Este artículo se publicó hace 3 años.
Podemos en Andalucía pone en cuarentena al PSOE
A la pregunta de si el pacto en Madrid es exportable a la Comunidad, la nueva secretaria general, Martina Velarde, analiza en un encuentro con Público que, por un lado, está el proceso interno de los socialistas, que afrontan unas primarias, de las que prefiere mantenerse al margen y esperar a ver si hay una renovación. Y, por otro, añade, están los antecedentes: recuerda la ruptura traumática del gobierno con IU y cree que el PSOE en Andalucía es más conservador que en otros sitios
Córdoba-Actualizado a
En la solapa del abrigo lleva una chapa con un retrato –un dibujo– de Rocío Jurado, la más grande. No solo es por la música, sino también por su presencia y su estar en el mundo, asegura Martina Velarde. Justo encima, amarrada con un imperdible, lleva otra, en la que, sobre un fondo blanco, resalta el rostro de Manuel José García Caparrós, que contiene una bandera de Andalucía y una fotografía de las manifestaciones del 4-D de 1977, en las que millones de andaluces reclamaron en las calles respeto y autonomía y en las que fue muerto en Málaga el joven de 18 años.
Velarde pide un café con leche en la plaza de la Corredera de Córdoba y mantiene un encuentro con Público. El sol de invierno le permite entrar en calor después de un breve callejeo desde Capitulares, donde está el Ayuntamiento de Córdoba, un edificio que parece un hotel de playa en medio de monumentos romanos, califales y cristianos, en el que Velarde trabajó como técnica de Ganemos entre 2015 y 2019.
Velarde es hoy diputada por Córdoba en el Congreso y es la coordinadora general de Podemos en Andalucía. Al igual que su antecesora, Teresa Rodríguez, proviene de Rota, donde vive su madre y su familia. Velarde es dos años mayor que Rodríguez.
Llegó al cargo en junio de 2020, después de que Rodríguez y su equipo decidieran no optar a un nuevo mandato tras el pacto –refrendado por las bases– que llevó a Unidas Podemos a compartir con el PSOE el primer Gobierno de coalición de esta etapa constitucional. Lo hizo en medio de las tensiones en Adelante Andalucía, la forma que tomó la confluencia de izquierdas, teñida de andalucismo, en la Comunidad.
Al principio, la nueva ejecutiva, afirma Velarde, trató de llegar a un acuerdo de convivencia en Adelante, a un pacto, aunque fuese, de no agresión, como –asegura– quería Pablo Iglesias, pero las cosas, en la confluencia, en términos políticos y emocionales, se rompieron en verano. Después, en el otoño, la tensión fue en aumento y el clima se enrareció y las cuitas por el dinero del grupo parlamentario –necesario para funcionar en política, igual que en cualquier otra actividad– empezaron a formar parte de manera protagonista en la ecuación.
Y Podemos, de acuerdo con IU, por sorpresa, "por la imposibilidad de acuerdo y las decisiones tomadas sin contar con la dirección de Podemos" impulsó la expulsión de Rodríguez y los suyos del grupo, una decisión de inciertas consecuencias que Velarde, en el encuentro con Público, asume como propia, como tomada en Andalucía. "Pablo como vicepresidente no iba a estar en esto, ni en cuestiones internas, por la responsabilidad que tiene ahora. Por eso es Andalucía la que toma la decisión".
En Podemos Andalucía están convencidos de que el sector de Rodríguez no quería llegar a acuerdos que les permitieran convivir y que la ruptura, aun a costa de hacerlo de una manera tan afilada, era la salida que les quedaba.
En la conversación con Público, Velarde reconoce la valía política y personal de Rodríguez, pero abrocha un discurso contra los hiperliderazgos. "Hemos venido a cambiar eso". Las peleas internas, aunque no lo rehúye, sin embargo, no es un asunto del que le agrade hablar. "Con la que está cayendo en la calle, con lo que está pasando la gente y con la pandemia, no podemos estar en estas cosas".
