Opinión
La revolución de Netanyahu
Por Eugenio García Gascón
Benjamín Netanyahu ha hablado esta semana de "revolución".
Dice que se ha producido una revolución en cuanto a las relaciones entre Israel y los estados árabes. Porsupuesto, se refiere a países como Arabia Saudí y sus aliados y Egipto.
"La unión de nuestras fuerzas militares y económicas ha aumentado el poder político de Israel (...) y nos encontramos en lo más alto de un cambio muy grande en nuestras relaciones con importantes estados árabes", ha declarado el primer ministro en el Colegio para la Seguridad Nacional de Tel Aviv.
Netanyahu ha recalcado que esos países ya no ven a Israel como un enemigo sino como un aliado contra el extremismo islámico, tanto si ese peligro viene de organizaciones suníes como el Estado Islámico, o de grupos chiíes como Irán.
Estas declaraciones deberían alarmar en Europa pero Bruselas, como Netanayahu, no anda demasiado preocupada con la justicia, sino con trascendentales directivas de pesca o con el 'juego democrático'. De manera que los europeos no se ocupan de amenazas estratégicas profundas, aunque sean del calado que se desprende de las palabras de Netanyahu.
El acercamiento de Israel a países como Arabia Saudí o Egipto sin duda traerá consecuencias muy negativas para Oriente Próximo a medio plazo, y desde luego también traerá consecuencias muy negativas para Europa.
Si Europa sigue empeñada en ignorar sus responsabilidades en Oriente Próximo, lo acabará pagando a un elevado precio.
Egipto ha tomado una deriva peligrosa y el presidente Abdel Fattah al Sisi solo podrá mantenerse en el poder mediante una represión muy fuerte, excesiva, como ya está ocurriendo. Egipto se está convirtiendo en una olla a presión que más pronto o más tarde estallará y causará daño al conjunto de la región y a Europa.
La parte de responsabilidad que tiene Europa es grande pero los europeos han decidido desentenderse de Egipto.
Algo parecido ocurre con Arabia Saudí, gran exportadora de yihadismo y de odio. La aproximación de Israel a Arabia Saudí es peligrosa porque estos dos países incitan continuamente a la acción contra los distintos grupos chiíes de Oriente Próximo, lo que origina una inestabilidad permanente.
Aquí también existe una responsabilidad de Europa, que debería esforzarse para anular esta tendencia que resultará muy dañina para Europa a medio y largo plazo.