Opinión
Podemos no es normal
Por Juan Carlos Escudier
-Actualizado a
De no ser Podemos un partido distinto, hecho por y para la gente, y el mejor de los instrumentos concebido hasta la fecha para asaltar los cielos, de no ser sonrisa y hasta poesía, si no se supiera que Podemos nació para encarnar el espíritu de la auténtica democracia y la pluralidad, cualquiera podría decir que es una formación política muy parecida a las demás, jerarquizada en extremo, y que, como ellas, vive sus luchas por el poder que, en ocasiones, derivan en auténticas guerras civiles.
Si no tuviéramos claro que en Podemos no caben “corrientes ni facciones que compitan por el control de los aparatos y los recursos”, como explicó Iglesias después de defenestrar por incapaz y errejonista a su entonces secretario de Organización Sergio Pascual, a muchos les parecería que lo que se está viviendo en Madrid -donde ha surgido una candidatura transversal formada por Rita Maestre y Tania Sánchez y el embrión de otra, con Ramón Espinar en sus entrañas y el aliento del propio Iglesias- tiene toda la pinta de ser una más de esas batallas encarnizadas que se dan en los partidos corrientes.
De no ser porque existe la certeza de que en Podemos es la gente la que marca el camino y no al revés, muchos se sorprenderían de que el líder se posicione claramente en contra de uno de los contendientes de Madrid, como indicando el camino a la gente, o que sus intervenciones providenciales en el último minuto, como el tuit que facilitó el acuerdo en Galicia con En Marea, o la que ha dado la portavocía de Hacienda en el Congreso a Alberto Garzón después de ser previamente marginado, transmitan la idea de que en Podemos sólo hay uno que manda.
Si no fuera porque existen pruebas de que el 15-M se hizo carne en Podemos, habría quien se asombraría de que un partido que nació empuñando la bandera de las listas abiertas y de la pluralidad que los Círculos hacían posible en la elección de los candidatos, sustituyera ese método por el de listas planchas, fabricadas en un despacho, donde sólo la cercanía a otro círculo, al de Pablo Iglesias, asegura la presencia. “Se ha establecido un sistema de elección mayoritario puro de facto, aunque formalmente se trate de listas abiertas”, se quejaba en su día Pablo Echenique, damnificado entonces y hoy secretario de Organización y partidario de reconvertir la organización en un auténtico movimiento popular.
De no ser porque todo el mundo es consciente de que existen poderes fácticos como el señor Ibex 35 que quieren liquidar a Podemos y “situar un liderazgo alternativo a Pablo Iglesias”, como explica hoy en una entrevista en cuartopoder.es Manuel Monereo, cabría suponer que el pulso entre Iglesias y Errejón se mantiene simplemente porque representan dos visiones distintas de lo que debe ser el partido, una basada en el mando único y la otra en la federalización del poder hacia los territorios. Y de no ser porque Echenique ha reconocido las tensiones y que “a veces nos peleamos sin saber muy bien por qué” nadie podría afirmar que los dirigentes de Podemos son humanos, incluso corrientes.