BlackRock y la reforma francesa de pensiones
Inna Afinogenova
Madrid-
En 2003 el político socialista francés Pierre Mauroy, primer ministro durante la presidencia de François Mitterrand, publicó unas memorias, en las que dedicó unos parrafitos a la reforma de pensiones, de la que él fue artífice. "Me marcaron las duras condiciones de los trabajadores de las siderúrgicas del norte. Todos los días tenían que trabajar con acero fundido. A los 40 años parecía que tenían 60. Esa representación de la clase obrera no venía de Zola, sino de la realidad cotidiana con la que me encontraba en mi vida. Todos empezaron a trabajar muy jóvenes, pocos llegaban a jubilarse, porque su esperanza de vida no supera los 63 años, siendo los 65 la edad de jubilación".
Antes de la reforma de Pierre Mauroy, que bajó en 1983 la edad de jubilación a los sesenta años para todos, los sindicatos se referían a las pensiones en su país como el Retiro de los muertos, porque poca gente llegaba viva a la edad de 65 como para poder disfrutar de su descanso pagado. Tras la victoria de Mitterrand, aún tratándose de quien se trataba y con todas sus luces y sombras, todo ello cambió: no solo se acercaron a la edad de jubilación que habían establecido en la URSS (60 años para hombres), sino que también redujeron la semana laboral, aumentaron prestaciones sociales, ampliaron las vacaciones pagadas, etc.
En las últimas décadas un gobierno tras otro se proponía "salvar el sistema de protección social" y cada uno daba un pasito más hacia su demolición. La reforma de las pensiones de Emmanuel Macron parece ser un nuevo avance en esta misma dirección. Además de subir la edad de jubilación se pretende crear una especie de régimen universal para todos los franceses sin excepción. Se prevé que los ejecutivos de alto nivel no tengan jubilación por reparto por encima de determinado salario, lo que sobre el papel parece atractivo, pero en la práctica abre el camino a los fondos de pensiones.
Los fondos de pensiones, o el denominado sistema de capitalización de las pensiones, consiste en que el propio trabajador ahorre su cotización en una cuenta que gestiona un fondo de inversión, y ya el fondo de inversión invierte esa cotización en bonos, acciones, en cualquier tipo de activo y de esa manera se supone que la rentabiliza y te la multiplica para el final de tu vida laboral. Palabra clave: "se supone", porque el ejemplo del mismo Chile demuestra que puede llegar a pasar todo lo contrario de lo esperado.
Recurro al ejemplo chileno porque, al igual que allí, el Gobierno francés decidió, por alguna razón, mantener el régimen especial de jubilación - el de toda la vida - para los policías, porque "desempeñan funciones de protección de la población". Va a ser complicado explicar esta excepción a los manifestantes cuando tengan en frente a esa misma Policía.
En octubre de 2017 el presidente Emmanuel Macron recibió en París a nada más y nada menos que a Larry Fink. ¿Se acuerdan de quién es? Bautizado en los medios de información directamente como el Amo del universo, es el presidente de BlackRock, el fondo de inversión cuya fortuna equivale a la suma de los PIB de las tres mayores economías europeas: de Alemania, Reino Unido y de la propia Francia.
Este hombre fue convocado por el Gobierno francés para presentarle su programa de reformas. Ese mismo año, el presidente de la sede de BlackRock en Francia, Jean-François Cirelli, fue invitado a participar en el Comité Acción Pública. El comité fue creado por el presidente Macron y su objetivo es identificar qué reformas estructurales deberían ser prioritarias, qué recortes se tendrían que aplicar, qué transferencias al sector privado le conviene al Estado hacer, etc.
La reunión no se anunció públicamente y se produjo en condiciones de cierta opacidad, fue ampliamente comentada en Francia luego de que saliera un documental que señaló que Larry Fink se había reunido en varias ocasiones con Macron después de su elección. Finalmente, el diario Libération también confirmó distintas reuniones entre ambos. Además de Macron, en 2018 también se reunió con los representantes de BlackRock, Jean-Paul Delevoye, el autor de la reforma de las pensiones que en 2019 renunció a su cargo de alto comisionado para las pensiones por conflicto de intereses. Este ha recibido dinero de empresas privadas mientras trabajaba para el Gobierno, algo expresamente prohibido por la Constitución de aquel país.
Pese a que BlackRock aseguró en un comunicado que de ninguna manera trató de influir en ningún momento en la reforma del sistema de pensiones en Francia, a los sindicatos franceses se les han acumulado preguntas, vista la cantidad de reuniones y vínculos entre funcionarios implicados en la elaboración de la reforma y los señores del fondo buitre.
En junio de 2019 se publicó un documento titulado La Ley Pacto: el plan de pensiones adecuado y el presidente de BlackRock Francia, Cirelli, dijo en un debate político que desde el fondo de inversión se habían presentado una serie de recomendaciones para contribuir al éxito de la reforma, un reforma "importante". "Nuestras recomendaciones están dirigidas al Gobierno francés (...), los empresarios y los representantes de los trabajadores" y están destinadas a hacer "más atractivos los sistemas de ahorro para la jubilación" y promover "el acceso a los fondos de inversión cotizados".
Suponemos que por estas valiosas recomendaciones, en 2020 Cirelli fue elevado al rango de oficial de la Legión de Honor, que es la más importante condecoración francesa que tiene como objetivo premiar los méritos excepcionales en el servicio a la nación. Y claro, pese a que Cirelli fue también consejero económico de Jacques Chirac y presidió el gigante energético GDF- SUEZ, la noticia sobre la condecoración cayó como un balde de agua fría porque llegó en plena movilización social por las pensiones. El primer secretario del Partido Socialista francés dijo en aquel momento que la medida "era todo menos anecdótica" y que "BlackRock es simplemente el lado oscuro de la reforma de las pensiones".
Tocará ver si ceden ante los reclamos de los manifestantes esta vez, como las veces anteriores. Al fin y al cabo, la gran mayoría de los logros sociales de Francia son resultado de la lucha de clases, cuando no del miedo de sus gobiernos ante la amenaza roja a lo largo de todo el siglo XX. Sus 35 horas semanales laborales, con una jornada laboral de 7 horas, sus ayudas sociales, vacaciones pagadas o las pensiones. Todo se dio gracias a la perpetua lucha de trabajadores que no se preguntan si tiene sentido o no, si va a cambiar algo o no, porque tienen el monstruo neoliberal delante.
La clase dominante, las élites, también están en su lucha para mantener sus privilegios. Los sucesivos gobiernos franceses van encadenando una serie de reformas que perpetúan el modelo neoliberal: con sus élites, con sus intocables, y con sus puertas giratorias. Porque curiosamente, muchos de los que han puesto su granito de arena para ir demoliendo, poco a poco, el tejido social francés, terminaron en unos puestos de trabajo muy bien remunerados. No es solo cosa de Francia, como bien sabéis aquí en España.
El ex primer ministro francés François Fillon, partidario de un sistema de puntos para "bajar las pensiones", terminó trabajando para el banco Barclays, por poner un ejemplo. El ex primer ministro portugués y expresidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, se fue para Goldman Sachs. Un ex viceprimer ministro británico, Nicholas Clegg, fue contratado por Facebook como director de Relaciones Públicas con un salario de más de 4 millones de euros anuales. Después son estos señores los que dicen que quieren "salvar el sistema de protección social" o que quieren lo mejor para el 99% de la población. Y nos lo tenemos que creer.
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