Este artículo se publicó hace 4 años.
Violencia obstétricaEmbarazos, partos y crianza en la segunda ola, ¿qué esperar?
Todo lo aprendido durante la primavera pasada, ¿puede ayudar a mitigar la incertidumbre los próximos meses?
Barcelona-
Dar a luz en pandemia, no poder estar acompañada durante el parto o confinarse con un recién nacido sin tener ninguna experiencia son episodios que ya sucedieron la pasada primavera y pueden volver a repetirse en los próximos meses.
Con todo lo aprendido en la mochila, la vocal de Comadronas del Col·legi Oficial d’Infermeres i Infermers de Barcelona (COIB), Noemí Obregón, asegura que "un error que no se debe repetir es privar a las mujeres de estar acompañadas de sus parejas", ya que, además de ser un derecho de la mujer, esta situación durante el parto aumenta la ansiedad y dificulta su desarrollo. Siguiendo una serie de precauciones sencillas, los centros "deben garantizar que toda mujer pueda estar acompañada de la persona que desee durante el parto y el ingreso hospitalario", mantiene. El "gran acierto" en primavera fue, según Obregón, acortar el tiempo de estancia hospitalaria al mínimo necesario, mejorando la coordinación con la atención primaria y simplificando los procesos administrativos. "La atención precoz al puerperio en el domicilio es una experiencia segura y con amplia tradición en otros países europeos" que hay que mantener y propiciar, añade.
Es evidente que ahora hay mucha más información, lo que para Obregón hace que "algunas medidas que en un principio eran muy restrictivas ahora se sabe que no son necesarias", unas medidas establecidas bajo el mando único del Gobierno central durante el estado de alarma. Por ello insiste en que la mujer puede estar acompañada en el parto, puede tener contacto inmediato con el recién nacido, no se tienen que separar y se puede realizar lactancia materna. Desde el Servei Català de la Salut aseguran que "en estos momentos sí que se permite la presencia de acompañantes" y que en breve estará lista la actualización del protocolo, que se podrá consultar en el Canal Salut.
De todo lo aprendido, las mayores recomendaciones de Obregón para las mujeres embarazadas son la mascarilla, el lavado de manos y la reducción de la vida social, "con una especial insistencia en limitar los contactos sociales no necesarios". En cuanto a la gestión del miedo al coronavirus, Obregón considera que, tanto en la primera ola como en esta, las embarazadas se han caracterizado por ser muy cuidadosas, y apunta que, más que miedo, lo que tienen es precaución, y están muy concienciadas en seguir las recomendaciones.
En el terreno práctico, otro de los efectos de la pandemia es que, si bien la atención no ha disminuido, esta se realiza "utilizando las herramientas de telesalud para sustituir determinadas visitas de control, con una modalidad virtual en vez de presencial". En cuanto al resto de visitas que requieren presencialidad, Obregón defiende que "se han mantenido con normalidad, ya que se han considerado siempre una atención prioritaria". Más adelante, sobre el momento del parto, la experta asegura que la atención está garantizada: "Las matronas siempre nos hemos caracterizado por estar cerca de las mujeres. En el parto es una cercanía incluso física, ya que en los momentos de dolor o en los que ellas necesitan notar que estamos cerca seguiremos estando ahí con actos tan sencillos como dar la mano o sentarnos a su lado". Es "evidente", agrega, que esta manera de proceder no cambiará, ya que es "intrínseco" a su profesión.
Desde otra perspectiva, la periodista y autora de Mamá desobediente, Esther Vivas, considera que la pandemia "ha puesto de manifiesto el ingente trabajo de cuidados que llevan a cabo las mujeres", en concreto las madres. En el terreno de la maternidad, en una sociedad "hostil a la experiencia materna, ya no era fácil, y en este contexto aún lo es menos", mantiene. A su juicio, la pandemia "ha acentuado algunas prácticas constitutivas de violencia en la atención al parto", en la medida en que se ha obligado a muchas mujeres a dar a luz solas, que se han separado de sus hijos al nacer y a las que se ha dificultado la lactancia "habiendo dado positivo o no", con prácticas contrarias a la evidencia científica y de la OMS de que una mujer, tenga covid o no, tiene derecho a estar acompañada, a no ser separada de su hijo al nacer y a poderlo amamantar.
"La covid no puede ser una excusa para justificar la violencia obstétrica, y el peligro es que en este contexto de crisis en el que se agudiza el miedo a lo que pueda suceder se dé un retroceso en la atención sanitaria al parto y a los derechos de las mujeres", asegura Vivas. La autora insta a "encender las luces de alerta", y señalar que, con covid o sin covid, las mujeres "siempre tienen derecho a decidir en su parto", y que hay que visualizar estas prácticas de violencia para poderlas erradicar.
