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Una tuneladora junto a un colegio y talas masivas de árboles en el proyecto de Ayuso para ampliar la línea 11 de Metro

Una tuneladora al lado de un colegio, talas masivas de árboles sanos o destrucción de oasis climáticos, entre los efectos de las obras. Estas tienen una alternativa técnica viable que evitaría el enorme e irreparable daño medioambiental y social.

Imagen de las talas en Comillas el pasado 11 de diciembre
Imagen de las talas en Comillas el pasado 11 de diciembre. P. Campelo

Tras diez meses de lucha vecinal, llegó por sorpresa el día que nadie esperaba ni quería. Fue el pasado 11 de diciembre. La Comunidad de Madrid ejecutó la condena a muerte de 199 árboles sanos y de gran porte del barrio de Comillas y otros 106 del parque de la Arganzuela. La escena grotesca volvió a repetirse, el 20 de diciembre, en el paseo de las Delicias. Muy cerca de allí, los ejemplares vecinos de Atocha, los 70 gigantes del paisaje de la luz, patrimonio de la Unesco, esperan su final mientras el movimiento ciudadano No A La Tala diseña las próximas acciones de resistencia en defensa de estos refugios climáticos urbanos.

La incredulidad aún resuena por las estrechas calles de Comillas, en Carabanchel, donde la UTE adjudicataria de las obras de prolongación de la línea 11 de Metro ultima estos días el recinto de la tuneladora, ubicado en las cinco hectáreas del parque de este barrio del sur de la capital.

Por esta razón, 200 de sus árboles han sido borrados del mapa y el único pulmón verde de la zona se ha transformado en un secarral. Donde los plátanos, los pinos o las melias dibujaban caminos frondosos de sombras y proporcionaban oxígeno mejorando la calidad del aire, hoy el paisaje del interior de la valla que rodea el recinto arroja una imagen bélica: farolas rotas, hojarasca amontonada, enormes ramas por el suelo y cientos de tocones donde antes emergían fastuosos ejemplares de hasta 50 metros y más de 40 años de vida.

Antes y después de la tala en el parque de Comillas
Antes y después de la tala en el parque de Comillas. P.C

Los camiones, grúas y hormigoneras han sustituido el trajín alegre de esta zona de esparcimiento vecinal -inaugurada en 1979- por rutinas de ruido, polvo en suspensión y aumento de la contaminación. Todo a 25 metros del colegio público Perú, con más de 500 escolares -algunos con necesidades especiales y trastornos del espectro autista, una población más vulnerable a la elevada y continuada exposición acústica- y al lado de las numerosas viviendas que flanquean el parque.

El paisaje actual que ya observan cada día estos niños y niñas menores de 12 años es el de los vehículos de gran tonelaje circulando, incluso, por los caminos peatonales de acceso al centro escolar, irregularidades que denuncian cada día las familias.

Protección de los coches frente al arbolado

A este nuevo escenario local se ha llegado, según el proyecto constructivo, para evitar "reordenaciones de tráfico". Dicho proyecto fue modificado una vez aprobado y, en su nueva redacción, se incluyó la estación de Metro de Comillas y la ubicación en este parque de la tuneladora. Un contexto bien distinto al proyecto inicial, en el que la faraónica máquina de casi diez metros de diámetro debía empezar a excavar el nuevo túnel desde un solar cercano a la A-3, con mucho menos impacto en la población y que evitaba las talas masivas de arbolado sano.

Estado actual del parque de Comillas
Estado actual del parque de Comillas.

Además, según este planteamiento, la tuneladora realizaba todo el trazado y salía por un fondo de saco cercano a plaza Elíptica, en una ejecución más rápida. Tras los cambios, el túnel entre las estaciones de plaza Elíptica y la nueva de Comillas queda a espaldas de la tuneladora, por lo que se debe perforar con el denominado método belga o de excavación progresiva, mucho más lento.

Árboles salvados por el activismo

Una de las principales demandas de esta comunidad que reclamaba parada de Metro desde hacía años es el regreso al proyecto original para minimizar el impacto en la población. Pero tras la urgencia con la que la Comunidad de Madrid ha ejecutado las talas, todo parece indicar que no habrá movimientos en ese sentido. Mientras, la lucha vecinal organizada desde el pasado febrero, cuando el Ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso (PP) ordenó el vallado de las zonas verdes afectadas, ha logrado salvar decenas de árboles en los barrios afectados.

Muchos de ellos iban a caer por la construcción de una rampa de acceso para la extracción de tierra y escombros desde el pozo de la tuneladora, una idea que se sustituyó por la elevación de dichos residuos en vertical, todo gracias a la movilización vecinal y de las familias del colegio Perú.

Manifestación en contra de la tala el pasado 2 de diciembre
Manifestación en contra de la tala el pasado 2 de diciembre. P.C
Muchos árboles han sido talados tan solo por la colocación de material de obra

Aun así, muchos de los 199 árboles talados hace dos semanas han dejado de existir tan solo por la colocación de material de obra, lo que supone un ahorro económico para la UTE constructora, formada por Dragados, Acciona y Grupo Rover, pero un gran impacto medioambiental y para la salud de los habitantes de este barrio de Carabanchel.

El banco del clima financia un proyecto no sostenible

La urgencia en las talas masivas de arbolado urbano por parte de la Comunidad de Madrid, con permiso del Ayuntamiento de la capital, esquiva la resolución de los procedimientos abiertos, entre ellos, la denuncia ante el Banco Europeo de Inversiones (BEI), que financia 372 millones de euros de los 500 por los que se ha adjudicado la obra.

El texto de dicha demanda ante el BEI asegura que "o bien el BEI no fue informado de los cambios y su impacto medioambiental y social, o bien fue negligente a la hora de comprobar y garantizar el cumplimiento de las normas medioambientales y sociales del proyecto". Además, la declaración de "urgencia" y de "interés general" de la obra para salvar las normas urbanísticas madrileñas colisiona con un punto: existía una alternativa en el modo de proceder (el proyecto original) lo que convierte en ilegales las talas ejecutadas estos días.

Las familias del colegio Perú denuncian la circulación de vehículos pesados en las calles peatonales de acceso al centro

Con todo, y tras dos semanas desde la destrucción del arbolado, las familias del colegio Perú han comenzado a denunciar las presuntas irregularidades relacionadas con el ruido y la circulación de vehículos pesados por las calles peatonales de acceso al centro escolar, cuyo tránsito está prohibido, al mismo tiempo que afrontan la tarea de explicar a sus hijos e hijas menores de 12 años por qué ya no ven los enormes pinos que observaban desde el patio del colegio.

Protesta organizada por el colegio Perú
Protesta organizada por el colegio Perú. P.C

Las ramas que antes proporcionaban sombras y templaban la temperatura han dado paso al sol de diciembre que golpea directamente en la cara. En julio, la situación será aún más preocupante.

Por ello, el colegio vecino a la zona cero de las obras de ampliación de la línea 11 de Metro pide soluciones para la menor afectación posible del desarrollo educativo: salud y seguridad. Porque la gente que integra la lucha vecinal en defensa del patrimonio natural de estos barrios no se opone al metro, solo, a una forma de progreso que en Madrid se vincula, parece que, de forma irremediable, a la destrucción del medio ambiente.

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