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Ocho 'rastas' sin piojos contra Villalobos

Tras la descalificación de la vicepresidenta del Congreso a los diputados de Podemos, 'Público' habla con ocho jóvenes rastafaris indignados con la parlamentaria popular que denuncian los prejuicios contra los que luchan a diario.

Cuatro jóvenes con rastas que responden a las acusaciones de Celia Villalobos. 

MADRID.- No hace falta mucha chispa ni ingenio para percatarse de que el nuevo panorama que ha quedado en el Congreso está bastante alejado del habitual. Personas de ideologías y aspectos variopintos han entrado de lleno en la escena política española, algo que parece estar levantado ampollas entre los grupos más tradicionales. Tras las críticas a Bescansa, la cosa ha ido de rastas. Celia Villalobos, vicepresidenta del Congreso y diputada por el Partido Popular, parece no haberse podido resistir a opinar sobre esta ya veterana moda. "A mí me da igual que lleven rastas, pero que las lleven limpias para no pegarme piojos", fueron exactamente sus palabras refiriéndose a nuevos diputados que, como el canario Alberto Rodríguez, las lucen. "Hay mucha gente en este país que lo está pasando muy mal, que necesita medidas urgentes, y en eso nos queremos centrar", señaló el diputado de Podemos por Santa Cruz de Tenerife intentando hacer caso omiso a la polémica intentando restándole toda importancia.

El rastafari es un marcado estilo vinculado tradicionalmente a una cultura y un modo específico de vida que, a pesar de tener más de siete décadas de historia y más de un millón de seguidores en todo el planeta, aún sigue sorprendiendo y siendo blanco de críticas y prejuicios varios. “No soy perfecto y no vivo para serlo, pero antes de empezar a señalar, asegúrate de tener tus manos limpias”, decía Bob Marley, máximo exponente de la estética y el movimiento nacido en Jamaica. Ocho posibles aludidos hablan abiertamente y sin piojo alguno. Juzguen ustedes.

Julia González

Julia González

Lleva rastas desde hace tiempo y reconoce que es tan solo una cuestión de gustos, “sin más”. Se llama Julia González Otero, tiene 23 años, es de Santander y estudia Trabajo Social. En cuanto a las declaraciones de Villalobos, aunque asegura que no le ofenden porque afirma no molestarle y serle indeferente lo que los demás piensen, considera que el problema radica en que quien piensa y dice eso es una política. "Que muestre esas opiniones en público me parece una falta de respeto y, lo que es mucho peor, una muestra de intolerancia bastante preocupante en pleno siglo XXI. Para mí, gente con esa actitud debería estar fuera de la política, un ámbito en el que el respeto y la tolerancia me parecen fundamentales”. La joven estudiante deja claro que este tipo de pelo se lava “como el cabello normal pero sin suavizantes ni acondicionadores”, puesto que el peinado en sí “está formado a base de enredos y estos productos no ayudarían a que se mantuviese”.

Inés

Inés.

Tiene 21 años, es estudiante y se muestra indignada con el tema. Hartos de tópicos, tanto ella como su pareja (que también lleva rastas) coinciden en recordar que “la mayoría de ladrones suelen tener buen aspecto para no levantar sospechas y el que va de forma natural no esconde nada”. “Es una pena que en España tengan que mirar tanto el aspecto físico, cuando en otros países puede ser hasta denunciable exigir la foto en el currículum”, concluye añadiendo que ella trabaja en un comedor escolar y que, aunque allí no le han dicho nada sobre su estética, tiene claro que, como lamenta, en la mayoría de los trabajos se las tendría que cortar.

Joaquín Gutierrez

Damos con él en una calle del centro de Madrid conocida por albergar en su seno gran variedad de tribus urbanas. No le sorprende en absoluto nuestra pregunta, está al tanto de la polémica y lo tiene claro: “Me pueden decir lo que quieran, pero este tipo de comentarios en pleno siglo XXI no son lógicos”. Este veinteañero, de origen chileno y estudiante de informática, se muestra saturado por los “dichosos prejuicios”. “Tuve que aguantarlos incluso en casa y creo que ya es hora de que los superen. No somos unos apestados, quizás es lo que pretenden que se crea”, recalca enérgicamente.

