Este artículo se publicó hace 3 años.
Esto es lo que pasa en Galicia si te niegas a sacarte una foto con Baltar
El alcalde de un pueblo gallego de 750 habitantes ordena desalojar el edificio que cedió a un colectivo de artistas jóvenes que se negaron a publicitar la subvención de 2.000 euros que les dio la Diputación de Ourense
A Coruña-Actualizado a
El Ayuntamiento de Os Blancos, en la provincia de Ourense, acaba de aprobar la rescisón del contrato de cesión de un edificio municipal al colectivo Espacio Matrioska, un grupo de artistas jóvenes que desde hace siete años desarrollan un proyecto cultural que ha puesto a la pequeña localidad en el mapa de las iniciativas independientes de ese tipo en España. Según insinuó en el último pleno el alcalde de la localidad, Xosé Manuel Castro, del PP, el motivo es el supuesto desaire que le hicieron al presidente de la Diputación de Ourense, Manuel Baltar.
Os Blancos es un municipio de la comarca de A Limia, en el extremo sur de la Galicia interior, que llegó a tener más de 3.000 habitantes en los años cincuenta del siglo pasado. Hoy su población no pasa de 755 personas, de las que más de la mitad tienen más de 64 años y sólo 33 son menores de diecisiéis. Os Blancos está entre los concellos más envejecidos y menos poblados de la comunidad, pero en los últimos años ha tenido una azarosa vida mediática.
En el 2017, el Ayuntamiento pidió ser intervenido porque tras años de nefasta gestión, que incluyeron a un alcade del PP encarcelado por robar dinero de las cuentas municipales, estaba arruinado y endeudado. De hecho, llegó a ser el más moroso de España y con más demora en el pago a proveedores. Entre los proyectos que contribuyeron a cavar ese agujero financiero estaba el Concello Novo, un edificio que iba para albergar la sede del Gobierno local y que se empezó pero nunca se terminó de construir.
Hace siete años, el grupo de artistas del Espacio Matrioska, dedicado a la mediación, gestión y creación en el ámbito cultural, se fijó en Os Blancos y decidió establecer allí un punto de encuentro e intercambio para artistas. El Ayuntamiento les cedió el Concello Novo, abandonado y en desuso, y ellos lo restauraron y reacondicionaron para crear talleres de escultura, pintura, serigrafía, grabado y fotografía, con zonas comunes y de trabajo personal. Organizaron residencias y estadías para artistas y un festival multidiscplinar, el Reina Loba, que en su última edición atrajo a más de 4.000 personas.
"El proyecto incluye la interacción y la relación con los habitantes del pueblo, y a quienes invitamos a las residencias artísticas les pedimos que hagan algo relacionado con el pueblo. Hemos hecho cine, talleres para niños, pinturas en las casas de los vecinos...", relatan David Segade, de 26 años y natural de Cambre, en A Coruña, y Bruno Alonso Ruíz, burgalés de treinta.
Cuando se les pregunta si en Os Blancos hay otras inciativas o perspectivas de futuro más allá de las que la que le ha dado Matrioska, responden que los únicos espacios con algún parecido son los cuatro bares del municipio.
David y Bruno llevan varios años implicados en el proyecto y no entienden por qué el alcalde, Xosé Manuel Castro, del Partido Popular, ha decidido reventar una iniciativa que los vecinos aprecian y valoran, porque saben que va en ella la vida del pueblo. El mismo jueves les llegó una notificación municipal instándoles a que dejen el edificio en quince días. Tras hablar por la mañana con el alcalde, "entre gritos", aseguran, lograron que les ampliara el plazo hasta el 20 de octubre.
El regidor alega que el motivo del desalojo es que quiere construir dos apartamentos en el Concello Novo para arrendarlos en régimen de alquiler social. Pero el pasado lunes 26 de agosto, durante el pleno municipal, Castro insinuó que la causa que está detrás de esa decisión es que los jóvenes de Matrioska se negaron a sacarse una foto con Manuel Baltar, presidente de la Diputación de Ourense, que les había concedido una subvención de 2.000 euros para comprar pintura ecológica con la que realizar un certamen de muralismo.
