Este artículo se publicó hace 3 años.
Cuando Fraga llenó de perdigones el culo de Carmencita Franco para regocijo de Berlanga
Se reestrena 'La escopeta nacional' en el centenario de Luis G. Berlanga. Genial y afiladísima comedia, en ella el cineasta y Azcona retrataba algunas malas costumbres de la España franquista. La vuelta al cine de este clásico es solo una de las actividades del Año Berlanga.
¡Hay tantas cosas que celebrar de Luis García Berlanga y de 'La escopeta nacional'! pero, de todas, sin duda, una de ellas es –y ésta se remonta a antes incluso de que Rafael Azcona y el grandísimo cineasta fallero del cine español escribieran el guion- es el mal rato y el miedo atroz que pasó Manuel Fraga en la cacería en la que, apuntando a una perdiz, acertó los perdigones nada menos que en el culo de Carmencita Franco. "Quien no sepa cazar, que no venga", gritó Franco.
¡Viva aquella hábil perdiz! Concedió una pequeña alegría a los españoles y una idea magnífica a Berlanga, que de allí sacó la farsa de 'La escopeta nacional'. Ahora, en el centenario del cineasta valenciano, se reestrena esta película, retrato y crítica de la España franquista en la que se sacaban los ojos los antediluvianos ministros de la dictadura y los tecnócratas el Opus Dei que asaltaron el gobierno a finales de los años cincuenta.
"Llamad a la servidumbre"
Genial, delirante por momentos, divertidísima y afiladísima, esta comedia además dibujaba perfectamente el tráfico de influencias de la época, una costumbre tan arraigada que todavía hoy seguimos padeciendo con la intensidad de entonces. Insuperable José Sazatornil encarnando a Jaume Canivell, el industrial catalán que pagaba una cacería para 'colocar' sus porteros automáticos, e inigualable Luis Escobar en el papel del marqués de Leguineche con su colección de vello púbico y sus imborrables frases –"llamad a la servidumbre, que esto (refiriéndose a su propia agonía) les encanta, que vengan todos que tengo que perdonarlos".
Repelentemente rijosos José Luis López Vázquez y Luis Ciges; amenazadora, tuerta y vengativa Amparo Soler Leal; codicioso y vulnerable el ministro que interpretaba Antonio Ferrandis; perfectamente mimetizado con su papel Agustín González, como el cura bestia más franquista que Franco… Mónica Randall, Bárbara Rey, Rafael Alonso, Félix Rotaeta… Un reparto coral que el maestro Berlanga repitió como fórmula en muchas otras de sus películas.
La epopeya de nuestras miserias
'Patrimonio nacional' y 'Nacional III' fueron la continuación de la saga del marqués de Leguineche, que hubiera continuado si Luis Escobar no hubiera muerto. Ya estaba escrito entonces el guion de 'Nacional IV', que se reescribió con el título de '¡Viva Rusia!' y que ahora ha aparecido en la caja que Berlanga guardó en la Casa de las Letras con el mandato de que se abriera en junio de este año, en el centenario de su nacimiento. Aunque sin rodarse, ya se puede completar la historia de esta epopeya de nuestras miserias.
Cronista de la España cambiante, Berlanga, hoy un genio indiscutible, no tuvo sin embargo especial éxito con sus primeras películas ni recibió durante un tiempo el abrazo de sus colegas de profesión. El cineasta sufrió la sospecha de sus compañeros, la mayoría antifranquistas y partidarios de Juan Antonio Bardem, militante comunista y rostro destacado del cine español contra la dictadura, lo contrario que el valenciano que nunca se definió políticamente en público. Y ello a pesar de que había trabajado con Bardem en sus inicios. Las cosas, naturalmente, cambiaron y hoy 'El verdugo' está considerada como una de las mejores películas de la historia del cine.
En el mundo de las contradicciones
Rodada el mismo año en que se condenó a muerte y fusiló a Julián Grimau –hecho que aparece en 'Rodaje', la nueva novela de Manuel Gutiérrez Aragón-, aquella película se ha erigido merecidísimamente como una de las más lúcidas y potentes denuncias del cine contra el fascismo y contra la pena de muerte.
Es solo una de las muchas paradojas que vivió Luis G. Berlanga. Enfrentado a los recelos de sus colegas cuando sus películas hablaban por sí solas de forma muy contundente, el cineasta vivió constante y felizmente en el mundo de las contradicciones. Retratista de personajes mezquinos y canallas, como creador los adoraba y transmitía desde la pantalla un inmenso cariño por ellos.
Acusado de misógino, era "tan misógino como feminista", tal y como destacó Josefina Molina en su discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua. Y ahí está la soberbia 'Tamaño natural', donde una muñeca representaba el poder femenino imposible de vencer por los hombres, en la que Berlanga –y los guionistas Azcona y Carrière- revelaban al hombre como una víctima de sí mismo con todos sus terrores masculinos y desde la que se disculpaba por el imperio de su sexo sobre el femenino.
El año Berlanga
Autor de '¡Bienvenido, Míster Marshall!', 'Plácido', 'Los jueves, milagro', '¡Vivan los novios!', 'La vaquilla', 'Calabuch', 'Todos a la cárcel'… con solo 17 largometrajes a sus espaldas, muchos menos que otros grandes del cine, Berlanga abrazó un territorio infinito muy difícil de sintetizar. Poco a poco, con las distintas actividades programadas por su centenario, se propone la aproximación a su figura y a su obra.
La Fundación Academia de Cine recupera ahora su filmografía y proyecta sus películas con coloquios posteriores que ahondan en su trabajo. La pasada semana se abrió la caja que contenía el guion de '¡Viva Rusia!'. Ya se puede visitar la maravillosa exposición 'Berlanguiano' en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, "un plano secuencia de su obra, de su vida y de la nuestra", decía Mariano Barroso, presidente de la Academia de Cine, responsable de la muestra. Valencia también ha programado varios actos… Y la banda Societat Musical Eslava interpretó hace unos días en la Puerta del Sol música de las películas del maestro, el alma fallera del cine, ¡Ole mi mare!, ¡Ole mi suegra y ole mi tía!"
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