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Investigación y datos

La pesadilla del testigo protegido 29 del 'caso Cursach': agresiones, querellas, exilio y ahora una investigación en su contra

Fue empleado de la discoteca Tito's de Mallorca, del Grupo Cursach; colaboró con la Justicia señalando a varios policías locales obsequiados con drogas y prostitución; fue atacado y acosado para que se retractara y tuvo que huir de España. 

El testigo protegido 29 del 'caso Cursach' con el fiscal anticorrupción Tomás Herranz en la Fiscalía Anticorrupción en Madrid el 16 de octubre de 2019
El testigo protegido 29 del 'caso Cursach' con el fiscal anticorrupción Tomás Herranz en la Fiscalía Anticorrupción en Madrid el 16 de octubre de 2019. Momento en que el fiscal quita el móvil al testigo y lo guarda bajo llave en un armario hasta que termina la declaración. Público

La primera vez que el testigo protegido 29 del caso Cursach declaró en relación a la investigación abierta en el Juzgado de Instrucción 12 de Palma de Mallorca sobre el magnate de la noche mallorquina, Bartolomé Cursach, y un grupo de policías locales que trabajaban para él estaba convencido de que hacía lo correcto. Acudió voluntariamente, sin que nadie le citara. Quería desenmascarar a la mafia policial; quería ayudar a las mujeres prostituidas que eran vejadas, drogadas y tratadas como mercancía entregada a ciertos agentes como moneda de cambio por su lealtad.

Era el 9 de marzo de 2017. Bartolomé Cursach llevaba seis días en prisión preventiva, de la que saldría al cabo de 13 meses, por acusaciones de cohecho, blanqueo y organización criminal, entre otras. El juez instructor, Manuel Penalva, le investigaba por tener presuntamente a su servicio a una red de policías para obstaculizar con inspecciones abusivas, por ejemplo, los negocios de la competencia. El caso fue juzgado y sentenciado, en diciembre de 2022, a favor de los 17 procesados al retirar la Fiscalía Anticorrupción todos los cargos, en un desconcertante viraje aún sin explicación plausible. 

El testigo protegido 29 adquirió la protección judicial que se otorga a aquellas personas que corren riesgo de represalias por su testimonio, tras aquella primera declaración ante el juez Penalva y el fiscal Miguel Ángel Subirán. Aquel día expuso lo que sabía sobre el funcionamiento de la discoteca Tito's de Palma de Mallorca, uno de los locales emblemáticos del Grupo Cursach. Él había sido durante años jefe de sala en la discoteca. Identificó a nueve agentes de la Policía Local de Palma, entre mil fotografías que le mostraron en el juzgado, como asiduos a Tito's y a la bebida, la droga y el sexo gratis que según este testigo le proporcionaban los gerentes del local de Cursach. En ese momento comenzó una odisea para él con un objetivo claro: que se retractara y que jamás acudiera a declarar en el juicio del caso Cursach

"Que durante todos estos años que trabajó sólo había como clientes especialmente tratados un grupo de policías locales que se identificaban como tales al declarante incluso exhibiendo su placa policial. Que por indicaciones de sus jefes antes mencionados tenía órdenes de servirles las consumiciones alcohólicas que desearan sin cobrar nada. Que a medida que avanzaba la noche estos policías además de beber disfrutaban de la compañía de prostitutas que
traían Arturo y sobre todo Jaime. Estas prostitutas venían del Globo Rojo y Caramelos [dos burdeles] y tenían las instrucciones de Arturo y Jaime de no cobrar los servicios a los policías en el sentido de quien pagaba era el Grupo Cursach", consta en la declaración, a la que ha podido acceder este medio.

Su testimonio fue corroborado posteriormente por otros testigos protegidos, que reconocieron a los mismos agentes y que sufrieron un infierno de amenazas y agresiones para que se retractaran, pero ninguno con la intensidad del sufrimiento padecido por el testigo 29.

Habla el testigo protegido 29

En todo este tiempo, desde aquella primera declaración, al testigo protegido 29 le han dado palizas, rompiéndole varias costillas, varios dientes, abrasándole la cara con un hierro candente y provocándole abrasiones por arrastre por todo el cuerpo; le han amenazado de muerte, le han dejado esquelas a su nombre en el buzón, anónimos con los teléfonos personales de su familia advirtiéndole de que iban a por sus seres queridos, rajaron las ruedas de su coche... Hasta que puso tierra de por medio y salió de España, instalándose en otro país europeo. 

Por teléfono, en conversación con Público, este hombre explica: "Jamás creí que pudiera existir tanta corrupción en la Fiscalía y en la Policía. Mire, yo había denunciado en 2015 en la Policía Nacional cómo entraba la cocaína en Tito's, que a las chicas les quitaban el pasaporte para tenerlas prisioneras y las obligaban a la prostitución. Y no se hizo nada, no se investigó. Cuando detuvieron a Cursach quise volver a contarlo por si podía ayudar en la investigación. Pensé que por fin se iba a hacer justicia".  

