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La España vaciada La agonía demográfica: casi la mitad de los pueblos de España están a un paso de la desaparición

Un estudio que combina indicadores sobre la población, su evolución y el medio físico en el que se desarrolla pone de manifiesto cómo la esperanza de vida de más del 40% de los municipios españoles ya queda limitada a la de sus actuales y probablemente últimos habitantes.

Pueblos deshabitados
Muro de Bellos, en el Sobrarbe oscense, lleva décadas desierto tras haber sido integrado en varios municipios desde 1834. Eduardo Bayona

"Sin ninguna intervención, su esperanza de vida es la que tengan sus habitantes", resume María Zúñiga, profesora de Geografía de la Universidad de Zaragoza y miembro del Grupo de Estudios en Ordenación del Territorio, el horizonte de futuro al que su situación de desventaja demográfica aboca a 3.589 municipios españoles, algo más del 44% de los 8.124 del país.

Ese dato es una de las inquietantes conclusiones que ha arrojado la elaboración del Mapa 174, una iniciativa de la SSPA (Red de Áreas Escasamente Pobladas del Sur de Europa, por sus siglas en inglés), una malla de la UE en la que están integradas las provincias de Soria, Teruel y Cuenca, que ha consistido en realizar una "zonificación de los municipios españoles sujetos a desventajas demográficas graves y permanentes".

¿Y por qué se llama Mapa 174? Es una alusión al artículo del mismo número del Tratado de Funcionamiento de la UE, que aboga por "promover un desarrollo armonioso del conjunto de la Unión" y por "reforzar su cohesión económica, social y territorial", para lo que, entre otros aspectos, propone prestar "especial atención" a "las regiones que padecen desventajas naturales o demográficas graves y permanentes como, por ejemplo, las regiones más septentrionales con una escasa densidad de población y las regiones insulares, transfronterizas y de montaña".

Los autores del mapa, Zúñiga y José Antonio Guillén, de la Red SSPA, han combinado seis indicadores: número de habitantes, evolución del censo entre 1991 y 2018, índice de envejecimiento y natalidad en el plano demográfico y, en el físico, altitud y pendiente media, que no dejan de ser los aspectos que enumera el tratado como desventajas demográficas.

"La densidad de población es algo demasiado genérico. Se trata de ver cuánta gente hay y cómo está, y para eso optamos por un indicador multidimensional que permite medir la desventaja demográfica", explica Zúñiga, que divide los datos en tres bloques: cuánta gente hay y cómo ha evolucionado su número, cómo es esa gente y qué medio físico habita.

"Es muy difícil que un pueblo pueda salir adelante si en él no hay, o hay pocos, niños de menos de cinco años, y aspectos como la altitud o la existencia de pendientes pronunciadas complican la situación", anota.

La crítica situación de Cuenca, Soria y Teruel

Las conclusiones de ese trabajo, elaborado a partir de datos oficiales y públicos, indican que 1.776 (21,9%) de los 8.124 municipios del país sufren una desventaja demográfica muy grave y otros 1.813 (22,3%) una de carácter grave. "Se trata de pueblos cuya continuidad es muy difícil por esa combinación de factores, que los sitúa ante un horizonte muy complejo", apunta la geógrafa.

La estructura de esos 3.589 municipios, que suman el 44,2% del total del país, ofrece una prueba del nueve de los desequilibrios territoriales que España lleva casi dos siglos sufriendo, ya que ocupan el 37% del territorio (185.734 kilómetros cuadrados) pero en ellos solo vive el 2,4% de la población (1,11 millones).

El mapeo desarrollado por Zúñiga y Guillén muestra gráficamente cómo las desventajas demográficas se concentran en la mitad norte del país, con una especial intensidad en Castilla y León, con una fuerte presencia en el este de Galicia, el sur de Asturias, el norte del Castilla-La Mancha y los extremos norte y sur de Aragón y, también, con áreas más aisladas en el norte de Catalunya, el este de Extremadura, el sur de Albacete, la mitad oriental de Andalucía y algunos puntos de la Comunitat Valenciana.

La situación es especialmente crítica en las tres provincias integradas en la SSPA, en las que la suma de los municipios con desventajas graves y muy graves supera el 90% en Soria y pasa del 75% en Cuenca y Teruel. Más de la cuarta parte de los sorianos y más de la quinta de los turolenses son, salvo que algo imprevisto lo remedie, los últimos habitantes de sus pueblos, algo que aboca a la desertización demográfica a más de dos terceras partes de sus respectivos territorios.

"Planteamos esta cartografía como una primera aportación al debate sobre la zonificación y jerarquización de los municipios que sufren desventajas demográficas", señala Guillén, que se muestra abierto a "introducir nuevas variables sociales o económicas que permitan una mejor y más efectiva aplicación de las políticas de lucha contra la despoblación".

