TwitterEl precioso hilo que narra la historia del Nobel de literatura Kenzaburō Ōe y su hijo autista
En 1994 Kenzaburō Ōe se convirtió en el segundo japonés que había ganado el premio Nobel de literatura. Los académicos justificaron su decisión por "la fuerza poética con que ha creado un mundo imaginario, donde la vida y el mito se condensan en una imagen estremecedora de la situación del hombre en el mundo contemporáneo". Su hijo, Hikari Ōe, que padece autismo, ha formado parte de su obra desde que su nacimiento en 1963. Sobre él habla 'Una cuestión personal' (Anagrama, 2011) y también en la última de sus obras: 'La bella Annabel Lee' (Seix Barral, 2016).
Ahora, el tuitero Hombre Revenido ha resumido en un precioso hilo de Twitter la historia de Kenzaburō Ōe y su hijo que, pese a su discapacidad y su limitada coordinación física, ha llegado a convertirse en compositor y ha publicado dos discos.
"Con esas orejas vas a tener que estudiar mucho para poder casarte", fue el consejo realista que Kenzaburō recibió de su propia madre.
Después, la vida le depararía 4 o 5 momentos importantes.
Dejadme que os los cuente. pic.twitter.com/GyAdwyOyRC— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
El primero fue, por fuerza, el día en el que descubrió que iba a ser escritor.
Con 23 años ganó el prestigioso premio Akutagawa, por su relato "La presa".— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
A los 25 se casó con Yukari Itami, el amor de su vida.
En 1963 esperaban su primer hijo. Kenzaburō tenía entonces 28 años.— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Todo se complica.
El bebé nace con una hidrocefalia severa. Hay que extirparle un bulto enorme adherido a su cráneo.
La operación es a vida o muerte. pic.twitter.com/kL7LN3yC48— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
El pequeño Hikari sobrevive con secuelas irreversibles: Discapacidad intelectual, ceguera parcial, epilepsia y autismo.
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Por aquel entonces, Kenzaburō hace un viaje a Hiroshima, al epicentro mismo del horror.
Es la gente de allí la que acaba animándole a él, y no al revés.— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
El niño no habla, no se comunica, no tiene interés por nada, apenas se mueve.
Es una especie de flor preciosa (en palabras de sus padres) pic.twitter.com/QTUTaS4G0b— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Yukari y Kenzaburō analizan cada gesto. Buscan algo.
Un día descubren que el niño reacciona levemente al escuchar cantar a los pájaros.— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Le traen un montón de discos de trinos.
En ellos, se escucha el sonido de un ave y una locutora dice el nombre a continuación.
El niño se entusiasma. pic.twitter.com/jtvf3ojVnt— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Meses después, estando de de vacaciones, Kenzaburō sale a pasear con su hijo. pic.twitter.com/qr7no2eWzm
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
En el campo escuchan un gorjeo.
– Rascón – dice Hikari.
Lo es. Un rallus aquaticus
Su padre no da crédito. pic.twitter.com/oLyvGnAunx— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
El niño ha reconocido al pájaro gracias a uno de los discos y ha tenido el deseo de decir el nombre.
Es la primera vez que se comunica de forma verbal con su padre.— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Es capaz de reconocer y de imitar a cualquier pájaro. Y todos los días juega con sus padres a ese juego de adivinanzas en el que es imbatible.
Cuando descubre la música clásica vuelve a apasionarse. pic.twitter.com/hKRPzdckmW
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
A los 11 años empieza a recibir lecciones de piano como parte de su terapia.
Carece de coordinación física, toca con gran dificultad, sin embargo se concentra al máximo.— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Kumiko, su abnegada profesora, lo desafía a improvisar.
Le pide que apunte en una partitura lo que vaya tocando por su cuenta.— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Pasa el tiempo e Hikari le trae algo escrito.
La maestra lo toca, sonríe e imagina que es una transcripción de Mozart o Chopin.
Pero no. Es suyo. Es una composición propia.— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
El joven silencioso ha abierto su alma gracias a la música.
Empieza a ser un adulto capaz de expresarse y de aprender otros conceptos relacionándolos con la música. pic.twitter.com/jon0lj5WT5— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
El primer CD grabado por Hikari Ōe recopilaba 25 piezas cortas para piano.
Salió al mercado en 1992 y vendió 80.000 copiashttps://t.co/OgR6naNEo7 pic.twitter.com/jnBhf98Bdr— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
1. Sube la portada de un gran disco, no hace falta que digas por qué.
2. Nomina a 6…Este es el segundo disco. Si no me equivoco, vendió más todavía. pic.twitter.com/ANJnQHyPpd
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Aquí, Martha Argerich y el mítico Rostropóvich interpretan un de sus piezas cortas durante un concierto en Japón.https://t.co/TsqTlzcQeQ
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
En todo ese tiempo del crecimiento de Hikari, Kenzaburō Ōe escribió y escribió. Sobre Hiroshima, sobre la pérdida y la culpa, sobre el futuro, pero sobre todo sobre su hijo. pic.twitter.com/jQpP9KN3Js
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Todo este derroche de verdad le valió un viaje en el que tuvo que vestirse de gala para estrechar la mano de un rey sueco. pic.twitter.com/kYAEDODXta
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Porque en 1994, Kenzaburō Ōe recibió el premio Nobel de literatura. pic.twitter.com/yCjrEZL1WH
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Su hijo le observaba tímido entre el público pic.twitter.com/SPRf9JWIY8
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Cuatro años más tarde inmortaliza su historia en este libro.
En el que también brillan las acuarelas de su mujer, Yukari. pic.twitter.com/ObxF3v2wvk— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Y dentro de su sus vidas excepcionales, su mayor triunfo es que han alcanzado una compenetración y una complicidad maravillosa. pic.twitter.com/GWG4hOUdT4
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Y hoy en día, el jardín de la familia está repleto de casitas y comederos para pájaros.
Su canto es el recuerdo de aquel enorme descubrimiento.— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Porque todos, seamos como seamos, INCLUSO LOS TUITEROS, tenemos capacidades por descubrir, no siempre a la vista, a las que consagrarnos. pic.twitter.com/sgIkOdMFnz
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Hasta Kenzaburō Ōe consiguió casarse, a pesar de lo que se temía su madre. pic.twitter.com/qp817BcjWX
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Y acabo con este haiku de Borges:
Lejos un trino.
El ruiseñor no sabe
que te consuela.FIN pic.twitter.com/SfL42nBIuE
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
(Post Data:
Conozco la historia porque se la escuché hace poco a @sbernues
Su pasión al contarla fue muy inspiradora.
El efecto de una buena historia suele ser ese, salir corriendo a contarla.)— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Comentarios
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