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Cosas que pasan en Teruel

El municipio tiene al fin la ansiada autovía y diseña un futuro basado en los servicios, el turismo y la industria

PANCHO TRISTÁN

Ahora ya sólo queda Soria. Hace exactamente dos días, Teruel dejó de ser una de las dos únicas capitales de provincia de España olvidadas por las autovías. Tuvieron que pasar 22 años para que se completase el proyecto.

Y ese fue uno de los motivos que provocó el hartazgo de unos turolenses que en el año 2000 salieron a la calle para reclamar su lugar en el mapa. Hoy recuerdan aquello como una gesta colectiva. Y lanzan una mirada optimista sobre la valla del futuro.

Porque al fin ha llegado la autovía. Porque creen que el AVE que ha de unir Valencia y Bilbao los dejará en una situación inmejorable. Y porque están funcionando bien iniciativas como el complejo dedicado a la prehistoria natural Dinópolis, que recibió cerca de 130.000 visitantes en 2007.

Dinópolis puso en valor la riqueza en restos prehistóricos de la provincia en la que se encontró parte del dinosaurio más grande hallado en Europa. 'Desde que abrió Dinópolis en 2001, hay cuatro o cinco nuevos hoteles en la ciudad', me comenta orgulloso el presidente de la Confederación Empresarial Turolense, Carlos Mor.

Se gasta, Mor, el mismo optimismo que el alcalde Miguel Ferrer, del Partido Aragonés (PAR), que celebra la reactivación turística de la ciudad. Seguro que hay problemas en Teruel. Pero sus líderes prefieren presumir de avances.

Porque esta capital del sur de Aragón tiene una centro histórico plagado de joyas de arquitectura mudéjar. O construcciones modernistas de espectacular belleza.

El arquitecto tarraconense Pablo Monguió se pasó aquí 25 años soñando edificios, y la fantasía que impregnaba a las obras de aquella época se unió a la de la arquitectura mudéjar. 

Todo ello, además, en una ciudad que reivindica como uno de sus principales hitos históricos la historia de los amantes de Teruel. Saben venderlo, y muy bien.

Si ese turolense llamado Manuel Pizarro vende en campaña sus ideas tan bien como aquí vendieron la historia de amor y muerte de Juan Martínez de Marcilla e Isabel Segura, el PSOE va a tener que empujar fuerte.

Historia de amor: Juan se enamora de Isabel. Esto es el siglo XIII. Ella le dice que no puede casarse sin el consentimiento de sus padres. Y con la poca pasta que tiene Juan, ni soñarlo. Así que el tipo se marcha 5 años a la guerra para hacer caja. Cuando llega con los bolsillos llenos, ella ya se ha casado, y le niega el beso que él le pide como prueba de amor. Él se muere. Ella asiste al velatorio, lo besa, y se muere allí mismo.

Ahí están sus momias, todavía hoy, tan momias, tan románticas. En el Mausoleo de los Amantes de Teruel aseguran que la documentación histórica demuestra que la historia fue cierta. Si Juan de Marcilla se quedase hoy con el dinero que generó su amor, los padres de Isabel Segura se arrastrarían para meterlo en casa.  

El Mausoleo de los Amantes de Teruel es, junto con Dinópolis y el patrimonio arquitectónico, el principal reclamo turístico de la ciudad. Y dice el alcalde que la reciente rehabilitación del centro histórico es uno de los motivos de su optimismo con respecto al desarrollo turístico. Y habla después de la industria.

Teruel, que tradicionalmente ha vivido del tirón económico que le confiere ser capital de provincia, quiere convertirse en un importante nodo logístico que una el Este de España y el Norte. Están habilitando suelo para ello. Y hay otros proyectos. Y un grito que permanece: Teruel existe. 

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