Sumar, Podemos e IU desempolvan las primarias para las generales con muchas incógnitas sobre el proceso
Los de Ione Belarra apuestan por cerrar ya un acuerdo que incluya un modelo específico de primarias, pero los de Yolanda Díaz no tienen intención de resolver ahora esta cuestión cuando apenas quedan dos meses para municipales y autonómicas.
Madrid-
Las primarias forman parte del ADN de la izquierda transformadora y han servido para resolver disputas internas en las organizaciones políticas en muchas ocasiones. Ahora que las fuerzas progresistas están en medio de un proceso de reconfiguración por definir el espacio, los distintos actores han apuntado de nuevo a esta fórmula de participación ciudadana para resolver las futuras candidaturas de las elecciones generales.
Hasta el momento, los tres principales espacios a nivel estatal que aspiran a una alianza electoral (Sumar, Podemos e Izquierda Unida) están de acuerdo en que éste, el de las primarias, va a ser el mecanismo o sistema que van a emplear cuando llegue el momento de definir esas candidaturas. Sin embargo, a día de hoy, las dudas superan con creces a las certezas sobre cuál va ser el proceso concreto y qué tipo de primarias se van a celebrar (estos tres partidos no son los únicos que quieren formar parte de la coalición).
De hecho, hay diferencias incluso en el timing o los plazos para abordar y negociar esta cuestión. En Podemos quieren cerrar ya un modelo de primarias, a poder ser antes de que acabe la próxima semana (cuando está previsto que Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda del Gobierno, aclare su futuro político); mientras que en Sumar no se ven en condiciones materiales de abordar ahora esta cuestión, cuando quedan dos meses para que se celebren las elecciones municipales y autonómicas.
Las dudas no solo residen en los elementos técnicos que sustentan unas elecciones primarias (el censo, la proporcionalidad, la representación de las minorías...), sino que ni siquiera está claro si todos los actores comparten el mismo fin. Los de Ione Belarra, por ejemplo, ven en este proceso una herramienta para pulsar la fuerza real de cada partido y organización que quiere formar parte de la coalición electoral para las generales.
A su juicio, la última foto fija del reparto de la fuerza política del espacio se dio en 2019, tras las elecciones generales. La marcha de Pablo Iglesias del partido y del Gobierno y la irrupción del Sumar de Yolanda Díaz y su proceso de escucha han reordenado las piezas del tablero y, hasta el momento, no se ha podido cuantificar ese eventual nuevo reparto de roles en la izquierda. Unas primarias podrían llenar ese 'vacío' de datos y otorgar a cada partido su posición en función de unos resultados democráticos.
Izquierda Unida ha sido la única fuerza que ha trasladado públicamente las líneas generales del modelo de primarias que proponen para resolver las candidaturas, un sistema que debería tener un censo específico, circunscripciones y que tendría que ser proporcional. En Podemos, la última propuesta (sin definir técnicamente) es la de unas primarias abiertas, algo que compartirían en Sumar, ya que la vicepresidenta ha dejado claro que "las candidaturas las va a decidir democráticamente la ciudadanía", aunque tampoco concretó ningún detalle.
Censo, proporcionalidad y circunscripción
Las primarias en la historia reciente de España tienen una extensa hemeroteca que permite apreciar, al menos, las fuentes de las que puede beber el sistema que finalmente acuerden todas las fuerzas que se quieren coaligar para las generales (probablemente después del 28 de mayo). En diciembre de 2014, Ganemos (uno de los sectores que aspiraban a articular una candidatura municipalista en la ciudad de Madrid que fue origen del Ahora Madrid de Manuela Carmena) propuso un modelo de primarias que fue aceptado por el resto de sectores.
El sistema consistía en una votación proporcional en la que cada votante podía seleccionar en su papeleta diez candidatos de forma individual que se ordenaban por preferencia y recibían una puntuación. Al final, la lista se confeccionaba en base a esa puntuación (los candidatos que obtenían mayor puntuación eran los primeros en la lista hasta completarla de menor a mayor puntaje). El objetivo era que Podemos e Izquierda Unida (las dos fuerzas que aportaban un mayor número de participantes a Ganemos) no monopolizaran las listas electorales.
