Miguel Delibes, se va la voz de la razón en el momento más crítico para Doñana
"Tengo una sensación a ratos incómoda de que podemos haber entendido la paz que se ha generado a través del acuerdo como un fin, cuando era solo un medio para conseguir un cambio para mejor en la comarca", afirma Delibes al irse.
El biólogo Miguel Delibes de Castro finalmente optó este lunes por irse del Consejo de Participación de Doñana, harto ya, cansado. Ganas no le faltaron de hacerlo durante el tiempo en que el Gobierno andaluz de Juan Manuel Moreno Bonilla (PP), de la mano de la ultraderecha de Vox, puso al Parque Nacional de Doñana una vez más en el disparadero.
Lo hizo con una ley que apostaba por un aumento de regadíos en una zona sobreexplotada y que está, por su singularidad, su economía y su belleza, bajo la lupa de la Unión Europea y de los organismos ambientales internacionales.
Pero Delibes, en el peor momento para el parque, amenazado por todos los frentes, y, sobre todo, por el político, cuando el cuerpo le pedía marcharse, dimitir, eligió quedarse y trabajar por la sensatez.
No es frecuente escuchar en estos tiempos en la esfera pública a alguien de verbo pausado y al mismo tiempo, de discurso claro, convencido del poder del consenso, de la razón y de las políticas de Estado en asuntos centrales, como el del agua y sus usos racionales, más allá de la presión de los lobbies y del punto de vista economicista sobre los recursos.
Delibes es uno de los mayores expertos mundiales en el lince. Fue presidente de la Estación Biológica de Doñana entre 1988 y 1996, y desde 2013 preside el Consejo de Participación de Doñana. Ha dedicado, pues, buena parte de su vida profesional al parque, al que ama.
Escucharlo, en cualquier conferencia, hablar sobre la comarca es una experiencia muy recomendable. A él le gusta particularmente, y lo recomienda en ocasiones, el libro de José Manuel Caballero Bonald, Ágata ojo de Gato, una novela de 1974, que recopila las experiencias humanas ante la salvaje y viva naturaleza de Doñana.
En el avance por el camino de la razón y de la defensa del parque, se dejó pelos en la gatera: el PP, inmerso en una batalla incomprensible, contra el criterio de la Comisión Europea y contra el sentido común, trató incluso de silenciarlo en el Parlamento de Andalucía, para, luego, tras las inevitables protestas, admitir que los parlamentarios le pudieran preguntar y su voz, la de la razón pidiera la retirada del proyecto de ley.
El PP, que hoy, en su despedida, le agradece su disposición, lo criticó con aspereza entonces y trató de ningunear su criterio: "Delibes, que es una eminencia científica, ayer no ofreció ni un solo argumento científico. Todo fueron juicios de valor", dijo Toni Martín, el portavoz parlamentario de Moreno Bonilla.
Las organizaciones ecologistas no quieren ahora, tras la dimisión de Delibes, que vuelvan a Doñana "los tiempos de los políticos" en el Consejo de Participación —el sustituto lo elige el Consejo de Gobierno—. El biólogo Ginés Morata fue el primer científico que dirigió el consejo. Fue sustituido sin explicaciones por Felipe González. "Con él acabó el oleoducto [un proyecto en saco roto] y Delibes ha acabado harto de la fresa", resumen voces ecologistas.
Aportación decisiva
Tanto Ecologistas en Acción como WWF le reconocen su valía y su aportación en este tiempo. "Su posición de oposición [a la ampliación de los regadíos] fue importante. Si hablamos de elementos clave [a la hora de frenar la deriva de Moreno Bonilla] estarían las resoluciones de Unesco, la posición de la Comisión Europea, las actuaciones de WWF y las advertencias del Gobierno de llevar la modificación al Constitucional... También la posición de Miguel, que es un referente sobre Doñana por ser quién es y por su cargo", afirma a Público Juanjo Carmona, de WWF.
"Es un excelente científico, hombre de mucho consenso, excelente persona y su figura y reconocimiento es de justicia en el mundo de Doñana", asegura Juan Romero, de Ecologistas. "No es un activista ecologista. Es un hombre de ciencia, que está unido a Doñana desde sus inicios. Ha recorrido toda la evolución de Doñana. Ama Doñana, conoce Doñana", agrega.
"En momentos claves, sus decisiones han sido decisivas. Fue muy contundente en el Parlamento de Andalucía y aquello abrió una ventana de esperanza para que posteriormente se firmara el acuerdo Junta-Ministerio", remacha Romero.
Aquellos fueron meses arduos y difíciles para Delibes, hasta que, finalmente, Moreno Bonilla y el Gobierno de España se pusieron de acuerdo y el primero aceptó retirar la ley. En su despedida, este lunes, dijo: "Tengo una sensación a ratos incómoda de que podemos haber entendido la paz que se ha generado a través del acuerdo como un fin, cuando era solo un medio para conseguir un cambio para mejor en la comarca".
"El secretario de Estado, Hugo Morán, ha dicho que estamos dentro de los planes de las previsiones temporales, pero mi sensación es que hay que correr más", agregó.
"Esa es mi sensación respecto a Doñana. Hemos corrido mucho, nos hemos desgastado mucho, yo he dejado muchos pelos en la gatera, que se dice, para conseguir el acuerdo del que ahora disfrutamos y que festejo porque hay una tranquilidad que permite trabajar mejor y que es muy positiva para todos. Pero eso no hace que Doñana esté mucho mejor. Hay que trabajar por lo menos el doble y el doble de rápido", remachó.
Esa es, de hecho, la situación, según el último análisis de WWF. "Los datos son los que son", afirma Carmona. "Otro mal año. Solo un litro por encima de la media y las aguas solo han durado en la marisma dos meses de primavera. Cuando algún político celebró la salvación del acuífero y la marisma en abril ya advertimos que no era cierto. Faltan acciones urgentes. La situación de Doñana es la peor de su historia. Estamos llevándola al colapso", agregó.
"No basta con quererla, pero sin amar Doñana, no vas a defenderla", remacha Carmona. Delibes, ciertamente, ama el parque. No hay más que escucharlo para saberlo. Y también lo ha defendido en el momento más crítico. Eso le provocó "un gran desgaste", debido al cual, decidió dejarlo. Así, la voz de la razón, la de un hombre de prestigio, se escuchó en medio de una batalla campal y contribuyó, al hacerlo, a construir una paz que, de momento, persiste.
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