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Las grandes potencias se presentan a la COP26 sin cumplir con sus compromisos y aumentando las emisiones de CO2

La Cumbre del Clima se abre con una brecha clara entre los proyectos de descarbonización de los países y lo que reclama la ciencia a través del Acuerdo de París.

Vista de la central de carbón de Jaenschwalde, en Alemania.
Vista de la central de carbón de Jaenschwalde, en Alemania. Matthias Rietschel / REUTERS

Con los deberes sin hacer. Así acuden las potencias internacionales a la Cumbre del Clima de Glasgow. Los países llegan al encuentro de la ONU con todas las promesas manchadas de CO2 y con la difícil tarea de encontrar, durante las próximas dos semanas, una salida a este entuerto. Los datos de diferentes fuentes demuestran que los grandes contaminantes han incrementado su huella de carbono en el último año. Ni la pandemia ni el parón económico han conseguido impulsar ese giro verde y radical que demanda la ciencia. El G20, los países más industrializados y emergentes, han aumentado sus niveles de CO2 en un 4% en 2021, recuperando los niveles previos a la pandemia. De hecho, algunas naciones de este grupo como Argentina, India, China o Indonesia han superado los valores previos a la emergencia de la covid.

Estos países son, según el índice de Climate Transparency, responsables del 75% de las emisiones globales. Otros estudios publicados en la previa de la Cumbre del Clima señalan que no sólo aumentan las emisiones liberadas a la atmósfera, sino que la concentración de partículas de CO2 es cada vez mayor. La Organización Mundial de Meteorología informaba de que esta misma semana se había documentado un nuevo récord, con 413,2 partes por millón de dióxido de carbono en el aire. 

La retórica de la lucha climática adoptada por los países firmantes del Acuerdo de París también ha quedado en evidencia esta semana. Ha sido la propia ONU quien ha alertado de las "tendencias preocupantes" y de la inacción de la mayoría de las 196 naciones que firmaron en 2016 el compromiso de descarbonizar sus economías. Con los planes para reducir los gases de efecto invernadero que hay sobre la mesa ahora mismo, la temperatura del planeta subirá 2,7ºC, un dato demoledor si se tiene en cuenta que el objetivo marcado por la ciencia es mantener la subida del mercurio global por debajo del grado y medio.

El informe de síntesis de la ONU analiza los NDC, las contribuciones nacionales a la lucha climática que cada país ha presentado ya. Según este documento de los 196 países vinculados al Acuerdo de París, tan sólo 143 han presentado su planes. De estos, además, sólo la mitad cumplía con lo acordado de alcanzar la neutralidad de CO2 para 2050. 

"No estamos ni de lejos donde la ciencia dice que deberíamos estar"

"Las partes deben redoblar urgentemente sus esfuerzos climáticos si quieren evitar que el aumento de la temperatura global supere el objetivo del Acuerdo de París de estar muy por debajo de los 1,5ºC para finales de siglo", ha valorado Patricia Espinosa, secretaria ejecutiva de ONU Cambio Climático. "No estamos ni de lejos donde la ciencia dice que deberíamos estar".

El incremento de emisiones de las grandes potencias viene parejo a las inversiones públicas y empresariales que se destinan a las energías sucias. Según Climate Transparency, entre 2018 y 2019 los países del G20 destinaron más de 50.000 millones de dólares a financiar proyectos relacionados con combustibles fósiles. Los expertos advierten, no en vano, que lo que hoy son beneficios derivados de las inversiones en carbón, gas o petróleo se convertirán en importantes pérdidas: el PIB del G20 podría bajar un 4% si no se frena la crisis climática, según una publicación presentada esta semana por el Centro Euro-Mediterráneo de Cambio Climático (CMCC).

Reino Unido, China, EEUU y Europa

Los ojos, en cualquier caso, siempre están puestos en los grandes países industrializados. Esos mismos que han elevado sus cifras de CO2 en el último año. Sólo Reino Unido presenta de cara a 2030 una reducción de la producción de gas, carbón y petróleo acorde con las demandas de la ciencia. El resto de los Estados fuertes del G20, según otra publicación previa a la COP26, sigue apostando por los combustibles fósiles de tal manera que en 2030 se estará consumiendo un 110% más de lo acordado en el Acuerdo de París. 

China, por ejemplo, ha presentado in extremis sus NDC, a las puertas de esta COP26. Pero el documento no sólo no satisface las demandas de la ciencia sino que siquiera plantea un recorte de emisiones de CO2 hasta finales de década. El país dirigido por Xi Jinping anuncia que seguirá emitiendo gases de efecto invernadero hasta 2030, año en el que alcanzará "un pico de emisiones", según los planes presentados. El gigante asiático no prevé alcanzar la neutralidad de carbono hasta 2060.

Con los planes actuales, se producirá un 110% más de combustibles fósiles de lo que marca el Acuerdo de París

EEUU –que se incorpora a las negociaciones tras la salida casi anecdótica del Acuerdo de París por parte de Donald Trump– ha planteado una reducción del 50% para 2030, un porcentaje que está algo adulterado si se compara con Reino Unido o la Unión Europea, que presentaron recortes más o menos similares, pero respecto a las emisiones de 1990. La Administración Biden anunció una rebaja respecto a 2005, lo que implica una reducción menor. 

Europa acude en un momento marcado por la incertidumbre energética. Aunque el mandato de Ursula von der Leyen ha estado marcado desde su inicio por un incremento de la ambición, con una reducción del 55% para 2030 y con amplias medidas financieras encaminadas al impulso de las renovables, en las últimas semanas se ha abierto un peligroso debate que podría echar por tierra los planes de transición. Se trata de la idea de incluir el gas y las nucleares dentro de la taxonomía de energías verdes, algo que podría apartar a un segundo plano la financiación de proyectos renovables al mismo tiempo que se eleva el consumo de gas y las emisiones asociadas.

Con este contexto de acción climática arranca la COP26 de Glasgow, una nueva oportunidad para que las grandes potencias reconduzcan sus planes y eleven la ambición climática, es decir, incrementen sus compromisos para la reducción de emisiones. El reto de esta cumbre es tratar de alinear esos porcentajes de reducción de emisiones con el texto del Acuerdo de París, que reclama una reducción anual del 7,5% de las emisiones de CO2 durante la próxima década para poder conseguir mitigar los peores efectos de la crisis climática. 

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