Este artículo se publicó hace 4 años.
Cifras infladas y deuda extra que lastre la recuperación: estas son las posibles trampas del plan anticrisis europeo
Los líderes de la UE acordaron la creación de un fondo de recuperación común pero de momento todo su contenido sigue en el aire. Que el plan tenga un impacto real en la salvación de la economía depende de la letra pequeña que se negociará en las próximas
Ivo Alho Cabral
Bruselas-Actualizado a
El optimismo es una sensación poco común tras una reunión de líderes europeos. Sus encuentros a menudo son extenuantes. Sobre todo cuando hay algo difícil que acordar, se prolongan durante toda la noche, a veces solo para encontrar una palabra que contente a todos. Por eso, el Consejo Europeo del jueves fue algo atípico. Duró solo cuatro horas, y los líderes que se dirigieron a los medios lo hicieron con una sonrisa. Habían aprobado la creación del plan de recuperación europeo post-crisis. No hay cifra segura, pero se maneja que consista en más de 1 billón de euros.
Suena fenomenal, pero hay truco. No es que de repente en Europa todos hayan decidido sumarse al caballo de la solidaridad y salir de la crisis juntos. Es que lo que se aprobó el jueves era importante, pero era la parte fácil. El rápido visto bueno llegó en gran parte gracias a la actitud a favor de la alemana Angela Merkel, y a que el contenido de ese plan quedó totalmente en el aire.
En los próximos meses se esperan reuniones frecuentes entre los líderes para tratar de acordar la letra pequeña de ese fondo. Unas condiciones que determinarán si tiene el potencial de evitar que el mercado común de la Unión Europea salte por los aires. Si los países salen aún más desiguales de la crisis, los peor parados lo pasarán mal, pero los otros tampoco tendrán un mercado al que vender sus productos. Las diferencias pueden ser abismales. El coronavirus, mal gestionado, amenaza los cimientos del bloque. Es "el momento de la verdad", ha llegado a decir el presidente francés Emmanuel Macron.
Los técnicos de la Comisión trabajan ya en un plan que presentarán presumiblemente a principios de mayo. La tarea no es sencilla: deben conseguir el apoyo tanto de España, Italia y Francia, que piden solidaridad y "transferencias" norte-sur, como de Alemania, Países Bajos, y el resto de ortodoxos del Norte, que quieren que la actuación se limite a ofrecer préstamos bonificados a quienes necesiten más ayuda para hacer las inversiones necesarias para superar las crisis. Para más complicación, el plan irá de la mano del presupuesto comunitario para el período 2021-2027, que también estaba sumido en un bronco proceso de negociación en estos momentos.
Las discusiones serán complejas y estarán plagadas de aristas. Pero, para entender si las negociaciones van por donde le conviene a España, es interesante apuntar las prioridades que mantiene Pedro Sánchez: que el tamaño sea de 1,5 billones de euros, que consista en subvenciones para sufragar inversiones, y que se financie a través de una emisión de deuda perpetua por parte de las instituciones europeas. A pesar de que el Ejecutivo está consiguiendo hacer ruido en Europa gracias a una estrategia más activa en las conversaciones de lo habitual, lo cierto es que los planes de la UE aún están lejos de lo que querría Sánchez.
Un fondo de 1,5 billones de euros
La potencia de fuego del plan será clave para determinar su éxito. Pedro Sánchez quiere que tenga un tamaño de 1,5 billones de euros (para toda la UE), que sería más o menos igual al 10% del PIB total del bloque. Angela Merkel, por su parte, apoya una cifra algo menor: 1 billón.
La horquilla se mueve entre ambas cifras, pero donde habrá que prestar atención será en la letra pequeña. La propuesta que la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, llevó el jueves a la videollamada hablaba hasta de 2 billones de euros. Una cifra aún más potente de lo que pide Sánchez, pero que en realidad se refiere a la capacidad de movilización y no al dinero fresco. La Comisión pretendía endeudarse por 320.000 millones de euros y después multiplicar esa cifra a través de avales.