En 2015 Podemos hizo unas primarias para las elecciones generales de ese año en las que podía participar toda la ciudadanía (abiertas); este sistema constaba de tres procesos de elección: la designación del candidato a presidir el Gobierno, la elección de los candidatos a diputado en el Congreso y la elección de los candidatos a senador en la Cámara Alta.
Los votantes manifestaban sus preferencias (no ordenadas) y las personas que obtuvieran más votos entraban en las listas al Congreso o al Senado. La circunscripción en los tres procesos era única, estatal, y aunque en el reglamento de estas primarias se recogía la necesidad de articular y dotarse de elementos correctores de la "territorialidad" para evitar cuneros en las listas (personas que se presentan a las elecciones en una provincia que no es la suya), esto se produjo en lugares como Córdoba, Palencia, Burgos, Toledo, Guadalajara o Araba, en algunos casos en los cabezas de cartel.
En el primer caso (las primarias de Ganemos para Ahora Madrid) el criterio de la proporcionalidad, articulado en base a un orden de preferencia designado por el elector y por un sistema de puntuación, garantizaba una mayor representación de los sectores más minoritarios que, si se unían, podían copar primeros puestos en detrimento de las fuerzas que, de facto, tenían mayor peso.
En el segundo (las primarias de Podemos a las generales de 2015), era la circunscripción y no un sistema de ordenación de candidatos lo que decantaba la fuerza a favor de las listas y personas apoyadas por las caras más conocidas del partido. Los votantes elegían entre 1 y 350 candidatos al Congreso que eran ordenados en función de los votos recibidos; posteriormente, eran los propios candidatos los que elegían circunscripción (provincia) y número en el que querían aparecer en la lista en función de los votos recibidos (los que tenían más apoyos elegían primero hasta rellenar todas las listas de todas las provincias).
El acuerdo de despacho
En 2016, también de cara a las elecciones generales, Podemos e Izquierda Unida cerraron en los despachos las listas electorales de su primera confluencia, que no pasaron por un proceso de primarias conjuntas. En los anteriores comicios, los de Alberto Garzón apenas habían logrado salvar los muebles tras la irrupción de la formación morada en el Congreso y habían obtenido dos escaños frente a los 69 de Pablo Iglesias.
Con este reparto de poder y con las listas elegidas por primarias en 2015 (las elecciones de 2016 fueron una repetición electoral tras una legislatura fallida en la que no se logró formar gobierno), ambos actores negociaron las listas e IU se garantizó una cuota superior a su peso real a cambio de que la formación morada situara a sus dirigentes más destacados en los primeros puestos de las papeletas electorales (Garzón, por ejemplo, fue de número cinco por Madrid, por detrás de Pablo Iglesias, Carolina Bescansa, Íñigo Errejón e Irene Montero, respectivamente).
Este acuerdo fue refrendado por las bases de ambas organizaciones, que se limitaron a legitimar la decisión de las direcciones de sus partidos, pero que no decidieron las candidaturas definitivas con su voto. En este caso, el modelo plebiscitario permitió un proceso de designación de candidaturas tranquilo y esquivó el escenario de competencia y confrontación (y el desgaste interno que eso puede provocar) de unas primarias conjuntas o abiertas a la ciudadanía; eso sí, a costa de evitar la participación de los electores (en este caso las bases de Podemos e IU) en el proceso de definición de las candidaturas.
En los dos procesos de elecciones generales que tuvieron lugar en 2019, las bases de Podemos e IU designaron una lista de precandidatos en primarias y después las direcciones de ambos partidos negociaron la lista definitiva en un acuerdo que, finalmente, se sometió al plebiscito de las dos militancias.
Estos son algunos ejemplos de procesos internos de primarias en los que el censo, la circunscripción o el sistema proporcional, entre otros elementos, ayudan a decantar opciones. Los distintos actores que participan en el diseño de la coalición para las próximas elecciones generales saben que en la letra pequeña y en los detalles se deciden los escenarios más favorables a los distintos intereses. Sin embargo, a priori no parece que el asunto de las primarias vaya a resolverse antes de las elecciones municipales y autonómicas.
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