Opinión
¡Qué noche la de aquel día!
Por Público -
PERE VILANOVA
Hay que recurrir al título de la mítica película de los Beatles para evocar toda la confusión de esa noche del jueves al viernes, con su cohorte de rumores, expectativas, y, al final, indecible decepción.
Que el movimiento, contra todo pronóstico, hubiera conseguido superar un cierto peligro de estancamiento, de autoconfinamiento en la plaza Tahrir, llevando la protesta a otras partes de la ciudad, a las puertas del Parlamento y del palacio presidencial, ya era una sorpresa considerable. Que a la espera del esperado discurso de Mubarak, al final los manifestantes se contasen por cientos de miles, era impactante. Todo ello para subrayar que el silencio
–brevísimo– de plomo que siguió a la declaración del rais fue a la medida de la fractura entre la expectativa creada y la reacción del poder. Pero si hasta Barack Obama hubo de pedir al embajador de Egipto en Washing-ton que le informase de qué es lo que había dicho exactamente el interesado. Y el diplomático no supo qué contestar.
Ayer a mediodía sólo emergían de la confusión dos certezas y una conclusión. La primera es que el movimiento no cesaba, no parecía cansarse, y más que nunca en tres semanas marcaba la línea roja de lo inaceptable: “Erhal!” (“¡Fuera!”).
Segunda certeza: el Ejército es quien decide y, sobre todo, decidirá lo que suceda a partir de hoy. No ha intervenido contra los manifestantes, su cúpula se reunía sin Mubarak y anunciaba que levantará la ley marcial “en cuanto las circunstancias lo permitan”.
¿Quién gobierna a día de hoy? Tal era la pregunta a mediodía del viernes. Pero, a última hora, caía la noticia tan esperada: Mubarak dimitía y entregaba el poder a la cúpula militar. Vale la pena citar el comunicado oficial, dictado por el vicepresidente: “En el nombre de Dios, el clemente, el miseriocordioso, ciudadanos, en estos momentos tan difíciles, Egipto saldrá adelante. El presidente Hosni Mubarak ha decidido dimitir de su cargo de presidente de la República y ha pedido al Consejo Supremo Militar que se haga cargo de la dirección del país”.
¿Qué ha pasado en esas horas dramáticas? Esperemos que algún día, como otros enigmas que han custodiado las famosas pirámides, el misterio se desvele. Pero que no tengamos que esperar dos o tres mil años.
Pere Vilanova es catedrático en Ciencias Políticas