Este artículo se publicó hace 4 años.
RamadánRamadán en tiempos de pandemia
La inesperada irrupción del coronavirus ha puesto en jaque a los musulmanes de todo el mundo, que han tenido que adaptar las costumbres tradicionales a la presencia de la covid-19. La inmensa mayoría de los líderes religiosos han aceptado las regulaciones de confinamiento para un año que está siendo distinto a todos los anteriores, especialmente a causa del cierre de las mezquitas.
Eugenio García Gascón
Jerusalén-
Casi dos mil millones de musulmanes observan el mes de ramadán desde el pasado jueves, con las mezquitas cerradas y con la ruptura del ayuno en aislamiento, después de que la mayoría de los líderes religiosos hayan conminado a los creyentes a respetar las regulaciones que han decretado las autoridades civiles para evitar la propagación de la pandemia.
Y hay un agravante adicional: el rodaje de buena parte de las series televisivas que suelen amenizar las tardes y noches de ramadán, y que dejan huella social en los distintos países, no ha podido completarse. Algunas ya estaban listas y se están emitiendo, pero no todas las cadenas llegaron a tiempo a los estrenos, de modo que están transmitiendo programas alternativos sin poder acceder muchas veces a los apetitosos ingresos que genera la publicidad de las series.
El rodaje de buena parte de las series televisivas que suelen amenizar las tardes y noches de ramadán, y que dejan huella social en los distintos países, no ha podido completarse
De hecho, como acostumbra a suceder en estas fechas, dos de las series han trascendido por la polémica que están causando. Una de ellas, Umm Harun (La madre de Aharón), filmada en Arabia Saudí pero ambientada en el Kuwait de los años cuarenta, donde vivían unas 200 familias judías, describe de manera favorable y empática la vida cotidiana de una comunidad judía incrustada en un Oriente Próximo árabe antes de la consolidación del sionismo.
Realizada por la cadena estatal MBS, la serie comienza nada más y nada menos que con un monólogo en hebreo. Los actores son saudíes y kuwaitíes, con Hayat al Fahd como protagonista, una actriz kuwaití de 71 años que goza de gran reputación en la región. El único problema es que las redes sociales se han llenado de mensajes críticos contra el príncipe saudí Mohammed bin Salman, a quien acusan de haber dado otro paso en la normalización de relaciones con Israel.
En la segunda serie que ha trascendido, la egipcia El final, aparece un maestro en una escena ambientada dentro de un siglo, en 2120, contando a sus alumnos que finalmente Jerusalén fue liberada y los judíos sionistas tuvieron que volver a los países europeos de los que provenían. El ministerio de Exteriores israelí ha presentado una protesta diciendo que la serie daña las relaciones entre los dos países. Lo más extraño es que haya pasado la férrea censura egipcia teniendo en cuenta las excelentes relaciones entre el presidente Abdel Fattah al Sisi e Israel.
El ramadán es un mes en el que a los musulmanes se les exige oración, reflexión y socializar en la vida familiar y comunitaria, además de ayunar, y no beber agua, de la mañana a la noche, uno de los cinco pilares de su religión. Los creyentes piadosos hacen todos los esfuerzos posibles para llevar una vida ordenada y se abstienen de violar los principios de la religión con más dedicación que en el resto del año.
Las principales mezquitas están cerradas. Es el caso de la Gran Mezquita de la Meca, la Mezquita del Profeta en Medina y la Mezquita Al Aqsa en Jerusalén. Algunos musulmanes creen que con la aplicación de estas rigurosas medidas se están cometiendo excesos, pero la mayoría las ha aceptado como algo inevitable para derrotar al coronavirus.
El jeque Omar al Kiswani, imán de la Mezquita al Aqsa, ordenó el cierre del recinto sagrado hace varias semanas. Desde entonces solamente rezan en su interior los guardianes y los empleados de la mezquita, algo que nunca había ocurrido. La población musulmana, sin embargo, está respetando el cierre que también ha sido decretado por las autoridades israelíes, y no solo musulmanas, para todas las mezquitas que hay en Israel con el respaldo de los líderes árabes, al igual que ha ocurrido con iglesias y sinagogas.
En Turquía, como en Israel y Palestina, las autoridades ordenaron un cierre completo a partir del jueves por la noche, prohibiendo a las familias que se desplacen a visitar a otros miembros de la familia para celebrar la comida del iftar con la que se rompe el ayuno. Quienes violen esta regulación podrán ser penalizados con multas. En algunas ciudades de Paquistán y Afganistán los líderes religiosos no han dado su brazo a torcer y han instado a los fieles a que acudan a las mezquitas, aunque esta actitud no se ha dado con frecuencia.
El Corán no prevé cómo debe comportarse un musulmán durante una pandemia, de modo que es una cuestión abierta a discusión
La prensa árabe se ha hecho eco de las palabras de algunos líderes religiosos y médicos que aseguran que la práctica del ayuno no reduce la resistencia a la covid-19, de manera que los musulmanes deben seguir observando el ayuno durante este mes de igual manera que hasta ahora.
El Corán no prevé cómo debe comportarse un musulmán durante una pandemia, de modo que es una cuestión abierta a discusión. No obstante, sí que existe una tradición que atribuye al profeta Mahoma el siguiente dicho: "Si oyes que hay peste en una zona, no vayas allí. Si la peste está donde tú estás, no salgas de tu zona".
En cualquier caso, en cada lugar del planeta donde hay musulmanes, y ya los hay por todas partes, este año se está haciendo un esfuerzo adicional para adaptar las características históricas del mes de ramadán a la irrupción de la pandemia, a veces sirviéndose de los medios tecnológicos más avanzados y de las redes sociales más novedosas.
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