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Truco o callos: así reivindica Galicia la tradición celta del Halloween

El 'samaín' anunciaba el Año Nuevo de los celtas tras el fin de la época de cosechas y la llegada del invierno, antes de que la Iglesia cristianizara el calendario de fiestas paganas y lo convirtiera en el Día de Todos los Santos.

Un imagen de la edición del 2019 del Calloween de Monte Alto, en A Coruña.
Un imagen de la edición del 2019 del Calloween de Monte Alto, en A Coruña.

Mucho antes de que los bazares y supermercados físicos y virtuales de todo el país empezaran a vender y vender en España calabazas y disfraces de bruja, en Galicia ya se celebraba una festividad ancestral relacionada con el Día de los Difuntos y que ancla sus raíces en la tradición celta de conmemorar el final de la temporada de cosechas del verano y la llegada de la tenebrosa época invernal.

Se trata del samaín, el término gaélico que marca el año nuevo celta, una fiesta popular que el papa Gregorio convirtió en Día de Todos los Santos en el año 835 al objeto de cristianizar, al gusto de la Iglesia, el calendario de fiestas paganas.

Nada indica que en Galicia se celebrara masivamente el samaín -que en gaélico significa fin del verano- antes de que en España se conmemorara Halloween, derivado de la expresión inglesa All Hallows' Eve -madrugada de todos los santos-. Pero la tradición de recordar a los antepasados, que no a los santos católicos, acudiendo a los cementerios con collares y rosarios de castañas al cuello, se recuerda en la comunidad desde tiempo inmemorial.

"El samaín tiene que ver con las tradiciones y festividades agrarias que la Iglesia fue cristianizando y reconvirtiendo, pero que en Galicia entroncan con la tradición celta. Es importante que se recupere, aunque hoy en día está muy corrompida además por un consumismo exagerado", explica el escritor y editor lucense Miguel Anxo Fernán Vello.

El filósofo, historiador y arqueólogo Felipe Senén coincide en ese diagnóstico: "Halloween no es sino un nuevo carnaval otoñal concebido alrededor de la muerte, que incorpora ritos consumistas de iniciación destinados a conjurarla y que añade al miedo dosis cinematográficas de sustos e incluso de agresividad".

"Ahora estamos sometidos a la dictadura de los supermercados culturales, a un fenómeno de supermercantilización y aculturación, a una verdadera degradación cultural", explica el experto, quien critica además el proceso de "botellonización" que, a su juicio, está teniendo el fenómeno en los últimos tiempos. Como sucede con otras festividades como el San Xoán, que antes de ser fiesta cristiana en honor del apóstol de ese nombre celebraba entre las comunidades celtas la llegada del solsticio de verano.

Senén también lamenta que la explosión del bum comercial derivado de la celebración del Halloween apenas deje beneficios en Galicia. "El fenómeno no nos enriquece a nosotros, sino al gran bazar chino", concluye.

Lo cierto es que, salvando los años de restricciones por la pandemia, Halloween se ha convertido en un gran negocio, tanto para los comercios que se dedican a la venta de disfraces y complementos como para el ocio nocturno, para el que la jornada ya se ha convertido en una de las más importantes del año después de Nochevieja.

También es un gran negocio para el sector de los caramelos, golosinas y derivados, que este año espera aumentar sus ventas un 15%. "Algunas empresas del sector han duplicado sus ventas de productos de Halloween en los últimos cinco años", asegura la Asociación Española del Dulce, que afirma que en esta festividad se concentran en torno al 10% de todas las ventas anuales.

Cartel del Calloween 2021.
Cartel del Calloween 2021.

El bum de las ventas de caramelos y chocolates tiene que ver, claro, con las riadas de niños disfrazados que recorren las calles en la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre pidiendo golosinas al grito de "¡truco o trato!". Otra tradición medieval cristiana relacionada con el Día de los Difuntos, en cuya víspera los pobres, y especialmente los huérfanos, iban por las casas de las familias pudientes pidiendo limosnas a cambio del compromiso de rezar por sus muertos.

En torno a esa tradición, la Asociación de Vecinos y Comerciantes de Monte Alto, un populoso y dinámico barrio coruñés, lleva tres años organizando una llamativa alternativa a Halloween con la idea de acercar modernidad y tradición con humor y retranca. Se trata de Calloween, que ofrece en el Campo da Leña, una concurrida plaza del barrio, la ruta "truco o callos", para que los asistentes puedan degustar callos y productos "monster chef", como salchichas en forma de gusano y magdalenas sangrantes, entre música, conciertos y otras actividades.

Según el presidente de la asociación, José Luis Boado, la idea es integrar "a los actores sociales y culturales del barrio" en una tradición propia -enxebre es el término en gallego que él emplea- y que prevén ir adecuando a la tradición en ediciones venideras.

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