Opinión
La Universidad pública: ¿sirve para algo?
Por Público -
PERE VILANOVA
Catedrático de Políticas
La pregunta que encabeza este artículo es irrelevante, aunque la Universidad sufra su particular versión de los embates de la crisis económica global. En sanidad es difícil recortar, al menos en Catalunya la gente ha salido a la calle. Pero, en educación, ¿quién va a protestar? Decía un colega: “Hay que ahorrar, no se van a cubrir ni bajas por enfermedad, ni vacantes por jubilación, pero ¿y si la famosa gripe aviar que nos había de diezmar el año pasado reaparece en serio?”. La objeción es irrelevante, aunque define bien el ambiente actual, en un entorno de indiferencia social (no todo es culpa de los políticos) ante eso de transferir conocimiento, saber, Cultura.
Lean el hermoso libro del profesor Jordi Llovet: Adeu a la Universitat, l’eclipsi de les humanitats (esperamos su versión en castellano), donde el autor concluye que si el argumento es la conexión de la Universidad con (sólo) la demanda del mercado; si es verdad que hay que limitar, o cerrar, por “no sostenibles”, titulaciones o facultades con ratios inferiores a n alumnos x profesor; entonces cerramos por ejemplo Semíticas, de la Universidad de Barcelona, que está en la punta de los estudios europeos en dicho campo. O las filologías eslava, o inglesa/alemana, etc., porque eso de las lenguas ya se aprende en las escuelas de idiomas. Por no hablar de Filosofía y, en general, del eclipse de las humanidades a que se refiere con lúcida resignación el amigo Llovet. Hace pocos días, la Universidad de Barcelona otorgó el Doctorado Honoris Causa a Claudio Magris, en un abarrotado Paraninfo, y su prodigioso discurso de aceptación nos trasladó a otro territorio: el de la importancia de la Cultura, la cristalización de qué es ser europeo, el Danubio como metáfora, que pasa por Viena, Budapest y a la vera del campo nazi de Buchenwald, las ciudades frontera, como Trieste. Y sobre todo el impacto que le produjo, en una reciente visita a China, una joven estudiante de la Universidad de Xi’an cuando le preguntó: “Pero, ¿qué se pierde escribiendo?”. Claudio Magris sigue dándole vueltas a la pregunta desde que ha vuelto y salimos todos deslumbrados, porque aquel discurso no tenía ninguna aplicación práctica inmediata, rentable o deficitaria.