Este artículo se publicó hace 3 años.
El juicio de Ángel Hernández empaña la entrada en vigor de la Ley de la Eutanasia
Seis meses de prisión le pide Fiscalía por un delito de cooperación al suicidio bajo la sospecha de violencia de género. Este hombre que ayudó a morir a su esposa, en 2019, aquejada de una enfermedad dolorosa y terminal, y que impulsó el derecho a una muerte digna, aún no ha cerrado la herida.
Madrid-
Ángel Hernández (Alcalá de Henares, 1949) no acudirá este viernes a la concentración en la Puerta del Sol, en Madrid, para celebrar con cientos de personas la entrada en vigor de la Ley Orgánica de Regulación de la Eutanasia. Necesita sosiego. Pasa estos días en una ciudad costera, alejado de los focos y del bullicio. "Mi felicidad es que, por fin, haya salido adelante esta ley y que a partir de ahora nadie tenga que pasar por lo que pasó mi mujer --dice Ángel --. Ahora, lo que quiero es que acabe cuanto antes mi proceso y que termine esta pesadilla".
Su pesadilla es un juicio pendiente por cooperación al suicidio de su esposa, María José Carrasco, bajo el prisma de violencia de género, con una petición del fiscal de seis meses de prisión. Un proceso que ensombrece el arranque de esta ley histórica, que tanto ha ayudado a sacar adelante Ángel Hernández y otras personas que cuidaron a familiares con sufrimientos irreversibles.
María José Carrasco murió el 3 de abril de 2019 en su domicilio de Madrid cuando, tras el deseo "constante" de la enferma de acabar con su vida, su marido vertió en un vaso un medicamento, pentobarbital sódico, y se lo acercó a su mujer, que lo ingirió con una pajita, falleciendo diez minutos más tarde, según el escrito de acusación de la Fiscalía, que pide seis meses de prisión para Ángel Hernández.
El escrito de la Fiscalía recoge la historia clínica de María José, que en 1989 fue diagnosticada de esclerosis múltiple, concediéndole una gran invalidez en 1996, ya que necesitaba asistencia para todas las tareas. Pero en la práctica, el único que la cuidó, en cuerpo y alma, fue su compañero, Ángel, que no obtuvo ayudas públicas para el cuidado y el tratamiento de la enfermedad de su mujer.
"No soy un maltratador, lo que hice lo hice por amor a mi compañera"
El proceso judicial derivado de la muerte de María José evidencia la falta de sensibilidad de la maquinaria judicial española, según la califica el propio Ángel. No se queja de su situación procesal, sino de que haya sido un juzgado de Violencia de Género el que haya instruido su causa, "como si yo fuera un maltratador, cuando lo que hice lo hice por amor a mi compañera".
Así parecía acreditado cuando la jueza titular del Juzgado número cinco de Violencia sobre la Mujer rechazó asumir la investigación al considerar que la fallecida expresó a su marido "de forma seria e inequívoca" su intención de poner fin a su vida.
Sin embargo, en junio de 2019, la Audiencia Provincial de Madrid acordó que la causa continuara en ese juzgado dado que "aún faltan pruebas para concluir que no sea un caso de violencia machista". Olatz Alberdi, abogada de Ángel Hernández, explica el recorrido: "Recurrimos al Tribunal Supremo para que la causa fuera apartada de los juzgados de Violencia contra la Mujer, pero no lo admitió. Según la Audiencia Provincial de Madrid, a priori no hay datos suficientes para descartar un caso de violencia, algo absurdo y suficientemente descartado", explica Alberdi a Público.
La Fiscalía ha manifestado que no se opondrá al indulto en caso de que resultara condenado y se le concediera la medida de gracia, algo que Ángel descarta: "No quiero indultos, no soy un delincuente".
Tras la entrada en vigor de la Ley de la Eutanasia, la letrada cree que, de oficio, la Audiencia de Madrid podría cancelar el juicio y archivar el procedimiento. "Pero lo más probable es que el proceso siga su camino. Acabada la instrucción el año pasado, ahora estamos a la espera de que nos asignen un juzgado de lo Penal y una fecha para el inicio del juicio", dice Olatz Alberdi. La abogada anuncia que invocará la nueva ley para pedir la libre absolución de Ángel. "Aunque resulte condenado, no entrará en prisión porque son seis meses de pena, pero lo grave aquí es el sufrimiento de este hombre, procesado por violencia contra la mujer".
En conversación con este medio hace unos meses, Ángel Hernández llegó incluso a plantearse la desobediencia como una forma de protesta por su situación. "No sé si me presentaré al juicio", dijo entonces. Pero ahora, con un escenario diferente, por la Ley de la Eutanasia en vigor, el caso de este hombre podría poner punto y final, de una vez por todas, a la soledad de las familias ante el deseo de morir de sus seres queridos enfermos terminales.
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