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Benito Zambrano retrata el dolor de la migración en la película 'El Salto': "Regulariza, da una oportunidad a la gente que está aquí"

"Estas películas tienen que servir para algo. Quiero que mis películas sean entretenidas, que no aburran, como decía el maestro Buñuel. Me gusta entrar por el estómago, por las emociones y llegar a la inteligencia", afirma Zambrano.

Benito Zambrano, en una imagen de archivo.
Benito Zambrano, en una imagen de archivo. Cézaro de Luca / Europa Press

Una odisea despiadada para un salto incierto, desesperado, el de la valla de Melilla como puerta de acceso a otro mundo. ¿Uno mejor? España, en realidad, es para alguien sin papeles, sin derechos, un círculo más del infierno.

Así funciona, como un círculo sin fin de iniquidades, la vida de Ibrahim y Aminata, los dos personajes fundamentales, en El Salto, la nueva película del director de cine andaluz Benito Zambrano.

Ellos dos, junto a Ousmane y otros, son un trasunto de tantos migrantes que iniciaron un viaje, los Ulises de nuestro tiempo, enfrentados a lestrigones con pistolas y porras y al mar inmenso, que algunos surcan, con destino incierto, en un cascarón de nuez en mal estado.

El relato de Zambrano funciona en dos niveles. Por un lado, como puro cine: ahí quedan el retrato de la vida cotidiana en el monte Gurugú, en Marruecos y, sobre todo, el salto de la valla, enérgico y brutal, tremenda escena, recreada con extremo rigor técnico.

Y también como acto político prácticamente. O al menos como una invitación a la reflexión, sobre todo a aquellas mentes que dudan, anestesiadas por el bombardeo continuo de mensajes consumistas, que deshumanizan. Como un alegato a favor de la empatía a partir de la vida de los otros, los invisibles, los explotados, los migrantes.

"Estas películas tienen que servir para algo. Como director de cine, quiero que mis películas sean entretenidas, que no aburran, como decía el maestro Buñuel. Me gusta entrar por el estómago, por las emociones y llegar a la inteligencia", afirma el cineasta en conversación con Público.

"El Salto puede que sea mi película más necesaria después de Solas. Casi es un acto político ver esta película. Me gustaría que pudiera ensanchar la mirada del espectador", agrega.

"Necesitamos a la población extranjera y a la población migrante. ¿Por qué tenemos que llegar a este nivel de dolor si los campos están llenos de migrantes, de población africana? Tememos un continente entero necesitado a dos pasos, y en España hay mucha gente, unas 500.000 personas en situación irregular. Regulariza a la gente que está aquí. Dale oportunidades a la gente que está aquí".

¿Alcanza el arte para contar todo? "En una película de hora y media no puedes contar todo este drama y todo este dolor. Hemos podido abarcar una parte, la película se queda corta con respecto a todo lo que hay", reflexiona Zambrano.

"La realidad de la migración es estrés, tensión, amargura, un cartel en la frente que parece decir haz conmigo lo que te dé la gana, puedes engañarme", lamenta el director.

Una película de Flora González Villanueva

¿Cómo llega este proyecto a las manos de Zambrano, esta película, esta creación hecha "por blancos, para el hombre blanco"? "Esa es la realidad, está hecha por europeos. Faltará tiempo para que los propios cineastas afrodescendientes o latinodescendientes puedan contar sus historias. Eso va a tardar. Hay muy pocos [papeles], personajes para actores negros, latinos, marroquíes y chinos. Existe mucha contradicción en todo lo que estamos hablando", analiza el cineasta.

Cuenta Zambrano que todo arranca con la guionista, Flora González Villanueva. "Soy andaluz, de la zona sur, conozco bien las costas de Cádiz, estoy cansado de las noticias sobre pateras, los naufragios, los muertos en las costas andaluzas. Cadáveres de africanos. Hace tiempo que quería contar sobre esto. Pero no veía que hubiera posibilidades de vender un proyecto así", cuenta Zambrano.

"De pronto, llegó este guion. Esta película es de la guionista. De Flora González Villanueva. Ella empezó a escribir esta historia, sin que nadie se lo pidiera. Ganó un premio, el Julio Alejandro. Y después llegó una productora que se interesó y casualmente entra TVE, casi como milagro, que la que debe de apostar por proyectos más complejos. Y de pronto apareció este proyecto con financiación, con el guion hecho. ¿Una película de africanos saltando la valla y con dinero para hacerla dignamente? Estoy muy agradecido, por supuesto".

El personaje de Aminata está basado en Mireille, la primera mujer que se pudo documentar que pudiera saltar la valla. Lo hizo con una tibia rota, en 2014. Entonces medía seis metros. 

"Si eres mujer, negra, agriaran, pobre, musulmana, ya eres lo último en el escalafón. La guionista se inspiró en ese personaje [para hacerle] una especie de homenaje. Ese caso es excepcional, el viaje para las mujeres es muy duro. Sufren de todo. Es lacerante, pueden hacerles cualquier cosa", resume Zambrano.

Para Zambrano, es evidente que hay gente a la que no se puede convencer, los casos extremos. Pero a quien duda, a esa gente la invita a ver la película: "Me gustaría que vieran la película y que reflexionen y que piensen algo básico. España crece gracias a la población extranjera. La mano de obra es migrante, quien te pone la fibra óptica es migrante, quien limpia la escalera, quien pone la zanja, son personas migrantes, en la mayoría de obras hay migrantes, en el campo, migrantes. Los migrantes son jornaleros, braceros, cuidan de nuestros viejos, sirven en los bares".

"¿De qué estamos hablando, cuál es el argumento? ¿En qué nos perjudica la migración? Tenemos las islas compradas por alemanes, ingleses y franceses ricos y no nos quejamos. ¿Qué pasa? ¿Nos asustan los pobres? ¿Cuál es la queja? ¿Son musulmanes y qué? Buena parte de nuestra riqueza viene de la parte musulmana ¿Qué pasa con todos los árabes, que vivieron aquí? ¿Que se vayan? ¿Que se lleven la mezquita y la Alhambra y una palabra maravillosa, como almohada? ¿Que se lo lleven", cierra Zambrano.

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