Este artículo se publicó hace 3 años.
Las edificaciones construidas sobre cauces naturales sufren los peores daños provocados por la DANA
Las fuertes precipitaciones han generado grandes desperfectos en numerosos pueblos de Toledo, la mayoría de ellos con construcciones levantadas sobre el cauce de arroyos secos que se han desbordado con las lluvias.
Alejandro Tena
Madrid-
Las inundaciones vuelven a repetirse un año más. La DANA está afectando a prácticamente todo el mapa español, dejando pueblos enteros anegados y miles de desperfectos. En este contexto, todos los focos vuelven a señalar a la crisis climática como principal factor, en tanto que el calentamiento global está haciendo que los fenómenos meteorológicos extremos sean cada vez más recurrentes y virulentos, tal y como ha advertido recientemente la Organización Meteorológica Mundial. Sin embargo, el cambio climático no es el único elemento que está detrás de los daños, la alteración del entorno natural y el desarrollo urbano son fundamentales para entender la magnitud de los daños generados por las tormentas.
Según las estimaciones de los expertos, hay cerca de 50.000 edificaciones ubicadas en zonas de riesgo de inundación y algunos de los municipios más afectados por las precipitaciones de estos días se encuentran dentro de esa estadística al haber viviendas levantadas en cauces de arroyos. Cobisa, localidad toledana que ha sido noticia por las imágenes impactantes del agua derrumbando muros y paredes de viviendas, es un claro ejemplo de arroyos secos que han sido urbanizados.
El arroyo de la Degollada, que nace al sur del municipio y atraviesa este pueblo para desembocar en el Tajo, permanece habitualmente seco, pero su existencia es un indicativo del riesgo de inundación. "A medio plazo, nunca sabemos cuándo, cuánto y dónde va a llover, pero sí sabemos por donde va a correr el agua", explica Santiago Martín Barajas, portavoz de Ecologistas en Acción, que denuncia que año tras año se producen imágenes similares debido a la planificación urbana de España.
En el caso de Guadamur, también en la provincia de Toledo, la riada ha arrastrado a numerosos coches y ha dejado desperfectos en gran parte del pueblo. Este municipio es atravesado por el arroyo de la Dehesa Nueva, cuyo cauce permanece seco durante gran parte del año. Algo similar ha ocurrido en otros pueblos manchegos como Torrecilla de la Jara, localidad que es bordeada por el arroyo de la Sangrera; San Martín de Montalbán, que posee parte de su territorio urbano levantado sobre el cauce del arroyo de Marmarotero; o Argés, localidad que se ubica junto al arroyo de Jorge.
¿Adaptar el urbanismo a la crisis climática?
El desarrollo urbano y las construcciones en balsas de inundación fue determinante también en las inundaciones que azotaron el centro de Europa el pasado mes de julio, pero también ha dejado estampas catastróficas en España en el pasado, como el desbordamiento del río Cidacos que arrasó el municipio navarro de Tafalla en el verano de 2019.
Por otro lado, el uso antrópico de los suelos y la intensificación de episodios de lluvias torrenciales tiene unas graves consecuencias económicas que en España se ubican en unos 800 millones de euros anuales destinados a la reparación y reconstrucción de daños, según datos del Consorcio de Compensación de Seguros y el Instituto Geológico y Minero de España. Además, sólo el Ministerio para la Transición Ecológica ha destinado 150 millones de euros en los últimos siete años a partidas excepcionales para reparación de desperfectos generados por temporales.
"Cuando tú te compras una casa nadie te dice si estás en una zona de riesgo de inundación"
Si no es por el drama humano que generan estos episodios, las cifras económicas deberían servir para actuar y adaptar los territorios a un mundo marcado por la crisis climática. Fernando Prieto, director del Observatorio de la Sostenibilidad reconoce que existen numerosos barrios y municipios que han sido edificados sin atender a los riesgos de inundación, pero considera que el camino no debe estar en el derribo. "Es imposible", dice a Público. "A corto plazo se puede hacer muy poco, no puedes cambiar parte de una ciudad o un pueblo entero de un día para otro. Sólo se puede actuar a través de mecanismos de alerta temprana, con SMS a ciudadanos que residan en estas zonas de riesgo que es posible que haya una inundación. Así puedes garantizar que la gente esté informada y que no salga de sus casas", argumenta. El experto incide también en la necesidad de dar a conocer a propietarios e inquilinos la realidad. "Cuando tú te compras una casa nadie te dice si estás en una zona de riesgo de inundación cada 25 años o cada 500 años. Eso no debería ser así".
Es a medio y largo plazo donde más tarea de reconversión y adaptación tienen las Administraciones. "Se puede cambiar los suelos para que sean mucho más drenantes, sobre todo en aparcamientos y carreteras. Cuando se impermeabiliza el casco urbano de un pueblo se consigue que el agua no se infiltre y que circule con más rapidez y fuerza en caso de inundaciones", apunta Prieto, que reclama medidas basadas en la naturaleza como el desarrollo de bosques junto a cauces para frenar las crecidas.
Martín Barajas, por su parte, es mucho más severo y sostiene que el único camino es revertir la situación derruyendo lo que ha sido mal edificado. "Lo único que hay que hacer es cumplir con la ley vigente", manifiesta el ecologista, en referencia al Plan Hidrológico Nacional, cuyo artículo 28 establece que el Estado debe "eliminar las construcciones y demás instalaciones situadas en dominio público hidráulico y en zonas inundables que pudieran implicar un grave riesgo para las personas y los bienes".
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