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¿Les toca ahora a ellos?: la responsabilidad de los métodos anticonceptivos recae en las mujeres

El aprendizaje social, en este contexto de desigualdad patriarcal, normaliza, desde el momento en el que se empiezan a tener relaciones sexuales, la idea de que los hombres no tienen mucho que hacer en la contracepción.

Unas manos sujetan unas pastillas y un condón
Unas manos sujetan un preservativo y unas pastillas. Freepik

Rodrigo y Claudia son dos jóvenes de 24 y 23 años. Ambos recuerdan las primeras conversaciones que tenían en el instituto sobre sexo. Ella cuenta que uno de sus grandes miedos era el dolor. "¿La primera vez tú sangraste? ¿Te puedes quedar embarazada solo con masturbar a tu pareja?", se preguntaban entre amigas. Él habla de que le inquietaba perder su "pene de leche", como con los dientes. También piensan en "la charla" con sus madres. Cuando llegó el día, la de Rodrigo, enfermera, le indicó dónde estaba el cajón de los condones en un diálogo más bien escueto. A Claudia se le quedó grabada la imagen de su madre llorando cuando se enteró de que había estado con un chico. 

Esa, junto a una clase en la que les enseñaron a colocar un condón en un plátano, fue toda la educación sexual que recibieron; llena de prejuicios y desconocimiento, pero con una diferencia crucial entre ambos. En ella sobrevolaba, desde el principio, el temor a quedarse embarazada. "Te arruinas la vida", escuchaba decir a su abuela. Para él suponía poner a prueba su virilidad, "aguantar el tiempo suficiente".

Carmen Ruíz Repullo: "Toda la educación sexual que da es una educación de la socialización del peligro y no del placer"

La socióloga y especialista en coeducación Carmen Ruíz Repullo relaciona esta dinámica con nuestra falta de educación sexual: "Toda la educación sexual que da es una educación de la socialización del peligro y no desde la socialización del placer. Antes que explicar los métodos anticonceptivos, tendríamos que explicar el deseo, los cuerpos, los límites de la intimidad... Pero en ninguna escuela que yo conozca se trabaja esto de manera integral".

El aprendizaje social, en este contexto de desigualdad patriarcal, normaliza, desde el momento en el que se empiezan a tener relaciones sexuales, la idea de que son las chicas quienes tienen que hacerse cargo de la anticoncepción (en parejas cis y heterosexuales). Con los varones, en cambio, se piensa que es un asunto sobre el que no tienen mucho que hacer, más allá de ponerse el condón cuando toca.

"Al final la sexualidad de ellas se construye como un elemento para agradar a la otra parte, por eso es tan heteronormativa, porque al final les han dicho que tu sexualidad existe en la medida en que agradan a quien tiene enfrente. A ellos, en cambio, les han dicho que su sexualidad es un elemento de identificación de la masculinidad. A las chicas les dicen, desde la más tierna infancia, que la sexualidad es un elemento a explotar. A los chicos les educan para que la sexualidad sea un elemento que demostrar", afirma Ruíz Repullo a Público

El desequilibrio en la responsabilidad de la anticoncepción parte de una desigualdad en los propios métodos

La experta pone de relieve la importancia de promover la educación sexual mucho antes de que llegue la práctica sexual para que se tenga información, "sobre todo en relación con la empatía, con la consideración de las emociones de la otra persona con la que estás". "Desde ahí se edifica todo lo demás", expresa en una conversación con este medio. 

Los ejemplos son miles. Samuel, un chaval cuya pareja toma la píldora anticonceptiva, reconoce que, aunque se preocupa por que su novia no se olvide de tomarla a diario, "muchos días" no se lo recuerda. Mientras que Miguel, joven en la misma situación, directamente no se lo recuerda, salvo "en alguna ocasión contada, cuando coincide que duermen juntos".

Mónica explica que, después de tener su segunda hija, como su marido no estaba dispuesto a hacerse la vasectomía, se puso un DIU; y Ana se hizo la ligadura de trompas porque su pareja "salió corriendo cuando el médico le habló de anudar sus conductos deferentes". Están, además, todas aquellas mujeres que tienen que insistir a la persona con la que van a tener sexo para que se ponga preservativo y esas otras que han tenido, incluso, que sufrir la violencia que implica que se lo quite en medio del acto sexual sin su consentimiento.

A ellos no se les pregunta sobre métodos anticonceptivos

Este desequilibrio parte de una desigualdad en los propios métodos anticonceptivos, la mayoría de los cuales –sean hormonales o no– están dirigidos a las mujeres, sobre quienes recae como consecuencia esa responsabilidad.

Tanto es así que una de las entidades clave en la evaluación de la salud sexual y el uso de métodos anticonceptivos, la Sociedad Española de Contracepción, ni siquiera incluye a los hombres en su Encuesta de Anticoncepción, que realiza cada dos años. Esta postura respecto a la metodología, que se limita a preguntar a mujeres de entre 15 y 49 años pero no a sus homólogos masculinos, no es sino un síntoma más de esta inercia.

El preservativo es el método anticonceptivo principal utilizado actualmente por las mujeres en edad fértil; en segundo lugar se sitúa la píldora

Gracias al último estudio de la SEC, de 2022, se puede saber que el preservativo (35,7%) es el método anticonceptivo principal utilizado actualmente por las mujeres en edad fértil. En segundo lugar se sitúa la píldora, que es mencionada por el 17%. Un 4,7% afirma que su pareja tiene la vasectomía, frente al 3,8% que señala haberse hecho la ligadura o extirpación de trompas. También llega al 3,8 el porcentaje de las que utilizan el DIU hormonal, el 2,9% el DIU de cobre, el 1,9% el anillo vaginal y el 1,7% el implante subcutáneo. Pero no tenemos información sobre ellos.

El doctor José Cruz Quilez Conde, presidente de la SEC, cuenta a Público que, con el paso de los años, sobre todo entre las mujeres más jóvenes, "los tratamientos hormonales que se dan desde la ginecología se han empezado a ver desde una mirada peyorativa".

"La gente joven no está abrazando estos métodos anticonceptivos hormonales clásicos de la misma manera que se hacía antes. En los años 60 o 70 fueron como una liberación sexual de la mujer. Sin embargo, ahora se ve distinto, y ¿por qué se ve distinto?: Porque yo creo que ese segmento de población más joven intentan corresponsabilizar a sus parejas en cierta medida. Esto hace que ellas no estén abrazando este tipo de anticoncepción, tratando un poco de que sus parejas también se metan en el mundo de la contracepción", afirma Quilez Conde.

Como explica el ginecólogo, la píldora para las mujeres lleva existiendo más de 40 años, pero la masculina sigue perdida entre ensayos clínicos. La presión social y en la pareja hace que ellas hagan uso de estos anticonceptivos, incluso aunque les siente mal, convirtiéndose la salud reproductiva en una de las cuentas pendientes de la lucha feminista.

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