Este artículo se publicó hace 2 años.
Una cooperativa quiere hacer renacer un gran edificio del barrio antiguo de la ciudad catalana de Berga
Los impulsores de la iniciativa esperan realizar 14 viviendas y un buen puñado de espacios compartidos: la inversión total es de cerca de 2,5 millones de euros. La mayor partida es la rehabilitación del inmueble. Los futuros residentes vivirán allí en régimen de cesión de uso.
Aleix Camprubí i Pont
Actualizado a
Berga reconoce un problema estructural y de degradación de la vivienda de algunas zonas del casco antiguo de esta pequeña ciudad a las puertas de los Pirineos, capital de la comarca catalana del Berguedà. Después de año de insuficientes acciones, muchos de los pisos se encuentran deshabitados y en muy mal estado, y no se ha encontrado solución desde ninguna parte. En medio de todo esto, ahora una iniciativa pretende recuperar una de estas construcciones.
Se trata de Cal Blanxart, un gran edificio ubicado en medio de la parte alta del casco antiguo de la ciudad, en la calle Buxadé. Después de años sin inquilinos y con la consiguiente degradación, ahora se quieren realizar 14 viviendas de entre 40 y 80m². Se trata del 60% del edificio previsto por la iniciativa, puesto que en el 40% restante se quiere crear espacios comunes, con el objetivo de recuperar la vida en comunidad que había tenido el lugar.
Para llevar adelante el proyecto se han unido en un grupo motor 13 personas de entre 25 y 71 años que quieren garantizar el acceso a una vivienda digna, estable, sostenible y autogestionada. Y no de cualquier modo, sino apostando por el modelo de cooperativa, apartándose así del mercado inmobiliario, una "alternativa al modelo capitalista de vivienda que le ha llevado a la actual situación de degradación y de especulación".
"Alquilar un piso o la masovería urbana no nos encajaba, porque el edificio seguiría siendo de un privado. Por eso dijimos que la mejor opción era crear una cooperativa, comprar el edificio y sacarlo del mercado", detalla Judit Muñoz, una de las impulsoras.
Actualmente, en Cal Blanxart tienen previsto vivir un total de ocho unidades de convivencia, pero esperan llegar a las 14 para hacerlo viable. Aseguran que se les ha acercado mucha gente desde que presentaron el proyecto, algunos interesados en vivir en él, pero "es una decisión que no se toma de un día para otro".
Acompañados por La Dinamo, una fundación que apoya otros proyectos similares en toda Catalunya, prevén entrar a vivir a finales del 2026. Una vez comprado el edificio antes de acabar el año, prevén que las obras empiecen a finales de en 2023.
Calculan que necesitarán cerca de 2,5 millones de euros de presupuesto, que saldrán esencialmente de un crédito bancario (1,5 millones), así como de ayudas y subvenciones (500.000 euros) y de las aportaciones directas de los socios (450.000 euros). El grueso del gasto será por la compra y rehabilitación propiamente, con un total de 1,8 millones, lo que supone un 75% del total. El resto de dinero se destinará a contingencias y gastos varios (300.000), al equipo de gestión (165.000) y al equipo técnico para la construcción (155.000).
Actualmente, se está terminando el anteproyecto de arquitectura para sacar adelante la iniciativa tal y como la han pensado. "Es una rehabilitación bastante completa, no podemos decir que integral, pero sí muchas cosas se hacen de nuevo. Siempre intentaremos mantener todo lo patrimonio, pero cambiarán muchos espacios", detalla Muñoz.
Los socios de la cooperativa son quienes financian el proyecto en estos momentos, con el objetivo de acabar comprando el edificio a través de este crédito bancario. Fue a principios de año cuando firmaron las arras de compra, y esperan oficializar el traspaso a principios de este 2023 entrante.
La iniciativa también prevé llevar adelante una cooperativa de consumo, más allá de la cooperativa de vivienda, pero en el marco del propio proyecto. Defienden Cal Blanxart como "proyecto de ciudad", un espacio que tendrá huerto, patio, espacio para entidades, local comercial cooperativo, taller, biblioteca y sala de estudios, sala de lavadoras y biblioteca de las cosas.
