Por primera vez una víctima de las torturas del franquismo declara ante un juez y señala a Villarejo
Tras cien querellas inadmitidas por la vigencia de la Ley de Amnistía, un juzgado de Madrid toma declaración a un antiguo militante antifranquista que pasó siete días en manos de policías torturadores en 1975.
Madrid-Actualizado a
Quedan pocas horas para que Julio Pacheco (Madrid, 1955) declare ante la jueza Ana María Iguácel, del Juzgado de Instrucción 50 de Madrid, que admitió, el pasado mes de mayo, su querella contra el comisario jubilado José Manuel Villarejo y otros tres policías por las torturas que recibió en la Dirección General de Seguridad (DGS) al ser detenido, en el verano de 1975.
Este viernes se producirá un acontecimiento inédito: después de cien querellas presentadas en toda España por antiguos militantes antifranquistas torturados por la policía de la dictadura --querellas apoyadas por CeAqua, la plataforma de apoyo a la querella argentina contra los crímenes del franquismo--, una jueza toma declaración a un querellante. La del madrileño Julio Pacheco es la primera querella que se admite y que se está investigando.
En otras palabras: Julio Pacheco va a ser la primera víctima en ser escuchada por la Justicia. "Creo que el 14 de julio será ya de por sí una fecha señalada porque es la primera vez que una víctima de torturas de la policía franquista va a poder declarar ante una jueza en el Estado español. Nos ha costado muchos años llegar hasta aquí y más de cien querellas inadmitidas de otras tantas víctimas que no han visto respetado su derecho constitucional a la tutela judicial efectiva", indica Pacheco a Público.
La decisión de la jueza Iguácel de admitir esta querella rompe con la práctica habitual de los jueces españoles de rechazar las investigaciones por crímenes del franquismo.
Crímenes de lesa humanidad
La Ley de Amnistía de 1977, que sigue vigente, es el muro infranqueable al que se enfrentan los damnificados por la brutalidad policial que desplegó el régimen de Franco y sus sucesores en el poder. Sin embargo, la querella de Julio Pacheco, como la del resto de querellantes, retratan los hechos en un contexto de crímenes contra la humanidad, y, por tanto, imprescriptibles.
Y así lo indica el artículo 2 de la vigente Ley de Memoria Democrática, que obliga a interpretar los crímenes del franquismo en base al Derecho Internacional sobre delitos de lesa humanidad. Los tratados internacionales indican que este tipo de delitos no prescriben nunca y no pueden estar protegidos por mantos de impunidad, como es la citada ley de amnistía española.
"Estoy esperanzado con que la mía sea la primera de todas las querellas que están por llegar y que obtengan respuesta judicial", dice Julio Pacheco.
Villarejo y sus compañeros de la DGS
En su auto de admisión de la querella, la jueza Iguácel cita como investigados a los policías José Manuel Villarejo, José María González Reglero, Álvaro Valdemoro y José Luis Montero, todos ellos destinados en los años setenta en la Brigada de Investigación Social (BIC). Los investigados aún no han declarado ante la juez, según ha podido saber este diario.
La BIC era la unidad de la policía política encargada de reprimir los movimientos contestatarios con técnicas de torturas aprendidas por los veteranos comisarios en agencias de inteligencia extranjeras en los años 50. El entonces jefe de la BPS, Roberto Conesa, recibió un curso en 1958 en la CIA y a su vez colaboró con la policía política de la dictadura portuguesa y con el régimen dictatorial de Trujillo, en República Dominicana.
Julio Pacheco señala a los cuatro policías, ya jubilados, como los responsables de las torturas que sufrió en la Dirección General de Seguridad (DGS), en lo que hoy es la sede de la Comunidad de Madrid, hace 48 años.
Fue detenido el 24 de agosto de 1975, a las 11 de la noche, y conducido a la DGS, donde durante siete días le molieron a palos, según su denuncia, esos cuatro policías y alguno más que no ha podido identificar.
Universitarios demócratas
Por entonces, Pacheco estudiaba Biológicas en la Universidad Complutense y estaba afiliado a la Federación Universitaria Democrática Española (FUDE), que formaba parte del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP). Hacía poco que Julio se había afiliado al Partido Comunista Español Marxista Leninista y su tarea era repartir propaganda, poner carteles y hacer murales sobre la situación política. Tenía 19 años y una compañera, Rosa García, estudiante de medicina, que compartía sus inquietudes para traer la democracia a España.
Rosa también fue detenida y la Policía la utilizó para presionar a Julio, obligándole a presenciar los golpes que le daban a ella con el objetivo de que delatara a sus compañeros.
Este viernes Rosa García acompaña a Julio Pacheco al juzgado. Lo hace en calidad de testigo, para ser interrogada por la jueza sobre los hechos que vivió hace 48 años en las siniestras dependencias de la DGS, en su caso, en manos del torturador Billy el Niño.
Recompensas por torturar
Tanto el comisario jubilado Villarejo, que había ingresado en la Academia de Policía en 1972, como José María González Reglero, Álvaro Valdemoro y José Luis Montero aparecen en documentos internos policiales, a los que ha tenido acceso Público, como participantes en la detención de Julio Pacheco y de otros 36 militantes antifranquistas en el verano de 1975.
Y los cuatros recibieron una recompensa económica por su trabajo. La operación policial, en la que se enmarcó la detención de Pacheco, desarticuló el FRAP y condujo al paredón de fusilamiento a José Humberto Baena, José Luis Sánchez-Bravo y Ramón García Sanz el 27 de septiembre de 1975.
Según desveló este diario, Villarejo cobró 25.000 pesetas como recompensa. Junto a él, otros 36 inspectores y subinspectores, cuatro secretarias y 10 policías armados (los llamados 'grises') recibieron una felicitación del Ministerio de la Gobernación por haber participado en dicha operación.
La 'rueda' y otras torturas
Julio Pacheco no ha podido olvidar aquellos siete días en la DGS, en agosto de 1975. "Estás en sus manos, pueden hacer lo que quieran contigo. Me daban golpes en las plantas de los pies, que es muy doloroso. Los tuve hinchados después casi un mes. Y me hacían la 'rueda', que es una técnica en la que el detenido gira como una peonza en el suelo y, uno a uno, los policías, en círculo, le van dando golpes: uno te da una patada, otro con la porra, etc", explica.
Pacheco indica que uno de los policías que participó en esas 'ruedas' violentas era Villarejo. "Le recuerdo perfectamente. Le llamábamos 'el alemán' por su aspecto rubio y sonrosado. Villarejo no me llegó a interrogar; lo hizo un policía mayor que no he podido identificar", indica Julio.
Respecto a las posibilidades que existen de que la investigación de la jueza Iguácel culmine con éxito, Pacheco va con cautela, aunque cree que "se abre la posibilidad de acabar con la impunidad de todos los crímenes de la dictadura". Su sueño es "la celebración de un juicio y poder ver sentados en el banquillo de los acusados a varios policías miembros de la Brigada Político-Social cuya infame labor consistía en destrozar los cuerpos y las vidas de quienes nos oponíamos a ese régimen sanguinario y represor".
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