Este artículo se publicó hace 4 años.
Ocio coronavirusAsí ha migrado el ocio del bar a casa con la pandemia: vino para llevar, tele de pago y riesgo de contagio
La confluencia de las restricciones a la hostelería y el turismo, el teletrabajo y la reducción de la movilidad y la vida social desploman más de un 50% el negocio de los locales y elevan a niveles desconocidos el trasiego de bebidas alcohólicas en los domicilios y en otros espacios, que ya supera en un 30% al que se registraba el año pasado.
Zaragoza-Actualizado a
"Las consecuencias de la pandemia del coronavirus tienen un componente que afecta a la vida social. El hogar se percibe como un lugar más seguro, y las restricciones han llevado a estar más tiempo en casa, lo que ha hecho que el consumo de algunos productos en el hogar sea mayor", explica el sociólogo David Pac, profesor de la Universidad de Zaragoza y experto en Sociología del Consumo, que anota que, en esa transición, "el cambio de hábitos que se está produciendo está afectando al ocio fuera del hogar, que se reduce".
Los datos de consultoras, organismos y organizaciones empresariales apuntan a que con la pandemia el ocio ha comenzado a migrar hacia el hogar desde algunos de los espacios en los que se desarrollaba antes del coronavirus. En unos casos por su cierre al público por orden gubernativa, como ocurre con los estadios deportivos, y en otros, como bares, cines, teatros, museos o equipamientos deportivos, por decisión de quienes antes formaban parte de sus comunidades de usuarios.
En este sentido, resultan reveladores los datos sobre el uso de televisión de pago que hizo públicos esta semana la CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia), que indican cómo en el primer trimestre de este año las plataformas online registraron 628.000 nuevos abonados mientras las que emiten por fibra sumaban otros 24.000.
Pese a la caída de 36.000 en las de cable y satélite, suponen un aumento de casi 620.000 con el que 7,8 de los 18,62 millones de hogares del país, algo más del 40%, disponen de tv de pago tras un avance de casi el 8% en el inicio de la pandemia. "El inicio del estado de alarma a causa de la covid-19 podría explicar estos datos", señala la comisión, que también recoge un aumento del tiempo medio de uso de esos canales de veinte minutos por persona y día.
La agónica situación de la hostelería
Uno de los sectores que más afectados se están viendo por esa transformación es el de la hostelería, los bares y restaurantes en los que las familias españolas se han venido gastando en la última década entre 38.000 y 48.000 millones de euros anuales (veinte euros semanales por habitante) , según los datos de la Encuesta de Presupuestos Familiares del INE (Instituto Nacional de Estadística), una demanda que se ha desplomado.
"La caída es enorme, supera el 50% en el acumulado del año. Más de la mitad de lo que debía haberse facturado no se ha facturado", explica Emilio Gallego, secretario general de la Confederación Empresarial de Hostelería de España, que pronostica una debacle en el sector: "Tememos que 85.000 de los 315.000 bares, restaurantes y locales de ocio del país caigan este año. Muchos están trabajando a pérdidas, y el algunos se produce una especie de espejismo con personal trabajando pero que no ha recuperado toda su jornada".
Los datos sobre la demanda de la bebida de mayor consumo en la hostelería española que maneja la patronal del sector, Cerveceros de España, muestran una caída de las ventas de "un 45% de media en toda España" en el canal de la hostelería y hundimientos del 54% y el 61% en Canarias y en Baleares. Están cerrados a 13 de septiembre.
"A eso hay que añadirle que en las últimas semanas se han ido añadiendo más restricciones que afectan directamente al consumo en hostelería en diversas ciudades de España, por lo que aún estamos lejos de que la demanda comience a recuperarse", añaden fuentes de Cerveceros.
Restricciones y contagios
Catalunya y Navarra han decretado su cierre por dos semanas, en Aragón bajarán la persiana a las diez de la noche a partir del lunes (ahora a las once) con el aforo reducido al 25% de las terrazas, en Canarias lo hacen a medianoche, en los 25 municipios vascos de mayor incidencia de la pandemia a las nueve y solo en Cantabria y Murcia estiran hasta la una de la madrugada, mientras se generalizan las restricciones al 50% del espacio en la mayor parte del país. El derrumbe del turismo internacional ha resultado clave en esos resultados, especialmente en las islas.
La dureza de las restricciones no acaba de casar con los datos que maneja Sanidad: solo el 3,4% de los contagios registrados entre el 25 de mayo y el 16 de octubre se produjeron en bares y restaurantes, un 2,3% entre los clientes (1.872) un 1,1% entre los trabajadores (930), informa La Vanguardia, mientras las reuniones sociales decuplican esa incidencia (26,4%, 21.357) y las familiares las cuadruplican (13,4%. 9.250).
Esos datos, no obstante, tienen también otra cara. Los brotes de los bares y restaurantes afectan a una media de 18,4 personas, una incidencia que triplica a los de las relaciones personales y familiares, con 6.5. En pubs y discotecas, que llevan meses cerrados en la mayor parte del país, llegan a 27.
Las ventas de vino para llevar se disparan
Esas medidas están añadiendo dificultades al funcionamiento de un zarandeado sector que ya perdió más de 20.000 unidades durante el confinamiento de la pasada primavera y que, a partir de entonces, "ha funcionado a medio gas y ahora no hay transferencia [de clientes] de la terraza al interior" de los locales cuando comienza a llegar el frío, señala Gallego, que anota que "la gente está retrayendo el consumo".
