Este artículo se publicó hace 2 años.
Auge y caída de la PAH Corredor del Henares y Guadalajara: "Esto parecía una gestoría"
Las dos asambleas deciden parar su actividad debido a la desmovilización de la ciudadanía, aún con "casos de represión" todavía a sus espaldas. La falta de relevo y la transformación de la realidad en cuanto a la vivienda, de hipotecas a alquileres, tambi
Madrid-Actualizado a
Dejan atrás centenares de desahucios parados, decenas de afectadas que pudieron solucionar su situación gracias a la lucha social y el apoyo mutuo, numerosas asambleas en las que se orquestaba uno de los movimientos asamblearios con mayor potencia en el Estado español y todo un amplio espectro de participación junto con otras organizaciones que buscaban la consecución de derechos como educación y sanidad. La PAH Corredor del Henares y PAH Guadalajara cesan su actividad tras más de diez años al pie de ese cañón que en muchos momentos estuvo en el portal del vecino afectado y cuyos activistas ocuparon para evitar el lanzamiento del inmueble. Ahora, la falta de interés por movilizarse de los propios afectados deja unas PAH sin ánimo y aliento que deciden despedirse, por el momento.
"Recuerdo las primeras asambleas en el local del PCE, que se llenaba, incluso se quedaba gente en la calle. Cada semana a lo mejor llegaban 20 personas nuevas buscando ayuda, éramos decenas en la asamblea", rememora Nani Martínez, última portavoz de PAH Corredor del Henares. El acompañamiento no se hizo esperar. Después de empezar a contactar con las familias y los bancos, y las primeras formaciones al respecto, la asamblea se movilizaba: las afectadas jamás acudían solas a la sucursal bancaria. "Hay acciones en las que hemos podido ser unas 100 personas. Una vez estuvimos en la puerta del banco hasta las 23.00 horas, y los trabajadores no salieron hasta entonces porque tenían miedo, aunque siempre hemos sido un movimiento pacífico", relata Martínez.
En la PAH nadie era ningún experto, sino todo lo contrario. Impotentes ante una hipoteca abusiva o un timo de un usurero, por ejemplo, nadie fue consciente de lo que le ocurría hasta que llegó la orden de desahucio. "Aquí aprendimos los unos de los otros, del compañero que más negociaciones lleva y así nos quedábamos con la copla; nos hemos ido estudiando las leyes que han ido saliendo, tirando órdagos al banco, también con talleres formativos de parte de abogados solidarios que nos han ayudado…", enumera de alguna forma la portavoz alcalaína.
En este sentido, la PAH Corredor del Henares no ha tenido que actuar demasiado a pe de calle para parar un lanzamiento. "La mayoría de las ocasiones lo hemos parado en negociaciones con el banco o las instituciones, llegando a acuerdos para que esta familia no tuviera un STOP Desahucio debajo de su casa, porque no es nada agradable", concretiza Martínez. Esta activista también estuvo presente en una de las acciones que más se quedó grabada en la memoria de la ciudad complutense: la acampada de 36 días que esta PAH llevó a cabo en el centro del municipio.
Promesas incumplidas en Alcalá
Desde el 30 de agosto de 2015 hasta principios de octubre, diversos simpatizantes y miembros de la asamblea ocuparon una parte del centro histórico de la ciudad, sin que nada ni nadie les consiguiera mover, excepto una promesa que nunca se cumplió: "Nos fuimos porque nos dijo el Ayuntamiento, gobernado entonces por el PSOE y Somos Alcalá, que en menos de un mes se entregarían 15 viviendas destinadas a proporcionar una solución habitacional para quien lo requiriera, y otras 30 más antes de finalizar el año. Casi siete años después de ese acuerdo, sigue sin cumplirse", enuncia la portavoz.
Más allá de esta experiencia, la fuerza de la PAH se hace patente en casos como el de Marisa, otra vecina de Alcalá de Henares. Una persona mayor y enferma que iba a perder su casa al haber sido estafada por un prestamista. En la primera orden de desalojo, en torno una veintena de activistas y periodistas hicieron noche en el inmueble, unos para intentar frenar el desahucio y otros para dar buena cuenta de lo que allí iba a suceder. A la mañana, ya eran 200 las personas las que se congregaban a las puertas del portal de Marisa. Lo pararon, y lo volvieron a parar mediante continuas negociaciones hasta que Marisa ha ganado el juicio contra el prestamista.
El tiempo fue pasando, al igual que decenas y decenas de afectados por la asamblea de la PAH, pero pocos eran conscientes de cómo se construía un movimiento con tal potencial. "La desmovilización lleva arrastrándose un tiempo, y si juntamos las amenazas de multas y la represión con el miedo al contagio acarreado por la pandemia, la desmovilización es prácticamente total", se explaya Martínez. Para ilustrar la situación, es la propia portavoz la que expone una situación repetida dentro del movimiento: "En el grupo de mensajería instantánea éramos más de 30 personas, pero siempre que pasaba algo solo contestaban tres. Eso ya se había convertido en una gestoría, todo lo contrario al espíritu de la PAH, así que PAH Corredor volverá el día que las propias afectadas tomen las riendas de la asamblea".
Comerciar con un derecho
Gustavo Rioja es uno de los últimos activistas que ha formado parte de PAH Guadalajara, otra asamblea que ha decidido cesar su actividad de forma momentánea. "Esta PAH surgió en el peor momento, cuando la gente perdía sus casas y aún tenían que seguir pagándola porque no aplicaban la dación en pago", recuerda el activista alcarreño. En este sentido, es él mismo el que se muestra apenado de que ni siquiera con el Gobierno formado por parte del PSOE y Unidas Podemos se haya considerado a la vivienda como un derecho subjetivo de la ciudadanía antes que como un bien de mercado.
