Este artículo se publicó hace 2 años.
Los países ricos no quieren pagar por calentar el planeta en una Cumbre del Clima cada vez más tensa
Las negociaciones marchan lentas a escasos días de la clausura oficial de la COP27 y las cuestiones relacionadas con la financiación climática de los países más vulnerables está siendo una de las claves.
Alejandro Tena
Madrid-
"Parece que la vida de los ciudadanos que viven en los países del norte vale más que la de los ciudadanos del sur. Si no quieren indemnizar, lo mínimo sería apoyar una transformación de los sistemas financieros. Nosotros estamos aquí para sobrevivir". Así se ha dirigido la alto representante de República Dominicana, Milagros de Camps, a los países ricos en uno de los plenarios de la Cumbre del Clima de Sharm el Sheikh (COP27) de este martes. Unas palabras que no han sido aisladas y que evidencian la tensión y la falta de consensos para sacar adelante un acuerdo ambicioso sobre financiación.
El norte –los países industrializados y desarrollados– se comprometió en la Cumbre de la Tierra de 1992 a aportar financiación para el desarrollo de los países pobres y para sufragar su adaptación a la crisis climática. En 2009, este grupo de gobiernos privilegiados pactó movilizar 100.000 millones de dólares antes de 2020, algo que no se ha logrado todavía (la cifra se ha quedado en los 82.000 millones). Ahora, en Egipto, las regiones del sur –las más vulnerables y expuestas a la crisis climática– exigen que cumplan su promesa y, además, piden un nuevo fondo para sufragar los gastos provocados por los fenómenos meteorológicos extremos asociados al calentamiento del planeta.
Las regiones más ricas del planeta están divididas respecto a las pérdidas y daños, pero la postura bloqueadora predomina, lo cual está impidiendo que el dinero fluya y dificultando las negociaciones. Tanto EEUU como Europa, según adelantó Euroactiv, rechazan crear un nuevo fondo y una nueva herramienta financiera y consideran que ya existen mecanismos suficientes bajo el marco de la ONU.
Tefasi Ghebreselassie, ministro de Medio Ambiente de Eritrea, ha elevado el tono este martes y ha reclamado un cambio en las posturas. "No se puede permitir que se incumplan las promesas", ha dicho, en referencia a la falta de fondos para adaptación, pero también al tema de las pérdidas y daños, mencionado en el acuerdo final de la cumbre de Madrid (COP25). "Las emisiones de mi país han sido insignificantes a lo largo de su historia, pero está siendo uno de los países que más sufren las consecuencias", ha lamentado, para reclamar un acuerdo que permita "duplicar" los fondos para adaptación y diseñar la herramienta de pérdidas y daños.
Esta postura se ha repetido prácticamente en cada una de las intervenciones de los países del sur global a lo largo del lunes y del martes. Kavydass Romano, Ministro de Medio Ambiente de Islas Mauricio, recalcaba la dura posición que viven los pequeños estados insulares. "Estamos en primera línea del cambio climático. Nuestros indicadores se están saltando todos los registros y tenemos ya una subida del nivel del mar de 5,6 milímetros por año (...). Necesitamos nuevos mecanismos de financiación antes de que acabe esta semana".
En sus discursos, los países desarrollados han hecho mención a sus compromisos para reducir sus propias emisiones y, en veces contadas, han manifestado su voluntad de cooperar, elevar la financiación y abrirse a crear una nueva herramienta para subvencionar las pérdidas y daños. La realidad de los escasos documentos que la UNFCCC va publicando en su web muestra que las regiones del norte están lejos de alcanzar un consenso para incrementar sus compromisos económicos para con las naciones en desarrollo.
Si bien todavía no se ha publicado el primer acuerdo marco sobre el que los ministros negociarán, los borradores preliminares recogen ya las dos opciones que se barajan en pérdidas y daños. Por un lado, la COP27 se compromete a diseñar una herramienta de financiación para pérdidas y daños no más tarde de 2024, siendo esta la postura respaldada por los Pequeños Estados Insulares (AOSIS) o el Bloque Africano. Por otro lado, aparece una opción, liderada por EEUU, que supone una patada hacia adelante y establece que las decisiones sobre financiación se tomen sobre la base de las negociaciones de las próximas cumbres de 2023 y 2024.
A las negociaciones tensas se suma la falta de liderazgo de la presidencia de la COP, en manos del ministro de Exteriores de Egipto, Sameh Shoukry. Si se toma como referencia las anteriores conferencias climáticas, lo normal es que entre la noche del domingo y la mañana del lunes ya hubiera salido el primer acuerdo marco sobre el que los ministros negociarían. Ese documento todavía no se ha publicado y se espera que, como pronto, se publique el próximo miércoles, de tal forma que los dirigentes mundiales tendrán que negociar a contrarreloj para sacar adelante el acuerdo antes del viernes, fecha en la que oficialmente termina la Cumbre del Clima.
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