que tiene que hacer”).
Al final de su ‘Breve historia del tiempo’, dice Stephen Hawking: “Si halláramos la respuesta [a la pregunta de por qué existimos], sería el triunfo definitivo de la razón humana, ya que entonces comprenderíamos la mente de Dios”. ¿Otra metáfora? Sin duda: el propio Hawking lo aclaró posteriormente. Pero ¿por qué los científicos suelen utilizar a Dios como figura retórica? Y no solo los físicos: “Dios tiene predilección por los escarabajos”, dijo Haldane en referencia al notable hecho de que las especies de coleópteros se cuentan por cientos de miles, si no por millones. Al igual que la literatura apeó de sus pedestales a los dioses grecolatinos para convertirlos en materia poética, la ciencia ha destronado a Dios para convertirlo en cifra o en asíntota: de creador omnipotente y amoroso a tahúr imperturbable, relojero ciego o ecuación definitiva.