El actor estadounidense Peter Robins, voz original de Charlie Brown en las series y películas animadas de la tira cómica Peanuts desde la década de los 60, se quitó la vida la semana pasada a los 65 años, según han comunicado sus familiares a la cadena Fox 5 San Diego. 

Paisano de la ciudad californiana de Carlsbad, Robbins empezó a doblar al personaje animado de Peanuts con tan solo siete años, de acuerdo con lo que señalan desde el New York Post.

El primer especial televisivo en el que participó se estrenó en 1963 bajo el título Un chico llamado Charlie Brown, una serie-documental sobre la vida del creador del personaje, Charles M. Schulz. Mientras la última vez que interpretó al personaje fue en 1969, con el estreno de la película A Boy Named Charlie Brown.

Tal era su afán por Charlie Brown que lo llevaba tatuado junto a Snoopy en el brazo, un detalle que mostró a las cámaras en una entrevista que concedió nada más salir de la cárcel en 2019, lugar donde ingresó en 2013 tras ser condenado por amenazar a su exnovia y a Bill Gore, sheriff del condado.

Por las entrevistas y noticias que Robbins protagonizó en estos últimos 10 años, se conoce que el actor tenía problemas de salud mental y se encontraba en rehabilitación para recuperarse de sus problemas de drogodependencia y alcoholismo.

"Recomendaría a cualquiera que tenga trastorno bipolar que se lo tome en serio porque su vida puede cambiar en el lapso de un mes como me pasó a mí", declaraba en 2019.

La salud mental al descubierto

Cada vez es mayor la frecuencia con la que se habla de salud mental y se trata de abordar como un problema de salud pública y no como una cuestión individual, ni autónoma. Sin embargo, aún son muchos los casos ocultados bajo el estigma, el tabú y el silencio que envuelven esta realidad social. 

Según la OMS el suicidio es la cuarta causa de muerte en el grupo entre 15 y 29 años de edad en todo el mundo. En España se quitaron la vida 3.941 el año pasado. O lo que es lo mismo, mueren 11 personas al día en nuestro país, una cada dos horas y cuarto, por esta causa. 

Casos como los de Robbins nos recuerdan la necesidad de un Plan de Salud Mental bien edificado que dote a los especialistas y a la sociedad, en general, de herramientas para reconocer las señales y acompañar a todas las personas que sufren estas enfermedades.