Este artículo se publicó hace 4 años.
9 d'OctubreEl País Valenciano prepara su fiesta más confinada y menos tensa
La agenda del 9 d'Octubre, Día del País Valenciano, anula prácticamente todos los actos multitudinarios y en la calle, dando menos opciones a la presión de extrema derecha de los últimos años.
Joan Canela
València-
A pesar de los datos relativamente buenos del País Valenciano, la situación sanitaria es la absoluta protagonista del 9 de Octubre del 2020, la fecha en que se conmemora la entrada de Jaime I en la ciudad de València. El Ayuntamiento de la ciudad anunció, ya en agosto, que suspendería todos los actos multitudinarios, incluida la tradicional Procesión Cívica, marcando la tónica institucional de la jornada. Si bien otros municipios como Ontinyent, Paiporta o Xàbia sí que han programado algún tipo de acto público, son los que menos y siempre siguiendo patrones de pequeño formato y aforo limitado.
En la capital solo se ha mantenido una mascletà simbólica y con muy pocas plazas para el público. El tradicional descenso de la Senyera –que este año la llevará el regidor de Ciudadanos Narciso Estellés- se quedará dentro del edificio consistorial.
En una línea similar, el Gobierno valenciano ha reducido drásticamente los actos institucionales de la Diada, incluida la suspensión de la recepción a la sociedad civil. La entrega de las distinciones de la Generalitat se hará en un aforo limitado al centenar de invitados, que se repartirán entre diferentes salones del Palau para ceñirse a las recomendaciones sanitarias. Este año el Gobierno ha optado para premiar al conjunto del pueblo valenciano por su "papel crucial" y su "responsabilidad" en la hora de afrontar la pandemia. En la hora de justificar esta decisión, la vicepresidenta Mónica Oltra recordó como "en los momentos más duros, de balcones y ventanas, la dura experiencia del confinamiento, ayudó a fomentar iniciativas de apoyo a aquellos que más lo necesitaban. La solidaridad superó a la pandemia". Un reconocimiento –con mención especial a todos los sectores especialmente implicados en la primera línea, desde los sanitarios, hasta los campesinos, los servicios de limpieza o los medios de comunicación- mucho en la línea social del Botánico, centrada ahora mismo en el reforzamiento de los servicios sanitarios o residenciales y que saca pecho de su gestión de la crisis.
Menos tensión en las calles
La suspensión de la Procesión Cívica elimina uno de los momentos más tensos de la jornada, en que grupos de extrema derecha aprovechan para participar en el acto institucional con toda su simbología –el 2014 se pudo ver, incluso, un hombre que exhibía una esvástica- e insultar y amenazar los participantes valencianistas o de izquierdas, autoridades y cargos electos incluidos. No pocas veces se han registrado agresiones en los alrededores de este acto. La presencia de estos grupos ultras en el acto institucional ha sido motivo de protestas crecientes por parte de la izquierda en los últimos años sin que, por ahora, se hayan tomado medidas drásticas para expulsarlos, más allá de una mayor presencia policial para evitar las agresiones físicas.
Los partidos y entidades, pero, no han querido renunciar a incidir políticamente. Tanto Compromís como el PP han hecho un llamamiento a colgar la bandera valenciana en los balcones. Por su parte, la Comissió 9 d’Octubre –que agrupa una veintena de partidos, sindicatos y entidades culturales de izquierdas y valencianistas- ha sustituido la tradicional manifestación por "una concentración simbólica" con representantes de las diferentes entidades, pero no abierta al público, y una acción de visibilización en las redes sociales. Toni Gisbert, secretario de Acción Cultural del País Valencià y portavoz de la Comissió 9 d'Octubre- ha explicado que "a pesar de que no podíamos renunciar a movilizarnos, por responsabilidad en la actual situación, hemos optado por este formato" Gisbert ha recordado que hay "más motivos que nunca" para reivindicar esta Fiesta por "la erosión del autogobierno por la puerta trasera, con la creación del mando único para combatir la pandemia", que se ha traducido en un incremento de la discriminación lingüística, además de "mantener un sistema de financiación" que supone el estrangulamiento económico del País Valenciano, que tiene como consecuencia, "la degradación de servicios sociales, como la sanidad o la educación".
Jornada antifascista
También ha renunciado a salir a las calles, con perfil propio, la izquierda independentista. El tradicional acto político se ha trasladado a Benimaclet –lejos del centro de la ciudad- la vigilia de la Diada, con el apoyo de organizaciones como la CUP, Arran o el sindicato COS.
Para el 9 de octubre, este espacio ha optado para colaborar con otros movimientos para impulsar una movilización antifascista, que ha convocado una concentración a las 8 de la tarde en la plaza del Ayuntamiento. "Desde el 2017 el 9 de octubre se ha convertido esencialmente en una jornada antifascista con movilizaciones masivas. Este año la forma es otra por la pandemia, pero hemos considerado importante mantenerla para no dejar la calle a los nazis", explican en Público voces de la izquierda independentista. Desde el movimiento antifascista del País Valenciano se ha emitido un comunicado donde se denuncia que los diferentes gobiernos "siguen entregando las calles a españolistas, y ahora también a conspiranoicos, garantizándolos impunidad total".
Fue el 2017, cuando grupos de extrema derecha trataron de reventar la manifestación valencianista y protagonizaron decenas de agresiones en pleno centro de València y a la luz del día. La acción generó una amplia alarma social al ser retransmitida en directo por algunas televisiones, pero tres años después los hechos continúan sin llegar a juicio.
Desde entonces los grupos ultras han intentado condicionar las movilizaciones de la tarde con diferentes estrategias. Este año "han intentado copar todo el centro pidiendo autorización por varias convocatorias fantasma, formalizadas por entidades con miembros destacados de las cuales están imputados por los hechos del 2017". Explica en Público el periodista experto en extrema derecha Miquel Ramos. "Esta es simplemente una forma de tener un paraguas legal que los permita asediar las movilizaciones de la izquierda", continúa Ramos. Un movimiento que, a priori, no tendrá demasiado efecto por el cambio de ubicación de la convocatoria antifascista, de la plaza de Sant Agustí –espacio histórico de encuentro- a la del Ayuntamiento, al ser "un espacio más amplio y simbólico que permite desarrollar la concentración con mejores garantías sanitarias", según explican desde la plataforma convocante.
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