Un gran edificio
Cal Blanxart es un edificio en el corazón de lo alto del centro histórico de la ciudad de Berga. El edificio se localiza en el número 18-20 de la calle Buxadé y su fachada principal de acceso hace continuidad con la casa de Cal Sarraïs. En el centro se ubica una escalera, con varios balcones a su alrededor, y también tiene un gran patio en la parte trasera, que se puede utilizar como huerto.
Muñoz explica que "descubrieron" el edificio cuando uno de los implicados buscaba un huerto en el casco antiguo, en un momento en el que el grupo de amigos vivía en la zona. "Ver ese edificio tan grande en desuso nos hizo plantear opciones para ir a ver", reconoce.
El inmueble toma el nombre de Blanxart, el hombre que dejó el edificio tal y como está ahora, según detallaron los impulsores del proyecto. Actualmente, es propiedad de una familia que ya no vive en la ciudad de Berga, con la que han estado negociando durante un buen puñado de meses, detallan los impulsores.
"No teníamos claro el hecho de salir adelante, sobre todo por la viabilidad económica. Pero siempre nos hemos entendido muy bien y han tenido muy buena disposición y nos han facilitado muchas cosas", sostiene Muñoz.
El modelo cooperativo
El modelo por el que han optado los impulsores de Cal Blanxart contempla que los socios de la cooperativa tengan cedidos los derechos de uso del espacio, aunque no sean propietarios de la vivienda. Se trata de una cesión indefinida, siempre que se cumpla el régimen interno, pero flexible, ya que existe libertad para marcharse en cualquier momento, según ha detallado Muñoz. "Dejas de pagar las cuotas mensuales y se te devuelve la aportación inicial, que es un grueso importante de dinero", dice la impulsora del proyecto.
La joven ha detallado que se trata de un modelo que ya se está aplicando en otros países, e incluso en algunos ya hay "mucha tradición", poniendo de ejemplo a Quebec. "Es un modelo que funciona. No estamos descubriendo nada nuevo", defiende sobre la viabilidad de la iniciativa.
El Ayuntamiento celebra la iniciativa
El Ayuntamiento de Berga ha celebrado esta iniciativa privada. Lo hace por dos motivos: por la propuesta de acceso a la vivienda y por la zona donde se ubica el espacio, según ha detallado el concejal de Vivienda y Urbanismo, Aleix Serra.
"Las cooperativas son una vía muy buena, pero requieren una iniciativa que muchas veces no estamos acostumbrados, requieren militancia, pero todo es empezar. Celebramos cualquier actuación para rehabilitar viviendas, pero sobre todo en el casco antiguo. Y más uno tan grande y situado donde está", argumenta.
El concejal dice que la cooperativa no ha pedido ninguna ayuda al Ayuntamiento en estos momentos, y confía en que tengan en cuenta las opciones que ofrecen los Next Generation. "Por el futuro, si aparece interés de una o más cooperativas, podríamos poner a concurso o establecer cómo acceder a un solar que tenemos", ha adelantado.
Y es que, si bien el consistorio "prácticamente no tiene edificios de vivienda en propiedad", sí existe esta oportunidad en un solar. "Si las opciones son de rehabilitación y en el casco antiguo, siempre será mejor. Pero si hay interés de más cooperativas y piden un solar público, nos vamos a mover", asegura Serra.
El concejal también ha definido como un problema estructural el que sufre el casco antiguo, una zona muy densa, con edificios "de no mucha calidad y con mucha pendiente". "Hemos llegado a nuestros días con zonas con muchas casas abandonadas, medio abandonadas o gente viviendo de forma irregular. Una situación bastante mala", reconoce.
Considera que el "abandono y la degradación de las últimas décadas es muy importante, hasta llegar a la ruina y el peligro de algunos edificios". Y añade que se ha sumado a las "especulaciones" de los 2.000, donde se realizaron "pequeñas operaciones de maquillaje", aunque no se llegó a rehabilitar.
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