Un equipo de mujeres
Velarde lleva un paquete de mascarillas en el bolso, lo que le permite renovarlas cada cierto tiempo y así tener una siempre a punto. También carga con un pequeño bote de gel hidroalcohólico, de los que dan en el tren, el AVE, en el que va cada pocos días a Madrid, al Congreso, y regresa a Córdoba en cuanto puede.
Ella empezó a interesarse por la política en el 15M y se metió en los círculos de Podemos en Córdoba para ayudar contra los desahucios, un tema del que tiene un profundo conocimiento. Después, una cosa llevó a la otra y ahora está en el Congreso y en la coordinación de Podemos en la Comunidad más poblada del país.
Una de las consecuencias de la implosión de Adelante es que Velarde y la ejecutiva de Podemos están ahora en la primera línea de batalla de la política andaluza y, llegado el caso, sus decisiones podrían ser capitales. Ella, cuando se le pregunta, responde que no quiere saber nada de la candidatura a la Junta de Andalucia. "Yo he venido para fortalecer la organización y es a eso a lo que me dedico, además de, como diputada, a tratar de lograr cosas para Andalucía, que no es fácil, con el PSOE en el Gobierno. Tenemos 35 diputados. Ojalá tuviéramos 150 para implantar nuestro programa. Hay cosas que nos parecen imprescindibles y que no están", afirma a Público.
Su equipo lo forman, sobre todo, mujeres, una decisión completamente meditada y razonada. Velarde, afirma, no quería que una mujer liderase, casi como un símbolo, y que luego una cohorte de hombres, en la segunda línea, fuera tomando decisiones. Velarde cree que el machismo está muy extendido en la calle y también en la política.
Velarde es abogada. Ha ejercido la profesión en varios despachos después de haber completado las prácticas y el máster pertinente. Empezó a trabajar en Granada, como pasante, muchas horas, poco salario. Luego, después de diversos avatares personales, se trasladó a Córdoba. Está especializada en derecho hipotecario y laboral. Su gran afición es el teatro, la actuación, pero las necesidades del guión –la falta de medios materiales en la familia– la llevaron a estudiar Derecho.
La carrera, después de un año perdido –debido a su caótico plan de estudios, asegura– en Jerez, de donde iba y venía hasta Rota, se la pagó en Granada enlazando trabajos de azafata, en cáterings, y como camarera, en discotecas. "Me fui con todas las consecuencias. Con la maleta. Sabiendo que iba a tener que buscarme la vida". Velarde no se despistó y logró terminar la carrera en tiempo y forma.
Haber sido mutualista durante muchos años la ha hecho sensible a los problemas que afrontan los autónomos, a quienes comprende muy bien y para quienes defiende una fiscalidad progresiva y más derechos, mayor protección, a cambio de las cotizaciones e impuestos. Sobre la subida de la luz y la polémica que ha generado, defiende la reacción del ministro de Consumo, Alberto Garzón (IU), que ha ordenado una investigación. Y agrega que es importante que se produzca el debate sobre su precio y sobre cómo se conforma realmente: ¿Cómo se puede lograr un sistema más justo, comprensible y transparente?
Ni prejuicios ni dogmas, principios y pensar en la gente
La experiencia del ejercicio del derecho, y la enfermedad, la leucemia, hoy estabilizada, en su entorno más cercano, le dieron forma al modo de encarar la injusticia que tiene hoy Velarde, podría decirse. Hay un sentido pragmático en su activismo natural, telúrico, en su estar en política, alejado de los dogmas. El horizonte, el punto de llegada está claro, la igualdad, la justicia, pero las victorias, considera, hay que conseguirlas en el día a día, en cada acuerdo y en cada pacto. Y para eso hay que sentarse con todo el mundo.
Esa experiencia como abogada, la de haber visto con sus propios ojos y logrado acuerdos con sus propias manos, por ejemplo, con la banca para parar desahucios y sacar rebajas considerables de intereses hipotecarios, le lleva a abdicar de los prejuicios; nunca de la conciencia ni de los principios y siempre pensando en la gente, sostiene.
