Finalmente, tras varias semanas de negociación y tensiones de todo tipo la relación entre EEUU y Ucrania se comienza a mover. Todas las piezas comienzan a encajar de cara a un potencial alto el fuego.

Las últimas semanas han sido las de los ultimátums de Washington ante el inmovilismo de Moscú y las reticencias ucranianas. Marcos Rubio ya avisó que era imprescindible que tanto Rusia como Ucrania dieran un paso al frente y concretaran sus posiciones si querían seguir contando con EEUU como mediador en la guerra, de lo contrario EEUU daría un paso atrás con todo lo que ello significa.

Lo cierto es que Putin ha estado dilatando el proceso negociador con la intención de retomar el control sobre la región de Kursk, algo que ha conseguido en la última semana, y lanzar algunos globos sonda sobre la posibilidad de controlar los cuatro oblast en disputa (Jerson, Zaporijia, Donesk y Lugansk) a pesar de no tenerlos conquistados en su totalidad. En cuanto a Crimea, ambas partes dan por descontado que pasará a manos rusas, la forma y el estatus será algo a debatir durante la mesa de negociación. Tras las manifestaciones de altos mandos de la administración norteamericana, ha querido mandar una señal, la de declarar un alto el fuego de tres días, del 8 al 10 de mayo durante las conmemoraciones del 80 aniversario de la victoria de la URSS y sus aliados durante la Segunda Guerra Mundial. Pero a estas alturas nadie se fía ya de la palabra de Putin.

Por su parte, Zelenski ha discrepado desde el minuto uno con la posición y las propuestas norteamericanas que más que hablar de negociación de paz, parecían de rendición incondicional. El episodio más tenso fue el que tuvo lugar en la Casa Blanca de infausto recuerdo allá por el mes de febrero. Sin embargo, pareciera que la reunión informal y muy simbólica que tuvo lugar durante los funerales por el Papa Francisco entre Trump y Zelenski en el Vaticano parece que puede haber suavizado parcialmente las relaciones bilaterales entre ambos. Ante las propuestas rusas de alto el fuego, Ucrania responde que en lugar de tres días que sean 30 y que se haga de manera inmediata. La desconfianza mutua entre las partes es evidente, pero además Zelenski tampoco confía en las idas y venidas estadounidenses.

Sea como fuere, lo más relevante de todo es que la diplomacia y las negociaciones continúan. Se han abierto canales de diálogo que hasta hace unos meses parecían impensables. Hemos llegado a una situación en la que el simple acto de sentarse quince minutos a hablar con un mediador es motivo de regocijo. Así las cosas, y no sabemos si consecuencia directa o indirecta de la reunión vaticana, la cuestión es que unos días más tarde se ha conseguido firmar el acuerdo sobre minerales, y también Trump ha autorizado la venta directa de armamento a Ucrania. Pero vayamos por partes.

La firma del acuerdo sobre minerales sin duda constituye un enorme paso al menos en las relaciones bilaterales entre Ucrania y EEUU. El acuerdo es fundamental para los esfuerzos de Ucrania en la mejora de sus relaciones con Trump. En esencia se trata de una suerte de asociación económica que dará a Washington acceso a los recursos minerales de Ucrania a cambio de establecer un fondo de inversión en Ucrania. El resultado, además, es mucho más favorable a los intereses ucranianos que los borradores que habían transcendido hasta el momento, quizás obra de Francisco. 

Así, para empezar la asistencia militar americana se contará como parte de la inversión en el fondo en lugar de exigir un reembolso por esta asistencia. Recuerden que Trump llegó a exigir que Ucrania devolviera 350.000 millones de dólares de la ayuda, una cifra que, para empezar, no se ajustaba a lo desembolsado por Washington que era de 120.000 millones de dólares. Otra de las claves de este acuerdo es la cuestión de la propiedad y control de los recursos. Ahora además de los minerales raros se incluyen gas y petróleo, por lo que era imprescindible aclarar quién tenía la potestad sobre su explotación, y aquí la cosa ha quedado clara, será Ucrania quien decida qué, dónde y cuándo extraer los recursos. Los beneficios además se repartirán al 50/50 en lugar de al 30/60 como demandaba Washington y además irán destinados al Fondo de Inversión para la Reconstrucción. EEUU, eso sí, tendrá acceso preferencial para la firma de futuros acuerdos. Llama la atención en este punto la extrema flexibilidad de Washington ante la posibilidad de algún tipo de colisión con los intereses europeos, ya que el acuerdo deja muy claro que no será un obstáculo para la futura adhesión de Ucrania a la Unión Europea.

En definitiva, se trata de un acuerdo extremadamente ventajoso para Ucrania teniendo en cuenta su situación de partida. Es verdad que no ha conseguido incluir garantías de seguridad por parte de EEUU, aunque Trump es consciente que si quiere obtener beneficios para “venderlos” a su opinión pública es imprescindible tener estabilidad sobre el terreno. Y si todo esto se acordaba el día 30 de abril, un día más tarde Trump aprobaba la primera la primera venta directa de material militar a Ucrania por un monto de 50 millones de dólares, que incluyen armas, datos técnicos y servicios de Defensa a través de un mecanismo de Venta Comercial Directa. Por este lado todo resuelto habrá pensado el mandatario estadounidense.

Y lo cierto es que tantas cesiones desde Washington tienen que hacer reflexionar acerca de cuáles pueden ser las contraprestaciones. Y estas no pueden ser otras que conceder a Rusia algunas de sus demandas en relación con el control del territorio y alguna otra cuestión que aún queda por resolver como, por ejemplo, las garantías de seguridad y el despliegue de tropas sobre el terreno ¿Quizás esas garantías se vayan a dar pero de manera indirecta al incorporar el territorio no ocupado por Rusia a la UE a modo de fast track? ¡Uhmm!