Ocho calas para enamorarse de la Costa Brava
Rodeadas de rocas y acantilados y con aguas cristalinas, esta zona del litoral catalán es ideal para desconectar durante estas vacaciones de verano y refugiarse del calor
Barcelona-Actualizado a
Una de las joyas del turismo en Catalunya es sin duda la Costa Brava (Girona). Es uno de los destinos más recurrentes (y preferidos) de los turistas que visitan tierras catalanas, pero lo cierto es que todavía conserva rincones vírgenes que pocos han explorado, como las calas alejadas de las playas más masificadas y centros urbanos. La mayoría son parajes en los que sólo se puede llegar bordeando el mar a través del sendero GR 92 o en barco.
De arena o de piedras, rodeadas de rocas y acantilados, con aguas cristalinas de color turquesa al más puro estilo mallorquín o menorquín, desde Blanes hasta Portbou, te proponemos ocho calas para enamorarse de la Costa Brava (y refugiarse del calor este verano).
Cala Montjoi de Roses
Está a unos siete kilómetros de Roses, en el parque natural del Cap de Creus. Se puede llegar en coche a través de una carretera que te permite disfrutar de una ruta por los acantilados que la rodean. Eso sí, en temporada alta –del 15 de julio al 31 de agosto- la circulación está restringida. No está aislada del mundo, de hecho, muy cerca se encuentra el restaurante que dio a conocer mundialmente al cocinero Ferran Adrià, El Bulli, que ahora es un museo. La cala Montjoi es ideal para andar entre las rocas o descubrir el fondo marino a través de sus aguas de color turquesa.
Cala de la Belladona (Platja d'Aro)
Ubicada en uno de los municipios más turísticos de la Costa Brava, Platja d'Aro, es una cala tranquila de aguas turquesas rodeada de pinos y rocas. Es ideal para llegar a pie o en bicicleta a través del sendero conocido como Camí de Ronda, la ruta que recorre la Costa Brava de punta a punta. En temporada alta suele estar bastante masificada, pero las vistas son espectaculares.
Cala d'Aigua Xelida (Tamariu)
La cala d'Aigua Xelida de Tamariu (Baix Empodrà) es para muchos una de las más bonitas, no solo de la Costa Brava, sino de Catalunya. Está a poco más de un kilómetro del municipio, así que es ideal para llegar dando un paseo. Se divide en dos espacios, Cala Gran y Cala Petita, separados por una formación rocosa coronada por la Casa d'Aigua Xelida.
Cala Llevadó (Tossa de Mar)
Ubicada a tres kilómetros de Tossa de Mar, se accede a través del Camping Llevadó, donde tendrás que aparcar el coche y llegar hasta la cala caminando. Tiene una longitud de casi 35 metros, y está formada por rocas y arena de grano grueso. Es ideal para hacer submarinismo. Además, al lado tiene el Cap de Sa Boquera y, en frente, el islote conocido como la Muladera, dos zonas para llegar nadando, ponerte las gafas de agua y explorar el fondo marino.
Cala sa Forcanera (Blanes)
Seguramente es una de las calas más fotografiadas de la Costa Brava, puesto que se encuentra justo al lado del mirador del jardín botánico de Marimurtra -cerca de Blanes-, pero de las menos masificadas. ¿El motivo? Porque no se puede acceder a pie, sólo se puede llegar hasta ella en kayak o en barco. No tiene arena, sólo una superficie rocosa escondida entre acantilados y totalmente virgen que permite disfrutar del mar y descansar, eso sí, encima de una embarcación o de las rocas.
Cala de Sa Sabolla (Cadaqués)
No es fácil llegar hasta la cala de Sa Sabolla, pero vale la pena. Sólo se puede acceder a través del sendero GR-92 o en barca. Son unos tres kilómetros de recorrido con 60 metros de desnivel. La cala, de aguas cristalinas y superficie de cantos rodados, está completamente rodeada de rocas de pizarra y es una de las más vírgenes de la Costa Brava.
Las gafas de agua vuelven a ser imprescindibles, ya que el fondo marino es espectacular.
Cala Pedrosa (L'Estartit)
Justo enfrente de las islas Medes, entre l'Estartit y l'Escala, en el Parque Natural del Montgrí, la cala Pedrosa es una de las más singulares de esta zona de la Costa Brava. De unos diez metros de largo, es una cala de cantos rodados y de aguas transparentes. De nuevo, sólo se puede llegar por mar o andando por el Camí de Ronda, a través del cual descubrirá las islas Medes y la espectacular formación natural de la Roca Foradada.
Cala Tavallera (Port de la Selva)
En el particular Finisterre de la Costa Brava se encuentra la cala Tavallera, situada a unos dos kilómetros del Port de la Selva, aunque sólo es accesible a pie a través del GR11. Es una de las más solitarias precisamente porque es difícil llegar a ella. Con una longitud de 135 metros y una anchura de 15, el fondo marino es espectacular y cuenta con una espesa pradera de posidonia.
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