Víctor

Cristian San Juan Gómez

Es la pareja de Inés, tiene 27 años y opina que en España “se siguen mirando las apariencias en lugar de los méritos o los fallos de cada uno". "Así seguiremos como estamos o peor, lamenta. “He llevado rastas durante siete años y, para mi anterior trabajo, me vi obligado a quitármelas”, sentencia con visible resignación. Víctor está parado y sabe muy bien que su aspecto “no ayuda”.

Victor

Tiene sólo 21 años pero las ideas muy claras. Califica de “lamentable” que se insinúe que por llevar rastas se tienen piojos. “No tiene lógica, más que nada porque bien se sabe que si no te lavas el pelo con rastas se acaba pudriendo”. “Creo que ya va siendo ya hora de quitar eso de la cabeza de la gente y que empiecen a tratarnos como personas iguales a ellos”, sentencia con cierto enfado.

Daniel Corchado

Daniel Corchado

Este peluquero de 26 años se declara "dolido" por las palabras de la diputada del Partido Popular y lamenta que alguien que desempeña una actividad pública con tanta visibilidad y que se atreve con este tipo de comentarios, “sirva desgraciadamente a muchos de referencia”. “Debería medir más sus palabras; que a estas alturas seamos blanco de prejuicios como los de Villalobos es preocupante”, afirma. “Que una persona sea humilde no quiere decir que sea sucia, y que sea rebelde no quiere decir que sea hostil. Que alguien vaya de etiqueta no quiere decir que tenga más educación, y tener poder no te da derecho a faltar al respeto a ningún ser”, sentencia finalmente.

Sara

Sara

Bióloga y juagadora de Rugby de 25 años —actualmente estudiante de máster en Conservación, gestión y Restauración de la Biodiversidad— cuenta que sigue esta moda desde hace seis años. Las luce por estética pero reconoce que, al final, “las ideologías que siempre han ido asociadas a las rastas" también le gustan. Asegura que se acaba de enterar de que Villalobos les relaciona con la falta de higiene y los piojos y, ciertamente, parece no sorprenderle: “No es la primera persona que veo que piensa así. Es raro que cuando conozco a alquien no me pregunte '¿pero tú cómo te lavas el pelo?'". Y esto que cuenta Sara no es un hecho aislado. Relata que esta Navidad un hombre que le dio dos besos en una tienda se sorprendió porque le "olía bien el pelo”. “Creo que la gente tiende a asociar a personas con rastas con personas que no se duchan, huelen mal y tienen piojos, algo que a estas alturas es muy fuerte”, lamenta.

Iván

Iván. /FURIERULES

Es un chico madrileño de 26 años licenciado en Administración y Finanzas, un mundo en el que, como él mismo se apura a indicar, la estética (una muy definida) es “muy importante”. “Mi aspecto ha hecho que tenga que despedirme de la gran mayoría de rastas hace poco. Todo por tener una estética que se adapte más a lo que demandan los empresarios del Estado, una estética que le guste más a gente como la señora Villalobos”, destaca con cierta sonrisa irónica. Se muestra, como la gran mayoría de las personas entrevistadas para este reportaje, bastante cansando de los tópicos y afirma haberse sentido al menos alguna vez discriminado e incluso coaccionado. “Vivimos en una sociedad en la que la asociación de rastas y marihuana es casi automática. Es un poco estresante andar por la calle sabiendo que la policía te va a cachear sí o sí en búsqueda de sustancias que, al final, en la mayoría de los casos nunca encuentra”, cuenta. 

Sobre el tema de la diputada malagueña no titubea a la hora de responder. “Que esta mujer insinúe que tenemos piojos no tiene sentido, pues que se mitificó mucho la figura de Bob Marley y de los rastas. Una rasta bien cuidada no tiene por qué tener piojos (ni arañas como se llegó a decir de Bob Marley)”. A Iván (Foto: FurieRules) no le han sorprendido las declaraciones de Villalobos ya que las considera muy típicas de “esa clase de gente o, mejor dicho, de la gente de esa clase. Está muy claro que la estética es ideología”, matiza. “Pertenezco a ese gran porcentaje de población juvenil que está desempleada y formo parte también del grupo de música fusión llamado Repercusión. Siempre quise tener rastas, desde bien pequeño. Siempre lo he ligado a la música reggae y reivindicativa, no por ello al rastafarismo, un movimiento cultural y religioso heteropatriarcal”, concluye.

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