En la agenda del feminismo
Según Vivas, es urgente que el movimiento feminista incorpore la maternidad a su agenda política, que reivindique los partos respetados y que no vea la maternidad "como una experiencia ajena, sino propia". Y agrega que el hecho de que el patriarcado haya "secuestrado" la maternidad y la haya "usado para el control de la mujer" no puede ser excusa para dar la espalda a las mujeres y madres, así que anima a que "el feminismo se apropie de la maternidad en clave de derechos". Por ejemplo, considera que cuando no se permite la entrada de la pareja en las visitas y en el parto se vulneran los derechos de la pareja y de la madre y, en la medida en que esta violencia forma parte de la atención al parto, esto permite que en el contexto de pandemia "se justifiquen" estas prácticas, que, en realidad, vulneran los derechos de las madres. "Es una vergüenza que puedas ir a un bar y sacarte la mascarilla, y que se te obligue, en las visitas del embarazo, a ir sola, e incluso a parir con mascarilla", critica Vivas, que lamenta que la violencia obstétrica está completamente aceptada en el imaginario colectivo.
Esther Vivas avisa de que estas prácticas "ya se daban antes de la crisis sanitaria", lo que pone de manifiesto la necesidad de entender el parto no como una patología, sino como un proceso natural que lo que necesita es tiempo y respeto, y entender que la mayoría de partos son normales y que medicalizarlos genera complicaciones. Contra la infantilización y la paternalización de la madre en el parto, recuerda: "La mujer es un sujeto activo con capacidad de decisión y derechos".
Una natalidad que va a menos
En el año 2019 registró la menor tasa de natalidad en España desde 1975, según el Instituto Nacional de Estadística, y hay un cierto consenso entre los expertos en que la pandemia del coronavirus aún reducirá más los nacimientos en este 2020, a falta de datos al cierre del año. En concreto, en Catalunya se registraron el año pasado 61.513 nacimientos, siendo la segunda comunidad autónoma con más recién nacidos después de los 69.106 de Andalucía. En el conjunto del Estado, los casi 360.000 nacimientos de 2019 pueden dar una cifra aproximada de los que se acabarán registrando en 2020, sobre todo teniendo en cuenta que los nacidos hasta noviembre fueron concebidos antes de que la pandemia llegase a España.
La experiencia de los que ya pasaron por esto
Alba y Rubén, con el parto durante la desescalada, recuerdan como "muy extrañas" las últimas visitas al especialista, al tener que cruzar una Barcelona desierta, además de que el padre debía esperar fuera del recinto. Alba, no obstante, asegura que el parto "fue muy bien" y que Rubén pudo incluso participar en él. Leo nació prematuro y, cuando a ella le dieron el alta pero no al bebé, la cosa se les complicó un poco más: mientras uno se quedaba con el pequeño, el otro "no podía estar por los pasillos, y las salas de espera estaban cerradas". Tampoco la calle era una opción: era la época de las franjas horarias, y los bares también estaban cerrados.
Ya en casa, la recomendación era no ver a nadie durante el primer mes, de modo que pasaron semanas en las que echaron de menos los valiosos consejos de las abuelas. Aquello también fue "un reto" para aprender a criar al pequeño. "Esta experiencia nos ha enseñado que las nuevas tecnologías y sobre todo las videollamadas pasarán a formar parte de nuestro día a día", añade Alba. Aunque celebra el esfuerzo de la sanidad catalana para adaptarse a la nueva situación, lamenta que los recursos disponibles "se han resentido", con la cancelación de cursos y encuentros muy útiles para madres primerizas. Explica que "la situación era dura y triste en algunos momentos", pero que, aunque hubiera querido abrazar a su familia, al final fue una cuestión de tiempo. Estar confinados sirvió a la pareja para "vivir al máximo" una de las experiencias más bonitas que hay, explican.
Con el nacimiento de su hija Agnès, a 15 días del confinamiento, Zaida y Pau, explican que se repartieron las tareas: por ejemplo, si Pau se encargaba de salir a comprar, ella lo hacía de cuidar a la niña, aunque en ningún momento tuvieron "ni un relevo ni ayudas externas". La niña llegó con un mes y medio de antelación y, cuando el confinamiento, les quedaban bastantes compras pendientes. Consideran que una de las dificultades fue la "falta de acompañamiento", sobre todo en la lactancia materna: "En este aspecto me sentí un poco sola", lamenta Zaida, ya que se redujeron las visitas y la mayoría eran telemáticas y con solo uno de los dos progenitores. En su caso, celebran haber podido hacer algunos trámites antes: "Avanzándose la niña, nos salvó un poco de muchas cosas".
Además, durante el confinamiento y después de reclamar mucha atención los primeros quince días, tuvieron "todo el tiempo" para ellos y la pequeña, si bien lamentan no haberlo podido compartir socialmente. Les queda la espinita de no haber podido aún socializar y que todo se vea "enrarecido", una situación que no podían imaginar al principio del embarazo.
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