En esa crisis del ramo confluyen como causas, además de las restricciones, el rechazo a consumir en espacios cerrados y las medidas de distanciamiento, otros factores como la extensión del teletrabajo, que ha restado clientela a los restaurantes. "Hay zonas de oficinas como la de Azca en Madrid que están devastadas", ilustra Gallego.
Sin embargo, ni las reuniones sociales ni el consumo de alcohol se han detenido pese al desangelado aspecto que ofrecen buena parte de los bares del país, sino más bien al contrario: se consume mucho más alcohol tanto en la calle como en las casas, lo que parece indicar que el ocio ha migrado desde las barras y las terrazas hacia espacios, según el caso, privados y/o clandestinos.
Las ventas de bebidas alcohólicas que salen de supermercados e hipermercados y que no llegan al hogar han crecido en el periodo posterior al confinamiento. "Se trata del alcohol que se consume en la calle y en fiestas de casas de otros", explican desde la consultora Kantar Media, cuyos datos reflejan cómo de un verano-otoño para otro ese consumo se ha disparado en un 2,6%, con un crecimiento espectacular del vino (+38,1%), uno menor de las bebidas espirituosas (+3,7%) y una caída de la cerveza (-5,9%).
Esas cifras, en especial por la evolución de la demanda de vino, apuntan a un claro aumento de las comidas, meriendas y cenas en casa ajena, ya sea de amigos o de familiares, así como de fenómenos como el botellón.
Cinco botellas donde antes se bebían cuatro
Paralelamente, se está produciendo "un incremento importante en compras para el propio hogar" en relación con las de hace un año que supera incluso al que se ha dado en el llamado "gran consumo", el que se canaliza a través de medianas y grandes superficies, que ronda el 15% con la pandemia.
Según las cifras de la consultora, ese aumento se sitúa en el 27,5% en su conjunto, con los licores (31,2%) como el productos cuya demanda ha crecido más, seguidos de la cerveza (+28,1% en general, +27,8% con alcohol) y de los vinos, con un avance global del 25% que alcanza el 33,1% en el apartado de los espumosos.
Esas cifras, en un país cuyos hogares se gastan al cabo del año según el INE cerca de 4.000 millones de euros en bebidas alcohólicas de distinta graduación (casi 600 en licor, más de 1.800 en vino y cerca de 1.600 en cerveza) presagian unos resultados desconocidos para el sector de la distribución de alimentos.
Ambos datos, el de la venta de alcohol para llevar y el del que se compra para tomar en casa, "muestran que nos hemos visto obligados a trasladar las fiestas de verano al interior de las casas, comprando bebidas tanto si somos el anfitrión como el invitado", indican fuentes de Kantar, que señalan como la bebida con menos dinamismo a la cerveza, cuya demanda no logra crecer en el capítulo de las venas para no consumir en el propio hogar.
No obstante, el consumo de cerveza sí tuvo un desmesurado crecimiento durante los dos meses del confinamiento y la desescalada del estado de alarma, en los que llegaban a beberse más de seis millones de litros diarios en las casas, balconeo y quedadas virtuales incluidas.
"Perder el 50% de la facturación es dramático para cualquier sector"
"La covid-19 ha provocado cambios en los hábitos de ocio y en el ámbito laboral, en ambos casos con mayor tiempo de estancia en el domicilio y con el traslado al hogar de consumos que antes se hacían fuera. El teletrabajo, por ejemplo, ha afectado al consumo tanto en restaurantes y bares como en el hogar", indica Pac, que matiza que, no obstante, esos consumos que van migrando "no son tan elevados como los que se realizaban fuera de casa antes de la pandemia".
"O se toman medidas drásticas de reactivación del consumo o este colectivo está condenado a la desaparición"
Organizaciones como UPTA (Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos) llevan meses alertando de la catastrófica situación en la que están entrando los bares que se dedican al menú del día, en el que se concentran buena parte de las 3.548 bajas de trabajadores por cuenta propia registrados en septiembre en el sector de la hostelería. "O se toman medidas drásticas de reactivación del consumo en los pequeños restaurantes de menú del día, o este colectivo de más de 150.000 establecimientos está condenado a la desaparición", sostiene su presidente, Eduardo Abad.
El profesor explica, por otro lado, cómo una parte de lo que se denomina "consumo estético", que incluye los gatos relacionados con el estilo de vida, como los de ocio, cultura, vestimenta, viajes y hostelería y que varía en función de los niveles socioeconómicos de quienes los realizan, se está retrayendo para ser sustituido por otros como el del alcohol.
Gallego, por su parte, elude pronunciarse sobre esa migración del ocio a espacios privados y/o clandestinos. "No lo sé, aunque sí nos da la impresión de que hay un ocio descontrolado. Nos están aplicando medidas muy restrictivas y al mismo tiempo no estamos reduciendo los contagios. Algo no estamos haciendo bien", señala, al tiempo que insiste en que "viendo esos niveles de transmisión, diría que es más seguro reunirse en un restaurante que en domicilios particulares".
En cualquier caso, pronostica que las consecuencias de todo ese conjunto de factores en el ramo de la hostelería, especialmente la de menor tamaño, van a resultar devastadoras. "Hablamos de negocios de baja capitalización y pocos activos, y por lo tanto con poca capacidad para sobrevivir sin ingresos. Un desplome del 50% de la facturación resulta dramático para cualquier sector, y para uno con esas características, todavía más".
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