La polémica envuelve a Juan Carlos I desde su abdicación y salpica también al tradicional discurso navideño que heredó con el título su hijo, Felipe VI. Aunque con un lenguaje y una puesta en escena renovada, el actual jefe de Estado se dirige a la ciudadanía cada Nochebuena mediante un mensaje televisado. Entre las cuestiones que pasa por alto el monarca sobresale una: la situación del rey emérito, sobre el que planea la sombra de la corrupción.

Sin embargo, no son pocas las referencias que ha hecho el monarca durante los siete discursos que ha pronunciado a cuestiones que atañen a la ética o los comportamientos poco ejemplares de los representantes de la ciudadanía. De hecho, en su primera intervención en 2014 dijo que "las conductas que se alejan del comportamiento que cabe esperar de un servidor público provocan con toda razón indignación y desencanto".

No iba mal encamindado: la imagen de Juan Carlos I continúa hundiéndose y es con diferencia, el miembro de la familia real peor valorado en la Encuesta Monarquía realizada por el Instituto 40dB para la Plataforma de Medios Independientes. En el estudio, Juan Carlos I obtiene una nota de 3,2 sobre 10.

"Los ciudadanos necesitan estar seguros de que el dinero público se administra para los fines legalmente previstos, que no existen tratos de favor por ocupar una responsabilidad", señaló en el mismo año. Una cuestión de la que precisamente no dio ejemplo su padre. Las razones saltan a la vista. De hecho, Público destapó en exclusiva que el emértito utilizó Patrimonio Nacional para pagar lujos a sus amantes y los gastos de sus palacios, yates y viajes.

Al año siguiente, en 2015, Felipe VI pidió a los representantes públicos que fueran "sensibles con las demandas de rigor, rectitud e integridad que exigen los ciudadadanos". En 2016 señaló que tampoco son admisibles "ni comportamientos ni actitudes que ignoren o desprecien los derechos que tienen y que comparten todos los españoles". Algo que también se podría haber aplicado el emérito cuando se llevó 52 millones de comisión por la venta del Banco Zaragozano e impulsó las fundaciones Zagatka y Lucum.

Alusiones a la corrupción

En 2017 el rey incluyó en su mensaje la palabara "corrupción". En concreto, dijo que esta se mantenía como una de las principales preocupaciones de los ciudadanos, que demandaban que siguieran "tomándose las medidas necesarias para su completa erradicación". En 2018 el mensaje fue: "Todos podemos hacer mucho por el bien común haciendo cada uno lo que nos corresponde". Precisamente avisos sobre la corruptelas de Juan Carlos I tampoco le han faltado a la Casa Real. Y es que la Fiscalía ha notificó al rey emérito hasta en tres ocasiones que le estaba investigando.

Más tarde, ya en 2019, Felipe VI dijo que corrían tiempos de "mucha incertidumbre" que provocaban en la sociedad preocupación e inquitud". Lo cierto es que si hablamos la monarquía, la principal duda que está ahora en el horizonte tiene que ver con el futuro más inmediato de Juan Carlos I, que quiere volever a España con asignación. Y es que el rey emérito no sale gratis. Ni su abdicación, ni su abandono de la actividad pública, ni tampoco su decisión de irse de España.

Por último, en 2020, el monarca dijo: "Necesitamos también preserverar los valores éticos que están en las raíces de nuestra sociedad, que nos obligan a todos sin excepciones y que están por encima de cualquier consideración de la naturaleza que sea, incluso de las familiares o personales". Sin embargo, este último año, los escándalos tampoco han dejado de salpicar a su padre mientras la Casa Real guardaba silencio sobre ellos.