El pleno, que aprobó la rescisión del contrato de cesión a Matrioska con los votos a favor de los cuatro ediles del PP más el alcalde y el voto en contra de las dos concejalas del PSOE, fue bronco y desagradable. Los ediles populares intentaron evitar que la prensa lo grabara e incluso llegaron a bajar las persianas y a cerrar las ventanas de la habitación en la que se celebraba, para evitar así que los vecinos pudieran tomar imágenes y videos. A uno de ellos incluso intentaron arrebatarle el móvil, y a otras dos trataron de intimidarlas y expulsarlasm, como puede observarse en uno vídeo publicado por el PSOE que acompañan a esta información.
"Ese día había periodistas, pero cuando no los hay llega incluso a ser peor", asegura Emilia López, portavoz del PSOE en la localidad. En el video también se escucha cómo el alcalde insulta a gritos a la concejala socialista: "¡impresentable!", "¡sinvergüenza!". López asegura que los desprecios y faltas de respeto de Xosé Manuel Castro son habituales, que se niega a facilitar cualquier tipo de información que solicita la oposición, que convoca los plenos del lunes el viernes por la tarde para que no puedan acceder a la documentación necesaria para prepararlos y que, en definitiva, actúa y se comporta "como un cacique del siglo XIX".
Público ha intentado contactar con el alcalde por distintas vías para obtener su versión de los hechos, pero no lo ha logrado.
Los miembros de Matrioska defienden su derecho a no hacerse una foto con el presidente de la Diputación. "Si una administración te concede una ayuda es porque has cumplido los requisitos para acceder a ella", explican.
Pero ya han tenido que hacer las maletas y se disponen a abandonar un proyecto que logró que el nombre de un pueblo de la Galicia abandonada se abriera paso por los circuitos culturales alternativos de España y del extranjero.
"Gracias a los intercambios y a las residencias por aquí han pasado artistas de Barcelona, de Madrid, de Zaragoza, de Francia, de México, de todos los sitios. Ellos han colocado al municipio en el mapa del mundo", asegura Emilia López, quien cree que la negativa a fotografiarse con Baltar es la causa real de que Xosé Manuel Castro haya decidido expulsar a los artistas. "Y lo escandaloso es que ni Baltar ni Feijóo no han hecho nada para evitarlo", advierte.
Lo cierto es que el propio Feijóo recibió a Castro hace tres meses en su despacho en Santiago, en una reunión en la que, según la Xunta, trataron sobre "la rehabilitación de vivienda municipal para alquiler".
Los artistas que acuden a las residencias que Matrioska organiza en el pueblo no viven en el Concello Novo. Comparten una vivienda alquilada a una vecina, con cinco habitaciones, dos baños, terreno y garaje por la que pagan, en total, 250 euros al mes. Conviven juntos y por unos 15 euros a la semana pueden pagarse el alojamiento y la comida. Afirman que el alcalde ha proyectado en el Concello Novo dos pequeños apartamentos cincuenta metros cuadrados, por lo que la mayoría de la superficie, cerca de 600 metros, quedará en desuso. Y que los alquilará por 150 euros, lo que representará un exiguo ingreso para el Concello a costa de sacrificar su proyecto.
Lo que menos entienden es que el regidor de un municipio que ha perdido el 77% de su población en los últimos 70 años y en el que hay centenares de viviendas vacías, haya decidido finiquitar la única iniciativa que lo ha revitalizado. "Nos preocupa que fondos destinados a incentivar y promover la vida en el medio rural se acaben destinando a un agujero de cemento y ladrillo que nunca se llegue a habitar", dicen. "Os Blancos no necesita casas, necesita que pasen cosas".
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