Opinión
Prostíbulos 0 - Homofobia 1

Directora corporativa y de Relaciones institucionales.
-Actualizado a
El bulo cloaquero de los prostíbulos del suegro de Sánchez (once años con la matraca y ni una prueba de nada), que Feijóo soltó en su réplica en el Congreso un tanto exaltado (constatamos de nuevo que la mención al narcotraficante Marcial Dorado le pone nervioso, porque es muy consciente de que esa foto y esa amistad lo perseguirán siempre), ha demostrado tres cosas: que el presidente del PP no goza de la agilidad política que le achacaban quienes no vivían en Galicia cuando gobernaba (490 páginas de un informe de la UCO demoledor para el presidente y salta con las saunas); que el mejor aliado que tiene Sánchez para mantener la legislatura hilvanada es Feijóo y que la homofobia en las derechas sigue latente aunque tengan “un amigo gay”, es decir, aunque Javier Maroto se case con su hoy marido con Mariano Rajoy como invitado estrella. Rajoy y su PP gobernante fueron los mismos que recurrieron ante el Tribunal Constitucional la ley del matrimonio igualitario de Zapatero, como brillantemente recordó Jesús Vázquez en el Congreso en una intervención fascinante.
Hoy, todos los medios de comunicación y webs contaminantes que publicaron los chascarrillos de Villarejo y otras voces anónimas sobre los falsos negocios de proxenetismo del padre de Begoña Gómez siguen insistiendo en la veracidad de ese negocio, añadiendo, porque sí, la trata de mujeres, un delito tan execrable como violento y grave, aunque ni una prueba aportan para hacer semejantes acusaciones. Lo único que hay con nombre, apellidos y comparecencia parlamentarias son los desmentidos de quienes conocían a Gómez padre.
Por suerte, quienes peinamos canas y vivimos los 80 y 90 en esa apoteosis juvenil en la que divertirse es lo primero, sabemos que los encuentros sexuales homo y hetero, en los locales de Gómez, eran eso o ni siquiera. Lo que sí eran es un punto de encuentro seguro de un colectivo demonizado hasta la náusea por los contrarios a la libertad, los mismos que hoy se llenan la boca con el “amigo gay” que creen que oculta su homofobia.
Sabiniano Gómez murió no hace mucho, no puede defenderse, lo que reviste de doble falta de escrúpulos la intervención de Feijóo en el Parlamento. Aunque fuera Pablo Escobar (o Marcial Dorado), además, el presidente del Gobierno no tendría responsabilidad alguna en sus actividades, salvo que se demuestre, por ejemplo, que el negocio de Gómez padre recibió más de 50 millones por parte del Gobierno de Sánchez; los mismos, por cierto, que recibió de la Xunta de Galicia y a dedo la empresa de la hermana de Alberto Núñez Feijóo en, cuando menos, turbias circunstancias.
A los señores y señoras del PP y Vox, cada vez más entreverados en su camino al trumpismo, lo de las “saunas gay”, además y en pleno siglo XXI, les suena mal, queda feo entre los suyos, tan cristianos y tan sionistas (¿?). En un alarde de hipocresía impropia de esta España nuestra, además, hay diputados/as y altos cargos de la (ultra)derecha hablando de “saunas” como si fueran las colmenas del crimen organizado. ¿En qué mundo vive esta gente? Ya se lo digo yo: en el mismo que ustedes y esta plumilla, solo que ellos y ellas tienen que fingir religión y recato cargando contra quienes viven y punto, aunque luego hagan lo mismo que el común. Lo sabemos, lo saben. Solo pretenden dejarnos sin derechos aprovechando que Sabiniano pasaba por allí, para cargarse a Sánchez porque no deja gobernar a Feijóo, que, por otro lado, no quiere gobernar. Todo así, todo absurdo, pero todo por mandar. Y después, eso sí, todos/as a divorciarse, a abortar y a casarse con personas del mismo sexo. Y a las saunas a celebrarlo.
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