Habitantes vinculados y desequilibrios territoriales

"La despoblación es un proceso muy antiguo, y ahora en muchos pueblos quedan pocos habitantes y muy envejecidos", explica la geógrafa, que aclara que el volumen del padrón no es el único dato que debe tenerse en cuenta a la hora de valorar si un municipio sufre, o no, desventajas demográficas: "Tener pocos habitantes no significa tener poca vida. Hay pueblos que se llenan en verano, aunque eso complica al mismo tiempo la gestión de ámbitos como la atención sanitaria o el suministro de agua, y no hay que olvidar lo que se llama 'población vinculada', ya sea por trabajar o por poseer una segunda residencia en ellos", a lo que se suman los desplazamientos por vínculos familiares.

Guillén añade otro matiz interesante a la hora de afrontar una realidad de este tipo. "Por supuesto que España se enfrenta a un problema demográfico en su conjunto, pero la despoblación no está tan generalizada como en ocasiones se quiere hacer ver", indica, ya que no todos los hándicap territoriales, caso de las comunicaciones ferroviarias en Extremadura o Cantabria, responden a una desventaja demográfica.

Por su parte, un reciente documento del Banco de España llama la atención sobre el hecho de que "la fracción de la población residente en zonas urbanas ha aumentado desde el 65% hasta más del 87% en el período 1950-2018".

Junto con esa concentración, ante cuyos efectos abren una ventana de oportunidad las restricciones por la pandemia, que han disparado las búsquedas de vivienda en pueblos de menos de 5.000 habitantes , se ha producido una divergencia entre el "alto dinamismo demográfico" de las ciudades "desde finales del siglo pasado hasta 2011, para estancarse posteriormente", y las "intensas caídas poblacionales" del mundo rural, cuyas zonas menos pobladas "habrían presentado pérdidas elevadas de población en las últimas décadas", entre otras causas por "la aportación negativa del crecimiento natural de la población" por su "estructura poblacional sesgada hacia edades más avanzadas".

Un norte envejecido, despoblado y con estructuras obsoletas

En cualquier caso, el mapa constata la existencia de un patrón demográfico norte-sur en España, con una población más joven en la mitad meridional, que también presenta una pirámide poblacional más equilibrada y que tiene un sistema de asentamientos con mayor presencia de ciudades de tamaño intermedio.

"En el norte los municipios son de menor tamaño, con una estructura administrativa muy atomizada y pueblos pequeños que cada vez con más pequeños", anota la geógrafa.

Esa estructura tiene consecuencias de muchos tipos entre las que destaca una que también se concentra en esa envejecida y despoblada mitad norte del país, como es la dificultad para dotar de un órgano de gobierno a los pueblos ante la complejidad, cuando no imposibilidad, de armar una lista para las municipales.

Eso hizo que los vecinos de más de 600 pueblos no tuvieran nada que elegir en las últimas elecciones, las del 26 de mayo del año pasado: o se presentaba una sola lista o ni siquiera había candidatos.

Así se borra del mapa un municipio

Un pueblo nunca deja de existir. Quedan, en el peor de los casos e inundaciones al margen, sus ruinas. Lo que sí llega a borrarse de los mapas son los municipios, algo que ocurre cuando desaparece uno de sus tres elementos, que son el territorio, la población y la organización. Cuando falta uno de ellos, y lo más frecuente es que sea el segundo, la administración adscribe el primer elemento a uno de los colindantes y establece una nueva fórmula para el tercero.

Eso está regulado en el Reglamento de Población y Demarcación de las Entidades Locales y en la Ley de Bases de Régimen Local, que señalan al municipio como "la entidad local básica de la organización territorial del Estado" y al que le reconocen "personalidad jurídica y plena capacidad para el cumplimiento de sus fines".

La creación y supresión de municipios, que conlleva la disolución de los ayuntamientos que los gobiernan y la adscripción de su término municipal a otro, la regulan las comunidades autónomas, cuyas normas, en todo caso, obligan a recabar el informe del Consejo de Estado o de sus homólogos regionales, el de la "administración que ejerza la tutela financiera", que suele ser la Diputación, y el de las entidades locales afectadas.

El borrado del mapa consiste, formalmente, en la fusión del municipio despoblado con otro normalmente colindante, algo que, por ejemplo, la normativa aragonesa contempla en casos en los que, "por despoblamiento, sea inviable el mantenimiento de una administración pública autónoma o carezca de justificación la reserva del disfrute de determinados aprovechamientos de titularidad pública por un grupo de población muy reducido".

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