"La PAH siempre ha sido un movimiento asambleario, es su esencia, donde la gente aprende de sí misma y de sus propias capacidades, donde se empodera y lo transmite al resto de personas que participan", relata el propio Rioja. A día de hoy, eso ha cambiado drásticamente en PAH Guadalajara debido al "bajo compromiso ciudadano que encontramos para que el movimiento asambleario lo siga siendo", según el activista. Este fin, quizá momentáneo, llega tras parar más de 200 desahucios entre las negociaciones con los bancos y la lucha a pie de portal. "Otro de nuevas victorias, muy importante también, es haber hecho llegar a la sociedad que la vivienda debe ser un derecho fundamental", remata Rioja.
En este sentido, otro de los hitos que rememora el activista es la denominada "Obra social de la PAH", mediante la cual se intentaba dar una solución habitacional a cualquier persona que lo necesitara: "Son las famosas ocupaciones de viviendas, pero siempre son de bancos, nunca de particulares. Nosotros conseguimos que unas 20 familias pudieran vivir en un bloque de Alovera [pueblo cercano a Guadalajara]. Fue una manera de ejercer el derecho a la vivienda que nos corresponde y que se nos niega continuamente", se explaya este guadalajareño.
Hipoteca, alquiler y represión
El activista, además, dedica algunas palabras a la relación entre la PAH y los grupos políticos municipales: "Siempre se han puesto de lado del poder, bancario y judicial. Ni siquiera en los casos de desahucio del barrio de El Alamín, donde podían presionar algo más, lo hicieron. Únicamente han realizado algún pago puntual del alquiler dentro de la normativa de apoyo a personas en situación vulnerable”. Rioja, por su parte, ubica la desmovilización en otro aspecto que ha ocurrido con el paso del tiempo: “Los desahucios por hipoteca se han reducido porque en estos diez años les hemos dado una salida, y mucha de esa gente ahora tiene alquileres, mucho más desprotegidos a la vez que mucho más difícil de luchar. Eso deja en un lugar mucho más difícil a la posibilidad de recursos legales, y la gente se ha desanimado y renunciado a la lucha más activista, por decirlo de alguna forma”.
La PAH, al fin y al cabo, plantaba cara a grandes instituciones, como bancos y fondos de inversión. A ninguno de sus activistas les pilló por sorpresa algunos casos de represión, tal y como los denuncian, que han ido haciendo mella en el movimiento. Sin ir más lejos, Martínez relata cómo un agente de la Policía Nacional le dijo directamente a ella "te vas a cagar". Sucedió en un desahucio en Alcalá de Henares, en enero de 2017: “Llegaron a cargar y 10 compañeros resultaron lesionados. A mí me arrastraron de rodillas unos dos metros”, relata la activista. El desahucio se paró a la llegada de la comisión judicial, pero el caso represivo tan solo había comenzado.
"Al final del todo me pidieron que me identificara y así lo hice. No sabía por qué, aunque lo entendí días después al recibir una notificación. Me acusaban de atentado contra la autoridad y decían que yo había roto la pierna a un policía", enuncia Martínez. Tras cerrar el caso y volverse a reabrir en los tribunales, ahora mismo se encuentran a la espera de vista oral después de que consiguiese abonar 4.000 euros impuestos como fianza y evitar así el ingreso en prisión gracias a la "solidaridad de otras asambleas de vivienda y muchísimas individualidades de todo el país", en sus propios términos.
Rioja también enuncia otro caso de represión que sacudió a la PAH Guadalajara. Se trata del activista Diego Catriel Herchhoren, quien publicó unas fotografías en las que aparecían los rostros de los funcionarios de la comisión judicial que ejecutaron un desahucio en la ya mencionada barriada de El Alamín. "Le imputaron un delito de revelación de secretos y le piden año y medio de cárcel. Ahora estamos pendientes de la sentencia", completa el activista de la localidad manchega.
Colectivizar el conflicto
Jesús García, activista de PAH Corredor, también reflexiona sobre el final de esta: "Al principio el conflicto era muy visible, el conflicto hipotecario era fácil de trabajar y te permitía mucho tiempo desde la primera denuncia hasta la ejecución del desahucio. Así, algunas personas apenas politizadas hicieron de su problema algo colectivo, que es la esencia de la PAH". De esta forma, "el apoyo mutuo salía solo" debido a las dinámicas que se vivían en los movimientos sociales hace unos años. Según este activista, "todas las asambleas, de educación, sanidad, sindicales, estudiantes, feministas, creaban un reflujo entre ellas, pues unas alimentaban a otras".
Eso también cambió y la desmovilización fue calando. "Ahora parecía más una gestoría porque se asociaba a la PAH como personas que te arreglaban tu problema. Las propias activistas creo que estaban cansadas y venían de un ciclo totalmente agotador. No supimos generar un relevo, y eso es esencial para la continuidad", en los propios términos de García. Martínez, por su parte, asegura que jamás se olvidará de lo que llegó a significar la PAH: "Aquí te sentías entendido, te quitabas la vergüenza y la culpa de perder tu casa, estrechabas lazos y conocías a gente que estaba dispuesta a luchar por ti y por el derecho a la vivienda que veías negado. Yo siempre digo que tengo mi familia de sangre y luego la familia de la PAH, con la que tanto he llorado y reído, porque aquí todo se vive con muchísima intensidad", concluye.
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