Un juego de números que enfureció los ánimos de Macron, que avisó al resto de líderes de que el problema no se solucionará con dinero "falso" ni con malabares de contabilidad, según informa Financial Times. Cualquier cifra grandilocuente que flote en las próximas días tendrá que cogerse con pinzas.
Que consista en subvenciones, no préstamos
Promete ser el campo de batalla más duro. España, Francia e Italia quieren que con el dinero se den subvenciones a los países y los sectores que más lo necesiten. En la práctica, el dinero se añadiría al presupuesto europeo, que ya se distribuye a través de los fondos habituales, como las partidas de cohesión, agricultura, o desarrollo rural. En su lugar, en países del Norte como Alemania y Países Bajos quiere que no se sume más dinero al presupuesto comunitario: que las transferencias adicionales sean préstamos. Seguramente con condiciones favorables, pero que a largo plazo haya que devolver el dinero.
De no conseguir que el fondo consista en inversiones España se arriesga a aumentar su nivel de deuda pública, lo que podría exponer al Estado al ataque de los mercados, aumentando los intereses que tiene que pagar para financiarse. Se limitaría la capacidad del Estado para echar mano de una herramienta vital para salir del bache, lastrando así la recuperación posterior.
Algo de lo que avisan economistas como Guntram Wolff, director del influyente think tank Bruegel. "Para evitar tales movimientos en los mercados, algunos países pueden acabar pidiendo demasiado poco prestado, ofreciendo así un apoyo insuficiente a sus economías. Esto podría dañar a largo plazo la economía y separar políticamente a la UE", remataba en un texto publicado el miércoles.
Por eso, Macron recalcaba al terminar la reunión que tendía que haber "verdaderas transferencias presupuestarias" si se quiere evitar que una salida desigual de la crisis haga caer a Europa. Pero no será fácil. La creación de transferencias solidarias como piden Francia, España e Italia es controvertida por naturaleza, continúa Wolff. ¿No se quejan algunas Comunidades Autónomas de que reciben demasiado poco? Imagínense una pelea de ese tipo entre 27 países soberanos.
La solución que parece más plausible, y la que prevé Von der Leyen, es una combinación de ambos: préstamos y subvenciones. Pero el porcentaje que ocupe cada uno puede ser capital para determinar la potencia final del instrumento.
Financiado con deuda perpetua
Un punto que puede traer cola, pero que parece algo más sencillo. El Ejecutivo de Sánchez ha propuesto que el dinero del fondo salga de una emisión de deuda perpetua desde una institución europea. Bruselas nunca devolvería ese importe a sus acreedores sino que pagaría intereses todos los años como remuneración. La intención es aprovecharse de la calificación triple A que tendría un bono europeo para disfrutar de unos costes de financiación mucho más reducidos, y blindar a los países más expuestos, como España o Italia, ante posibles ataques de especuladores.
La idea de España ha levantado interés en Europa y, si bien parece que vaya a calar tal cual, sí es posible que la Comisión emita bonos a un plazo de diez años o superior. No es que el Norte haya cambiado de parecer. Merkel, el holandés Mark Rutte, o el austriaco Sebastian Kurz siguen totalmente en contra de la emisión de eurobonos o cualquier cosa que se parezca a una mutualización de la deuda. Sin embargo, la fórmula que está encima de la mesa evitaría técnicamente que los Estados se endeuden de manera conjunta. Esto puede resolver la cuadratura del círculo.
Aun así, la cosa no está hecha: el plan de financiación tiene que coger robustez en los detalles en las próximas semanas. Para el investigador principal del Real Instituto Elcano, Miguel Otero Iglesias, la situación se asemeja a la de un matrimonio que llega casado un par de años (un paralelismo a los 20 años del euro) y en el que la parte de la pareja que cobra menos y el que tiene un mejor sueldo se quieren meter en una hipoteca juntos: "Aconsejaría al más débil que piense muy bien en un plan conjunto sobre cómo quiere devolver esa deuda. Si es así, la parte más fuerte puede que diga que sí". ()
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