Así, Velarde defiende la entrada de Unidas Podemos en el Gobierno, aunque no oculta su decepción, por ejemplo, con temas como el de la investigación al monarca jubilado –"¿cómo no se va a poder investigar al jefe del Estado? ¿Qué pensará un republicano del PSOE?"–, porque considera que es la manera de controlar que los acuerdos se aplican. "De otro modo, desde fuera, firmas y luego sacan decretos y te la han colado". Entre los logros del año en el Ejecutivo destaca la Ley de Eutanasia; la subida del salario mínimo; la creación de un –aún– rudimentario ingreso mínimo vital; la protección al trabajador mediante los Ertes, y las inversiones en los PGE por encima del peso poblacional de Andalucía, una de las reivindicaciones más relevantes de la autonomía que durante los años de gobierno de Mariano Rajoy (PP) no se cumplió.
¿Y en Andalucía, donde gobierna PP y Ciudadanos con los apoyos parlamentarios de Vox? ¿Si salen los números, estaría Velarde dispuesta a cogobernar con el PSOE? La respuesta que da no es sí. No termina de fiarse del PSOE andaluz. Además, analiza, por un lado, está el proceso interno de los socialistas, que afrontan unas primarias a final de año en las que se resolverá el liderazgo, por lo que prefiere mantenerse al margen, abrir un periodo de cuarentena y esperar a ver si se produce una renovación del proyecto. Y, por otro, están los antecedentes. Velarde recuerda la ruptura traumática del gobierno PSOE-IU y considera que el PSOE andaluz es más conservador, de derechas, que el de otros lugares y, desde luego, que el de Pedro Sánchez.
Amenazas
A Velarde la saluda mucha gente cuando camina por la calle, pero no tiene los problemas de una excesiva fama. Mientras se da un paseo con Público, se acerca a la zona en la que vivió varios años, cuando llegó a Córdoba. Los vecinos, los comerciantes, la saludan con alegría. Ha dejado un buen recuerdo. Compra local, en tu barrio, reivindica. Dice que le gusta la fruta y las hortalizas de San Basilio. En el camino, una casa abandonada, que en alguna ocasión ha estado ocupada, y en cuya fachada se pueden leer pintadas contra la ocupación: "fuera okupas". "Con la burbuja, los bancos hicieron un negocio que no era el suyo. No puede haber casas sin gente ni gente sin casas. Es evidente que una casa de un banco que le han quitado a una familia, desahuciando de manera masiva sin alternativa habitacional, si yo tuviese una niña pequeña y estuviese en la calle y me viera en esa situación, lo haría", afirma Velarde.
Las inversiones y la financiación de Andalucía; la memoria histórica y democrática; la eficiencia de los sistemas públicos de sanidad y educación; una fiscalidad progresiva que redistribuya; la despoblación del interior de Andalucía, la riqueza que aporta una agricultura sostenible, los proyectos colectivos y solidarios desde lo privado y lo local hasta lo estatal, el cooperativismo, y un cambio de modelo productivo que pase de una economía que presiona el medio ambiente y permita la creación de empleo industrial en Andalucía son ejes de su discurso político, temas de los que le gusta hablar. Pero su mente práctica la lleva también a los problemas concretos, más allá de la filosofía política: el tren, la red de cercanías, también, la situación de los comedores escolares…
Luego está Vox, la ultraderecha, que ha regresado a las instituciones por primera vez desde la transición y la que ha activado en la izquierda las alarmas democráticas. Velarde ha llegado a recibir amenazas que superan el mero insulto en las redes sociales, las ha denunciado y siguen su curso en los tribunales. Asegura que no tiene miedo en el plano personal, pero en términos políticos, le preocupa la deriva hacia la ultraderecha. Velarde considera que la causa de su irrupción, que comenzó en Andalucía tiene que ver, en buena parte, con la decepción de mucha gente con las políticas del PSOE en el Gobierno andaluz y la desafección consiguiente.
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