Este artículo se publicó hace 4 años.
EcuadorEn Guayaquil la gente vive entre los muertos
La ciudad costera ecuatoriana, de 2,6 millones de habitantes, es la postal más siniestra de la covid-19 en América Latina. Un periodista de Público narra el dolor de los habitantes que no pueden enterrar a sus seres queridos.
Guayaquil-Actualizado a
En Guayaquil, literalmente, guardan a sus muertos. En los armarios, patios, alguna bodega o incluso en garajes. Lo más escondidos posible para frenar el hedor. Hasta este viernes 3 de abril de 2020, según las autoridades, al menos 550 cadáveres estaban en casas o departamentos, algunos incluso por ocho días.
La mayoría, ya descomponiéndose, por el calor imperante que oscila entre los 26 y 39 grados centígrados. La crisis sanitaria de la covid-19 ha encontrado en esta ciudad costera ecuatoriana, de 2,6 millones de habitantes, su rostro más siniestro.
"Estamos experimentando un cuello de botella en el levantamiento de los cuerpos", ha admitido en diálogo con Público el viceministro de Salud, Ernesto Carrasco. "Esperamos que la situación se normalice en los próximos días". Aunque la normalidad es algo que suena lejano en una ciudad signada por postales de miedo: cuerpos en las aceras, ciudadanos quemando neumáticos para llamar la atención estatal y teléfonos del 911 que no dejan de sonar para pedir auxilio porque no quieren vivir ya más junto a cuerpos inertes.
Público dimensiona la situación de Guayaquil con dos casos, cuyos cadáveres seguían guardados hasta las 19h00 de este viernes (hora española).
Sur la ciudad: Chimborazo 2425 y General Gómez. Edificio gris y azul, esquina. Primer piso. Allí ha muerto el jueves 26 de marzo, en su propio cuarto, Emma Marina González Sánchez, de 89 años. Su nieta, Melanie Párraga, universitaria de 21 años, hace el recuento de un dolor profundo: "Tenemos el certificado de defunción. No sabemos si fue Coronavirus. Ya no importa. Que se lleven el cuerpo. Está descompuesta. Pusimos a mi abuela en una caja funeraria. Tenía el rostro ya ennegrecido; le salía sangre por todos lados. El cuarto quedó humedecido por los líquidos. Vivíamos en el mismo departamento. Tuvimos que llevar el cadáver al garaje… Igual, hasta aquí sentimos los olores. ¿Cómo se puede vivir así, con olor a muerte que te persigue?".
Norte de la ciudad: Urdenor 1, manzana 138, villa 16. Casa de dos pisos, amarilla. Palmera afuera. Adentro, en su mismo cuarto, con el aire acondicionado a tope, yace Rafael Arnaldo Reyes Mora, de 67 años. Dejó de respirar la medianoche del viernes 27 de marzo. Hasta este viernes 3 de abril nadie se llevaba el cuerpo. Soltero, sin hijos, vivía con su hermano menor, Gastón, de 59, y la hija de este, Ana María (24).
Ella resume la situación: "Tuvimos que abandonar la casa. Soy médica y no es nada saludable vivir con los hedores de un muerto, por más ser querido que haya sido. Nadie responde. Ya tenemos incluso el acta de defunción y nada. Llamamos al 911, al 171, me la paso en Twitter y Facebook contando el caso y no tenemos respuestas. Es la peor pesadilla".
145 muertos oficiales y cientos sin saber por qué
Son relatos que se replican. Cada drama parece salido de las fauces de la literatura negra. Es Guayaquil, que concentra 1.638 contagiados de covid-19 de los 3.368 que tiene Ecuador a la fecha. Oficialmente en el país hay 145 muertes por el virus hasta el mediodía del viernes (hora local), aunque cientos de personas han fallecido sin que se les haga la prueba, como el tío Rafael Arnaldo o la abuela Emma Marina.
En tan solo un mes desde que se anunció primer caso de Coronavirus en el país sudamericano (1 de marzo), la postal de la tragedia latinoamericana se asienta sobre Guayaquil, que registra más números de casos y fallecidos que otros países de la región.
En los sectores más pobres -los cinturones de miseria, tanto en los extremos norte y sur- el panorama es peor por el tipo de edificaciones: más pequeñas, estrechas y el hacinamiento, donde pueden vivir hasta diez personas. En una de ellas lleva también siete días el cuerpo inerte de Manuel Mesías Tucunango Araujo, en la calle El Oro 5828, entre la 29 y la 30 (Suburbio). No retiran el cadáver.
Guayaquil padece una curva ascendente de los casos "acompañada de la mortalidad, especialmente de los grupos más vulnerables", explica Gina Watson, representante de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en Ecuador. "No es un comportamiento anormal del virus. La humanidad ha aprendido a vivir con las diversas pandemias a lo largo de la historia. Por ejemplo, la viruela: se erradicó. Luego se aprendió a vivir con la polio y en el continente americano se eliminó. Por tanto, como científicos estamos seguros que aprenderemos a vivir con la covid-19".
