Cinco pueblos abandonados de Catalunya que puedes visitar
Destacamos lugares que para algunos son auténticas joyas que forman parte del pasado y del presente, y quizás también del futuro, y que ahora aprovechan para visitar en medio de la soledad.
Aleix Camprubí i Pont
Berga-Actualizado a
Para algunos, los pueblos abandonados no son más que un estorbo en medio del paisaje. Lugares que pueden correr el riesgo de acabar desapareciendo, pero que siguen en pie, con mayor o menor grado de conservación. En algunos solamente encontramos escombros y pocos cimientos, pero algunas estructuras siguen totalmente de pie.
Se trata de sitios que, por otros, son auténticas joyas que forman parte del pasado y del presente, y quizás también del futuro. Algunos los visitan con familia o amigos, y otros incluso llegan a inmortalizarlo como imágenes propias de otra época.
Cabe reseñar la labor del portal Pobles Abandonats, que detalla a través de los restos patrimoniales cómo funcionaba un lugar en una época concreta. En un mapa interactivo, podemos filtrar por núcleos vivos, en proceso de recuperación u ocupación estacional, o abandonados.
Entre los diversos pueblos abandonados que encontramos en Catalunya, destacamos un total de cinco. Lugares deshabitados o en desuso, algunos de los cuales se pueden visitar, siempre con precaución, teniendo en cuenta que se trata de propiedades privadas.
La Mussara (Baix Camp)
El pueblo fantasma de la Mussara forma parte del municipio de Vilaplana. Se encuentra abandonado desde que en 1950 la plaga de la filoxera, los problemas de sequía y varias derivadas prácticamente obligaron a sus ciudadanos a marcharse.
Se trata de un pueblo rodeado de cierto misterio, hay varias leyendas a su alrededor, en gran medida por la niebla. De hecho, algunos creen que hace de bisagra en un portal dimensional que existe.
Además, la iglesia de Sant Salvador también ha estado en la diana, al haber aparecido en ella pinturas y motivos satánicos, así como algunas psicofonías, según los amantes de los hechos paranormales.
Marmellar (Baix Penedès)
Seguimos con un pueblo de esos con un pasado oscuro. El pueblo Marmellar, perteneciente al municipio de Montmell, quedó despoblado con la Guerra Civil. Hoy se llega caminando desde la urbanización Atalaya del Mediterráneo, y encontraremos varias casas y manías hoy en ruinas, donde nunca hubo luz ni agua. También una iglesia y su campanario.
Según se ha recuperado del archivo parroquial, en el siglo XVIII el municipio sesenta habitantes. Pero la población fue disminuyendo y un incendio sentenció el lugar a quedar deshabitado en los años sesenta.
Fue en julio de 1993 cuando se encontró el cuerpo quemado de una joven en el interior de la iglesia, semienterrado. En 1996 también se encontró cadáver de una joven de diecinueve años que trabajaba en una gasolinera de L'Arboç, y que fue secuestrada en un atraco. Ambos hechos, junto con algunas pintadas satánicas que se han encontrado entre los escombros, lo convierten en un pueblo abandonado manchado de negro.
Peguera (Berguedà)
Como parte del municipio de Fígols, el pueblo de Peguera se encuentra abandonado hoy en día. Hace un siglo vivía de la extracción de la madera y especialmente de la minería. Precisamente fue la quiebra de la explotación minera y forestal lo que propició la marcha de los habitantes del pueblo, así como estar a 1.600 metros de altitud y no tener ni agua corriente ni electricidad.
Hoy no sólo está abandonado, sino que se ha convertido en un montón de escombros, ya que los propietarios han decidido demoler edificios para evitar su tributación y vender sus tejas. Todo ello bajo el imponente roc de Peguera, donde antiguamente estaba el castillo de Peguera, y que a partir de 1390 fue el centro de la Baronía de Peguera.
Un jeque millonario de los Emiratos Árabes compró el pueblo hace ahora veinte años para convertirlo en un complejo turístico de lujo. Pero finalmente le puso a la venta, tras encontrar más problemas de los previstos.
Como curiosidad, en Peguera nació Ramon Vila Capdevila. Más conocido por muchos como Caracremada, es uno de los maquis catalanes más conocidos de la historia.
Molinàs (Alt Empordà)
En proceso de recuperación se encuentra el pueblo de Molinàs, que forma parte del municipio de Colera, y que se utiliza como residencia puntual. Ya en época medieval era un núcleo de población disperso. Se constituyó en 1773, llegando en algún momento a tener un centenar de habitantes.
Se trata de un lugar transfronterizo que acabó despoblado a causa de las malas conexiones, inundaciones, y algunos incendios y heladas que sufrió a mediados del siglo XX. También la filoxera afectó, y los carabineros del control fronterizo habrían podido tener su peso. Las mejores opciones en lugares de alrededor, especialmente costeros, provocaron el éxodo de los trece habitantes que existían, entre los años sesenta y setenta.
La Asociación Olea de Molinàs empezó un proyecto de rehabilitación hace una decena de años. Su objetivo era crear una ecovilla.
Conill (Urgell)
Conill era un pequeño pueblo del término municipal de Tàrrega. Lo formaban tan sólo cinco casas, construidas durante la segunda mitad del siglo XVIII. También se hizo la iglesia de la Virgen del Rosario, que cierra la plaza del núcleo.
Se trata de un caso particular, pues pesaba sobre Conill un acuerdo por el que no se podían edificar más casas. Precisamente esto parece ser uno de los claros motivos por el que quedó sin gente en 1980.
Actualmente, quedan algunas casas en un estado regular, pero se trata de un pueblo protegido como Bien Cultural de Interés Local (BCIL). Ha habido algún proyecto que ha querido dinamizar o recuperar el espacio, sin éxito suficiente.
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