Opinión
Publicar la foto de ellos, cambiar el foco

Periodista y escritora
Voy viendo en las redes unos vídeos que me encantan. En ellos, las mujeres enseñan la cara, el aspecto, de los hombres que hacen comentarios despectivos sobre artistas famosas. Ver las jetas de los tipos que se meten con Pamela Anderson resulta mucho más revelador y divertido que enojarse por su machismo ramplón y agresivo. Que un tipo ataque públicamente a nuestra Pamela —sí, muy nuestra— vestida de gala porque le parece vieja sin maquillaje, puede resultar irritante. Si acto seguido ves la cara del tipo y resulta ser un viejales narigón con alopecia, carita de merluza hervida y los hombros desnudos, te tiene que dar la risa. Y te ríes, y qué rico es reírse, caray.
Tengo la sensación de que estamos empezando a divertirnos. Qué bien nos sienta el humor. Pamela Anderson, Scarlett Johansson, Christina Aguilera, Millie Bobby Brown o Lindsay Lohan —la lista es interminable— son algunas de las mujeres contra las que publican sus basuritas unos hombres en general de aspecto descuidado y con pinta de necesitar una buena ducha. Tienen bastantes puntos en común y no he encontrado a ninguno que parezca mínimamente original. Ante una imagen deslumbrante de cualquier mujer, a cualquier edad, la encuentran: demasiado vieja (siempre), demasiado gorda (siempre) o asquerosamente esquelética (a veces), acabada, demasiado maquillada o lo contrario, demasiado operada o lo contrario, y sobre todo, "fea".
El ejercicio consiste en cambiar el foco, retirarlo de ellas y mostrar el aspecto de los tipos que tienen la osadía de opinar sobre esas mujeres de perfil público captadas en momentos en los que están especialmente guapas. Porque no se trata del típico deporte macho de mostrar a una mujer en sus momentos más bajos y ensañarse con ella. Lo que quieren es dañar en el momento que más brillas. Es como cuando te toca una pareja violentita de esos que, al salir del dormitorio arreglada y radiante, te sueltan "Ese vestido te marca la tripa" o "¿No crees que ya no tienes edad para ese escote?".
Yo conocí a uno de esos. Era un hombre ya sexagenario, bajito, barrigón y malencarado. Recuerdo el día que, al entrar en una playa de Barcelona, mirando con cara de asco a las bañistas en la orilla, dijo algo como que "a cierta edad a las mujeres deberían prohibirles salir en bikini al exterior". Me sorprendió el hecho de que las mujeres a las que aludía eran bastante más jóvenes que él, y además me parecían bastante atractivas y se lo estaban pasando francamente bien. Se trataba justo de eso: estaban estupendas a sus cuarenta o cincuenta, se las veía satisfechas y gozando. Estaban juntas y no parecían necesitar nada más.
Llevamos toda la vida bajo la lupa no solo de los hombres, sino del patriarcado. Es decir, de todos y cada uno de los mastuerzos que opinan sobre nuestro aspecto, pero también de los medios de comunicación, de las industrias ligadas a la estética y la medicina, de la sociedad del consumo, de nuestros compañeros, de nuestros padres e incluso de nuestros hijos. Me parece divertido, muy divertido, mostrar ahora el aspecto que tienen ellos, quienes nos han señalado. Me encantaría publicar la foto del médico obeso que, ante cualquier problema de salud, nos dice que "lo primero es perder peso"; la imagen del enfermero fofo que te dice "hay que tonificar los glúteos y el vientre"; el aspecto del directivo septuagenario que no te renueva porque tu edad ya no da bien en pantalla… Sin rencor, ¿eh?, por su bien.
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