La vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Memoria Democrática, Carmen Calvo, agradeció este viernes a las asociaciones gallegas de víctimas del franquismo su "lucha e impulso" para lograr que el Estado español avance en la reparación de la memoria de los represaliados por la dictadura.

Calvo presidió en Sada el acto de apertura de los jardines del Pazo de Meirás, que el público podrá visitar a partir del 1 de junio y no del martes 29, como había anunciado su departamento. A su llegada, se encontró en el exterior con una veintena de representantes de las organizaciones gallegas de memoria histórica. Estas habían anunciado que no asistirían al evento porque consideraban que el Gobierno las había "ninguneado" en el proceso de decisión sobre los usos que se dará a la antigua residencia estival de Francisco Franco.

La vicepresidenta se acercó a hablar con los manifestantes, y reconoció que sin el esfuerzo de las asociaciones de memoria "no habría sido posible" lograr "todo lo conseguido", como la exhumación de Franco de Cuelgamuros, y que, aunque "se ha hecho mucho en poco tiempo, queda mucho por hacer". El historiador sadense Carlos Babío, portavoz de Iniciativa Galega pola Memoria (IGM), que agrupa a unas 70 organizaciones y alrededor de 200 personas a título individual, respondió alertando a Calvo de que, en el caso de Meirás, el Gobierno estaba actuando solo como respuesta a la presión del memorialismo gallego, reflejada en la manifestación del pasado 19 de junio. "Ustedes se mueven en la medida en que lo hacemos nosotros. Usted está aquí porque nos movimos hace una semana. Si nos paramos, ustedes se paran", dijo Babío.

Los jardines de las Torres de Meirás –el nombre originario del pazo que le dio su primera propietaria, Emilia Pardo Bazán– van a abrirse al público y, según anunció la vicepresidenta, se va a celebrar en ellas un acto de reparación de las víctimas. Pero la IGM denuncia que aún no se han atendido varias de sus demandas, como permitir que participen en la definición de los usos del inmueble y que se proceda de manera urgente e inmediata a la protección administrativa, mediante su declaración como bienes de interés cultural (BIC), de los objetos artísticos, históricos y arqueológicos que contienen las Torres, y sobre los que la familia Franco ha reclamado judicialmente su plena propiedad.

Lo cierto es que el inmueble sigue ofreciendo prácticamente el mismo aspecto que tenía cuando los Franco lo disfrutaban. En las paredes permanecen colgadas decenas de osamentas de caza, así como escopetas y armas de distintas épocas repartidas por el tétrico corredor por el que se accede a las cocinas. El retrato del tirano vistiendo simbología fascista, pintado por Ignacio Zuloaga, y los de su familia, obra de Fernando Álvarez de Sotomayor, siguen presidiendo desde la galería del piso superior el luminoso recibidor de entrada. De la escalinata de piedra del hall ha sido retirada la inmensa alfombra roja de ribetes dorados, bajo la que se han resituado, al objeto de protegerlas, la media docena de ánforas antiquísimas que Franco obtuvo en su condición de jefe del Estado.

Para el acto se cerraron varias estancias que antes podían visitarse y que probablemente serán reabiertas también al público, como la biblioteca forrada de maderas nobles, que guarda parte del archivo bibliográfico de Emilia Pardo Bazán, y los salones y comedores donde el dictador almorzaba con su familia y en los que también celebró varios consejos de ministros. Ni la prensa ni los invitados al acto pudieron acceder a ellos, pero los y las más avispadas, previa solicitud del preceptivo permiso, sí pudieron orinar y sacarse un selfie en uno de los cuartos de baño que presumiblemente también utilizó el tirano durante los cerca de 40 años que poseyó ilegamente el pazo. Y, de paso, observar que los Franco aún tienen allí objetos tan personales como las palas y las pelotas de pádel que usaban en la pista aledaña al inmueble.

El evento sirvió para que el Ayuntamiento de Sada, el de A Coruña, la Diputación Provincial, la Xunta de Galicia y el Gobierno del Estado firmaran un protocolo de colaboración institucional para empezar a dar forma al futuro del pazo, que aún no ha sido decidido. El alcalde de Sada, Benito Portela, con quien Público realizó en su día una visita al inmueble cuando aún pertenecía a los Franco, alertó en su discurso de que "la integridad" del espacio "corre serio peligro" hasta que se proteja íntegramente todo su contenido histórico. Por ello, urgió al Gobierno y la Xunta a resolverlo cuanto antes y declararlo BIC para que las Torres de Meirás sean verdaderamente "libres, democráticas, gallegas y participativas".

El consejero de Cultura de la Xunta, Román Rodríguez, quien suplió al presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, que tenía hoy otro compromiso institucional en Logroño, ofreció al Gobierno la "colaboración total" del Ejecutivo autonómico "para trabajar de modo coordinado" en la restitución al patrimonio público de los bienes muebles que contienen las Torres. La vicepresidenta primera, por su parte, insinuó de nuevo la intención del Gobierno de hacer de Meirás un centro destinado a la memoria democrática, que sirva para narrar "el discurso íntegro de la verdad" de lo ocurrido en Meirás como símbolo de lo ocurrido también durante la dictadura.