Sánchez y Macron escenifican el nacimiento del eje Madrid-París como actor clave de la UE
El Tratado de Amistad y Cooperación entre ambos Estados sellado en Barcelona eleva sus relaciones y coordinación diplomática y fija trabajar conjuntamente para definir las prioridades estratégicas de la UE.
Barcelona-
Una de las lecturas más claras de la cumbre hispano-francesa celebrada este jueves en Barcelona es la voluntad tanto de Pedro Sánchez como de Emmanuel Macron de convertir el eje Madrid-París en un actor clave de la Unión Europea. Y, de hecho, la firma del Tratado de Amistad y Cooperación -o Tratado de Barcelona- entre ambos estados puede considerarse como el momento fundacional de este eje. El acuerdo debe traducirse en una coordinación estrecha para reformar -y "reforzar"- la organización comunitaria y, a la vez, definir y liderar sus "prioridades estratégicas".
Sin llegar a cuestionar el liderazgo de Alemania, la realidad es que el actual canciller, el socialdemócrata Olaf Scholz, no ha logrado de momento la influencia continental que tuvo su predecesora, Angela Merkel, quien estuvo 16 años (2005-2021) en el cargo. Paralelamente, la llegada al frente del gobierno italiano de la ultraderechista Giorgia Meloni ha restado cierto peso y, sobre todo, conexiones con Bruselas al país transalpino.
Con este contexto, un presidente hiperactivo en la escena internacional como Macron no ha hecho otra cosa que incrementar su agenda diplomática, con la voluntad en cierta manera de ponerse al frente de la UE. Para completar el cóctel, Sánchez es también un dirigente muy pendiente del escenario exterior a las fronteras estatales y que, al menos según la versión del PSOE, acumula "victorias" en Bruselas, como la excepción ibérica en el mercado eléctrico o los fondos europeos.
Ante este escenario continental, tiene lógica que el segundo y cuarto estados más poblados de la UE estrechen su alianza, con la idea de ganar influencia en la UE. Y, sin duda, no puede menospreciarse que tanto Macron como Sánchez están mucho más cómodos en las cumbres y encuentros internacionales, que en el ámbito local. Mientras que el presidente español vive día sí día también un ambiente crispado generado en gran parte por una oposición de una derecha cada vez más extrema, Macron sufre una fuerte contestación interna a proyectos emblemáticos, como la decisión de retardar la edad de jubilación. Este mismo jueves, Francia ha vivido la primera jornada de huelga y manifestaciones contra la reforma.
En la comparecencia ante la prensa que ha puesto punto final a la cumbre –antes de que ambos visitaran el Museu Picasso–, Sánchez lo ha resumido así: "Este Tratado no solo refuerza a ambos países, refuerza el proyecto común, que es Europa. Juntos sumamos el 25% de la población y el 30% de la economía de la UE". Si para Sánchez ha sido una "cumbre histórica en las relaciones bilaterales y una magnífica noticia para Europa", para Macron el pacto liquida una "anomalía" y su existencia permitirá profundizar y estructurar nuestras cooperaciones". De hecho, hasta ahora Francia solo tenía dos tratados de este tipo, uno con Alemania -firmado en 1963- y otro con Italia -de 2021-.
Establecer posiciones comunes
El documento establece que las dos partes se comprometen a "intensificar su diálogo político y su cooperación bilateral en todos los ámbitos y entre sus sociedades, trabajando así por el fortalecimiento del proyecto europeo". Y añade que los dos estados "se comprometen a mantener una concertación estrecha sobre cuestiones de actualidad relacionadas con los fundamentos y el futuro de la Unión Europea".
El artículo cuatro del acuerdo detalla como se materializará esta coordinación para hacer frente común en Bruselas: "Tanto a nivel político como de altos funcionarios, las Partes se consultarán regularmente antes de las grandes decisiones europeas sobre temas de interés común, con el fin de tratar de establecer posiciones comunes y de impulsarlas conjuntamente, en el seno de las instituciones europeas y ante los demás Estados miembros".
En otro punto, recalca que los respectivos ministros de Asuntos Exteriores se "consultarán periódicamente sobre cuestiones de política exterior, en particular las que afecten a sus intereses nacionales, así como en caso de crisis y antes de los grandes acontecimientos internacionales. Asimismo, identificarán las acciones e iniciativas bilaterales, europeas e internacionales que puedan emprender conjuntamente". Y otro aspecto clave del texto es que Francia y España "promoverán la definición, a escala de la Unión Europea, de prioridades estratégicas, instrumentos de influencia y posiciones unificadas en el seno de las Naciones Unidas y del sistema multilateral".
Reforma del mercado eléctrico
Más allá de las grandes líneas, el Tratado entra más al detalle en algunas de las cuestiones que más han marcado la cumbre, como la energía. Sobre este tema, se puede leer que "las Partes subrayan que los objetivos de la transición ecológica y la evolución de los mercados de la energía requieren una ambición renovada en el ámbito de la energía para acelerar la reducción de nuestra dependencia de los combustibles fósiles y diversificar nuestras fuentes de suministro, respetando al mismo tiempo la libre elección de los Estados miembros en lo que se refiere a su combinación energética". Y añade que "se consultarán mutuamente para colaborar a escala europea con el fin de acelerar el desarrollo de las energías renovables y la producción de sus elementos esenciales, mejorar la eficiencia energética y adaptar la organización y el funcionamiento de los mercados europeos de la energía".
La última frase hace referencia de manera clara a la reforma del mercado eléctrico europea, un aspecto en el que tanto España como Francia han presentado propuestas que van en la misma línea -inspiradas en la excepción ibérica, es decir, en fijar un tope al precio del gas e impedir que este combustible marque también la remuneración de las fuentes renovables o a la energía nuclear-, y se han comprometido a "trabajar conjuntamente para lograrlo".
Y, obviamente, la diversificación de las fuentes de subministro pasaría parcialmente por el desarrollo del proyecto H2Med, el hidroducto que pretender unir los puertos de Barcelona y Marsella para transportar hidrógeno verde. De hecho, con su colaboración quieren "maximizar la financiación europea de los proyectos de interconexión energética". La previsión es que el H2Med tenga un coste de 2.500 millones y pueda estar listo en 2030.
Ambas partes son partidarias de reforzar la autonomía europea en Defensa
Además de otros acuerdos en cuestiones de defensa -ambas partes son partidarias de reforzar la autonomía europea en este ámbito-, cultura, educación o sanidad -con mención explícita al hospital binacional de la Cerdanya, en el Pirineo catalán-, el principal desacuerdo es que París se ha negado a reabrir los nueve -cuatro en Catalunya- pequeños pasos fronterizos cerrados desde hace más de dos años. Su argumento es que sirven para controlar el terrorismo y la inmigración ilegal. Con todo, sí que ha pactado la creación de un grupo de trabajo hispano-francés sobre cuestiones migratorias y, llegado el caso, el despliegue de "unidades operaciones binacionales" en estas zonas.
La filosofía del Tratado está clara, desplazar en cierto modo el eje gravitatorio de la UE hacia el sur, con París como punto más central que en su entente parcialmente subordinada con Berlín. "Sellamos una excepcional relación y nos dotamos de un marco jurídico destinado a durar en el tiempo, que define lo que aspiramos a ser", ha dicho Sánchez. Un actor clave en la organización comunitaria y, para que obviarlo, un eje de poder que defienda con más fuerza los intereses conjuntos. El tiempo dirá hasta que punto lo consiguen.
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