Condenas ratificadas por el Supremo

Las agresiones y amenazas que padeció a manos de un grupo de sicarios rumanos, que según dictaminó la Justicia tenían vinculación con el Grupo Cursach, fueron denunciadas y sentenciadas. Un rumano fue condenado a tres años por amenazarle con frases como "Haremos que parezca que te has caído de un puente"; y también por obstrucción a la Justicia. Otro compatriota fue condenado a dos años y dos meses por las lesiones que le provocó: le rompió dos costillas y un diente y le produjo policontusiones en el hombro y región cervical, que tardaron en curar 28 días. 

Y, en tercer lugar, dos abogados a sueldo de Cursach fueron condenados por quebrantar las órdenes de alejamiento que les habían decretado por amenazarle por teléfono de madrugada y acosarle en redes sociales, difundiendo su rostro y su nombre. 

Cita en la Fiscalía Anticorrupción

El testigo 29 tenía otra información además de la implicación de los policías locales de Palma en el caso Cursach. Según él, tenía información sobre un comisario de Policía Nacional que recogía todos los sábados de madrugada sobres con dinero en Tito's, cuestión que ha llegado a denunciar en Palma sin tener constancia de lo que ha ocurrido con esa denuncia, y también sobre dos fiscales presuntamente obsequiados por el entorno de Cursach.

El 16 de octubre de 2019 el testigo se trasladó a Madrid para declarar en Anticorrupción sobre esta información sensible. Allí le estaban esperando los fiscales Tomás Herranz y Concepción Sabadell. "Al llegar, una funcionaria me preguntó si en algún momento me había sentido manipulado por el juez Penalva y el fiscal Subirán --explica el testigo--. A lo que yo le contesté que no, en absoluto, y que yo estaba allí por otro motivo, para hablar de los fiscales y el policía". 

"El fiscal me quitó el móvil"

Ya dentro de la sala con los dos fiscales, el testigo comenzó a explicarse, pero entonces ocurrió lo siguiente: "Herranz no me dejaba hablar, solo quería que hablara de Penalva y Subirán. En un momento dado le quise mostrar los audios que tenía en el móvil que probaban lo que le estaba contando y me quitó el móvil; me dijo que allí no se podían tener teléfonos, y lo guardó en un armario bajo llave. A mi me dio un ataque de ansiedad. Al acabar me devolvió el móvil. Les dejé un pendrive que contenía esos archivos. Fue un experiencia muy desagradable", dice este testigo. 

Un año después, el 16 de septiembre de 2020, el testigo 29 regresó a Palma. Estaba citado como investigado en la causa abierta en el Tribunal Superior de Justicia de Balears por presuntas irregularidades en la instrucción del caso Cursach, contra el juez Penalva y el fiscal Subirán, ambos jubilados anticipadamente hoy en día. Anticorrupción pide 240 años para el juez y el fiscal por presuntamente haber inducido a los testigos.

Hay que destacar que a todos aquellos testigos que durante la instrucción señalaron a los policías locales que presuntamente colaboraban con el Grupo Cursach se les ha deducido testimonio por admitir el TSJ de Balears la tesis de la Fiscalía de que fueron inducidos a mentir por Subirán y Penalva. Según ha podido saber este diario, todos esos testigos, hoy investigados, declararon que no fueron manipulados en sus declaraciones. 

En aquella ocasión, ante el juez Carlos Gómez, el testigo 29 volvió a verse sentado enfrente del fiscal Tomás Herranz. "Yo le dije al fiscal: Oiga, que yo le dejé un pendrive hace un año con testimonios de personas que señalan al policía y a los fiscales y no veo que usted haya reflejado esto ni veo la declaración que yo hice en Anticorrupción, en Madrid. En ese momento, el juez pregunta de qué estoy hablando y el fiscal dice que aquello no tenía relación con la causa. Pero el juez Gómez le respondió: Eso lo decidiré yo". 

Sin embargo, no hay constancia de que finalmente el pendrive se haya aportado a la causa, señalan fuentes jurídicas. 

El testigo protegido 29 no declaró finalmente en el juicio del caso Cursach; los fiscales Herranz y Juan Carrau renunciaron a su testimonio. 

Denunciado por los mismos que le acosaron

La causa en el TSJ de Balears no es la única que tiene abierta en su contra el testigo 29. El Juzgado de Instrucción 5 de Palma tramita una querella por denuncia falsa interpuesta por tres ciudadanos rumanos, uno de ellos el que fue condenado por la paliza, y uno de los abogados que tiene una orden de alejamiento que quebrantó. 

"Es el mundo al revés --clama este testigo--. Se agarran a un informe falso que han hecho dos policías, los conocidos como Juanes, que aseguran que yo he mentido, que yo me provoqué las lesiones, que nunca me atacaron. Y con ese informe, que incluso han llevado al TSJ, pretenden desacreditarme. Me han puesto un montón de denuncias, me piden cerca de 200.000 euros entre todos. ¿Es esto normal?"

"¿Qué si me arrepiento de haber colaborado con la Justicia? Difícil de responder porque visto lo que me ha pasado, es obvio que sí, pero creo que no debe ganar esta gente corrupta", dice con amargura y señala que él no ha sido un testigo protegido, sino un "testigo desprotegido". "Todas las agresiones que yo sufrí ocurrieron cuando no estaban los escoltas conmigo. En sábado. ¿Quién les decía que yo no tenía escoltas los fines de semana? Pues la propia Policía. En cuanto la jueza le encomendó la protección a la Guardia Civil ya no me volvió a pasar nada". 

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