Este artículo se publicó hace 3 años.
La degradación del Cercanías en València: 7.500 cancelaciones en un año y más de 11.000 retrasos
Compromís inicia una campaña para pedir el traspaso de competencias mientras usuarios y defensores del ferrocarril denuncian un déficit estructural y una infrafinanciación sistemática.
Joan Canela
València-Actualizado a
Rafa Villalba vive en València y trabaja en el hospital de Vila-real (Castelló) desde hace quince años. Así, cada día coge la línea de cercanías C-6, la que tiene más pasajeros de todas. Desde esta posición ha sido testigo directo de la continua degradación del servicio. "Cuando empecé a trabajar éramos entre 20 y 30 compañeros los que vendíamos cada día en tren y ahora debemos de quedar solo cinco o seis. En los últimos años la mayoría se han ido organizando para ir en coche a medida que las cancelaciones y los retrasos se hacían más y más habituales", explica Villalba en Público.
"El usuario del ferrocarril necesita sobre todo saber que llegará a la hora que le han dicho –continúa Villalba- porque no te puedes permitir llegar tarde al trabajo de forma sistemática. A menudo he tomado un tren antes del que me iba mejor porque no podía jugármela pero el esfuerzo es muy grande. No puede ser que no sepas si el tren que necesitas no pasará o cuando llegará".
La experiencia de Rafa Villalba se puede cuantificar en cifras globales. Según el cálculo presentado por Compromís en la web Trencancelado.com, el año pasado se cancelaron 7.593 trenes de cercanías en el País Valencià y 11.384 llegaron con retraso. Esto ha provocado que, solo con lo que llevamos de año, los viajeros ya hayan perdido 45 millones de minutos. Y, naturalmente, esto tiene una lectura clara en el uso de este sistema de transporte considerado de los más sostenibles, solo por detrás de la bicicleta o andar. Entre 2008 y 2018 los usuarios de la línea C-6 pasaron de 24 millones a solo 14 millones por año.
"Es cierto que llevamos una década de pérdida constante de calidad, pero es a partir de los años 2015 y 2016 cuando el servicio se desploma, coincidiendo con las obras del tercer hilo, que provoca que se suprima el 65% del servicio y los pasajeros diarios pasen de 19.000 a 9.500 –explica Juan Ramón Ferrandis, portavoz de la Plataforma en Defensa del Ferrocarril de la CGT-, después mejoró un poquito, pero nunca se han recuperado aquellos pasajeros que abandonaron el tren".
Esto ha tenido un impacto directo en el tráfico de vehículos privados, que en el mismo periodo pasaron de 55.000 a 75.000 por la V-21, el que posteriormente justificó las obras de ampliación de esta carretera, por un coste de 30 millones y la destrucción de 62.000 metros cuadrados de huerta en medio de fuertes protestas. "En su momento, nosotros propusimos dedicar este dinero a dignificar la línea de cercanías para reducir el tráfico de coches y promover una movilidad más sostenible –recuerda Ferrandis- pero en el ministerio se negaron, nos dijeron que era imposible por temas contractuales, pero a mí me quedó la impresión que ni siquiera lo intentaron".
Una red ferroviaria valenciana
La C-6 València Castelló no es la única carencia ferroviaria en el País Valencià. Varias líneas, como la C-3, a partir de Buñol, la C-5 que va a Caudiel o la Xàtiva-Alcoi, no están electrificadas y los trenes van con diésel, muy contaminante y más lento. Las frecuencias son escasas, las interconexiones son incómodas y, en algunos casos, inexistentes, como por ejemplo entre Alcoi y Alacant. Y esto sin habla de las ciudades grandes, como Dénia, Torrevieja o Benidorm que no tienen conexión ferroviaria, a pesar de que el proyecto de recuperación del tren de la costa –cerrado el 1974- hace años que se aprobó pero sin que haya fecha para la ejecución de las obras.
Dénia, Torrevieja o Benidorm todavía no tienen conexión ferroviaria
Incluso hay casos que, más que sangrientos son curiosos, como el hecho que el aeropuerto de Alicante-Elche, con más de 13 millones de pasajeros anuales, no tenga una parada de tren a pesar de que la línea pasa prácticamente a tocar. Pero, quizás, el ejemplo más claro del desmantelamiento de la red ferroviaria sea la línea Cuenca-Camporrobles (València), cerrada en enero después de verse afectada por el temporal Filomena y que seis meses después todavía continúa igual. El domingo 13 de junio hay convocada una marcha en bicicleta entre Utiel y Camporrobles para exigir su reapertura.
El senador de Compromís, Carles Mulet, defiende la transferencia de las competencias ante la "gestión caótica" de cercanías por parte de Renfe. Mulet también critica "la absoluta opacidad" de la empresa pública. "Ni siquiera nos responden a las preguntas que formulo en el Senado. Me dicen que el número de cancelaciones está en la web y es mentira. No hay ni transparencia ni voluntad política de resolverlo, solo excusas". Desde la coalición valencianista proponen el desarrollo de una "red ferroviaria valenciana" que extienda las cercanías en el sur y en el norte, desde Torrevieja hasta Vinaròs y con la apertura de nuevas líneas.
"Posible es, pero para esto habría que cambiar las prioridades de inversión. En los últimos 30 años, el 71% de la inversión ferroviaria ha ido al AVE, y solo el 29% a cercanías, pero es que todavía es más fuerte, puesto que la mitad de este presupuesto en realidad nunca se ha ejecutado –explica Ferrandis- y cuando se hace se dedica a gastos banales y nunca, por ejemplo, a personal. Solo en València se necesitan al menos 50 maquinistas para evitar las cancelaciones". Según los cálculos de Compromís, entre el 2010 y el 2020, los diferentes Presupuestos Generales del Estado han destinado 3.400 millones de euros en la red de cercanías, pero de estos, solo se han ejecutado definitivamente 300.000. Un 0,009%.
A pesar de las peticiones de Público, ha estado imposible recoger la versión de Renfe para este artículo.
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