La situación extrema de Guayaquil, el Wuhan de Ecuador, ha provocado protestas de los habitantes, que exigen ayuda para enterrar a sus muertos. El Gobierno anunció el martes 31 de marzo que ya no era obligación cremar los cuerpos; sin embargo, desde la madrugada hay colas inmensas para tomar un turno, por ejemplo, en los cementerios de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, que es una de las tres entidades que dan este servicio. "Esta situación nos ha rebasado", asegura el dependiente, resignado.
Hasta militares para recoger cadáveres
El presidente Lenín Moreno, en un intento de enfrentar el drama, ha ordenado simplificar los trámites médicos y legales: de ocho papeles a uno, el certificado de defunción firmado por un médico.
Pero conseguir un médico para esa firma también se ha convertido en un suplicio. De allí que se creó en las últimas horas la Fuerza de Tarea Conjunta para que policía, bomberos, agentes de tránsito y las tres ramas de las fuerzas armadas (Ejército, Marina y Aviación) ayuden a recoger los cadáveres.
La persona a cargo de ello es Jorge Wated, titular de BanEcuador. Él asegura que este grupo ha podido sacar 150 cuerpos de sus casas en dos días; aunque no ha precisado cuántos quedan pendientes. "Me llamaron y asumí la responsabilidad. Más que generales necesitamos soldados de hacer una labor que nadie quiere hacer" (ver entrevista)
Morgues de hospitales también rebosan
Todo esto sin contar con los fallecidos en los hospitales públicos o clínicas privadas, cuyas morgues ya están rebosadas. Los médicos y enfermeras han difundido imágenes de decenas cadáveres envueltos en fundas, que luego han sido censuradas. Para descongestionar las casas de salud el plan ha sido usar contenedores frigoríficos para los muertos, tres de ellos entregados por el Ayuntamiento de Guayaquil.
En un día regular, por circunstancias naturales o violencia, mueren en la ciudad un promedio de 28 personas. Eso más la covid-19 suman un coctel de mortandad que el régimen no ha podido atender, y cuyas cifras difieren. De allí que este viernes el Gobierno aceptó la ayuda ofrecida por la alcaldesa de la ciudad, Cynthia Viteri, para que agentes municipales se sumen con equipos a retirar los cuerpos de casas, veredas y calles.
"Vamos a transparentar la información por más dolorosa que sea", ha dicho el primer mandatario este jueves. Aunque también ha insistido que hay campaña de desinformación liderada por el expresidente Rafael Correa. Las cifras son dolorosas. Tanto que medios de comunicación prestigiosos, como diario Expreso, han publicado que en dos días se reportaron 700 fallecidos, cuyas causas, sin embargo, no se pueden determinar.
Al tema de los fallecidos se suma el desborde en los hospitales y clínicas. Ya no hay camas disponibles. Las mismas autoridades piden que esperen que los síntomas pasen dentro de casa. Que es más seguro sobrevivir en sus propias habitaciones. Ni siquiera hay espacio para los propios médicos o enfermeras contagiados, como denunciaron empleados de un hospital de Guayaquil. O, incluso, los 300 trabajadores de la salud que prefirieron renunciar ante un escenario de horror. De allí que el Estado convocó a plazas de trabajo para llenar las vacantes.
Bitácora real de los fallecidos: Memorias Vivas
Todos los días, los ecuatorianos esperan un número oficial. El boletín de contagiados y fallecidos por coronavirus. Un número que permita comprender la dimensión de la tragedia. Pero, ante la imposibilidad de realizar velorios y sepelios, es doloroso ver cómo tantas familias no pueden despedirse de sus seres queridos de una forma apropiada. Sin el homenaje colectivo que merecen.
La periodista Alina Manrique, del portal digital La Barra Espaciadora, dirige a un equipo que trabaja ad honorem para levantar obituarios de quienes han partido durante la emergencia sanitaria. Se profundiza en quiénes eran, a qué se dedicaban, para darle rostro a los números del horror.
El sitio Memorias Vivas, liberado esta semana, ha recibido más de 100 microrrelatos en tres días, que se están procesando con un gran esfuerzo de minería de datos y verificación. "Y todos los días añadimos nombres. No solo nombres, sino también matices de cada ser humano. Al final, lo que queda para la posteridad no es la causa de su muerte, sino el sentido de su vida: si eran madres, comerciantes, médicos, amigos, deportistas", explica Alina.
Los cementerios de la ciudad (todos privados) han explicado que están disponibles 2.000 espacios para afrontar la situación. Algo que no será suficiente: el mismo Jorge Wated y el presidente Moreno han ratificado este jueves el peor escenario: los muertos superarán los 3500. Así, Guayaquil está lejos de superar el dolor, mientras más cuerpos se apilan en las aceras y esquinas más ocultas de casas y departamentos. Así, Guayaquil vive con sus muertos.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.