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'Sexo en Nueva York'. Imagen: HBO
'Sexo en Nueva York'. Imagen: HBO
'Sexo en Nueva York'. Imagen: HBO
'Sexo en Nueva York'. Imagen: HBO

El legado de ‘Sexo en Nueva York’ en la era del empoderamiento femenino

Este 6 de junio se cumplen 25 años del estreno del primer capítulo de una de las series más comentadas de la televisión. El alto nivel de vida de sus protagonistas, la oda al amor romántico de Carrie Bradshaw y el hecho de que Incluso la propia autora del best seller en el que se basa haya puesto en duda que sea feminista, han hecho correr ríos de tinta. Aún así, ‘Sexo en Nueva York’ marco a toda una generación que ansiaba ver el placer femenino representado en la pantalla de su televisor.

Redacción UwU

Ya tocaba que las mujeres tomasen el mundo por asalto, rompiendo los esquemas que marcaba la literatura, el cine o la televisión sobre qué tenía que ser una mujer. El catálogo de HBO cuenta con series como Big Little Lies, Mare of Easttown, Euphoria, El cuento de la criada,  Girls o Podría destruirte en las que los personajes femeninos fuertes y poderosos han dado un paso hacia adelante. Lejos quedaron los papeles secundarios o de simples acompañantes, pero para llegar a ese punto, hemos tenido que emprender un viaje empoderador, que tuvo como punto de arranque una serie que capturó la esencia de este cambio. LA serie. Piensa en glamour, en mujeres audaces y en la ciudad que nunca duerme. Sí, estamos hablando de Sexo en Nueva York. La serie que puso a las mujeres al mando y aceleró hacia la liberación.

Hasta entonces a la compañía le había costado apostar por producciones con protagonismo femenino. Los altos ejecutivos consideraban que el pago de la suscripción dependía de un cabeza de familia con nombre de varón en la mayoría de los hogares, así que privilegiaron los contenidos dirigidos a los hombres. Aquella idea cayó por su propio peso con el estreno en 1996 de Si las paredes hablasen, una película de temática proabortista, que se convirtió en su proyecto más exitoso hasta el momento. Sin embargo, el fenómeno definitivo que vino a cambiarlo todo llegó dos años más tarde.

Sexo en Nueva York, que comenzó a emitirse en 1998 y se extendió hasta 2004, siempre será recordada por su audaz enfoque en la sexualidad femenina y su discurso emancipador. Es posible que, varias décadas después, algunas de sus tramas hayan quedado absolutamente desfasadas, pero lo cierto es que la serie trascendió los límites convencionales de su tiempo y, a su vez, se convirtió en un fenómeno cultural que continúa resonando en la era contemporánea del empoderamiento femenino. Esta ficción, que cuenta con millones de seguidores en todo el mundo, destacó por su representación de mujeres fuertes, independientes y exitosas en una época en que estas características eran raramente vistas en la televisión. En lugar de seguir los estereotipos femeninos de la época, Sexo en Nueva York se atrevió a presentar mujeres multifacéticas, con defectos y fortalezas, que desafiaban las normas sociales.

El Feminismo a través de los personajes

«No veo Sexo en Nueva York de la misma manera que los demás. No analizo cada detalle. Es una gran serie, muy divertida, pero era solo entretenimiento y nadie debería basar su vida en lo que se ve en televisión», dijo Candace Bushnell durante una entrevista con el medio ‘The New York Post’. La autora de las novelas en las que se basa la ficción de Sarah Jessica Parker está cansada de que se apliquen criterios actuales para una saga que escribió en 1997 y ha reconocido que no cree que tenga un fondo necesariamente reivindicativo.

La mayoría de los reproches se centran en Carrie Bradshaw, interpretada por Sarah Jessica Parker. Esta escritora de una columna semanal sobre relaciones de pareja y sexo para el periódico ficticio The New York Star es la narradora de la serie y, en muchos sentidos, el personaje central. Se debate constantemente entre su amor por Mr. Big, un financiero rico y distante, y su deseo de independencia y autonomía. «Terminar con Mr. Big no debería ser el objetivo. Buscar a un hombre no siempre es la mejor decisión económica a largo plazo para una mujer. Los hombres pueden ser muy peligrosos para las mujeres de diversas formas, y nunca hemos hablado de esto, pero es algo sobre lo que las mujeres deberían reflexionar: es más difícil llegar lejos [en la vida] cuando dependes de un hombre», defendió su propia creadora.

Carrie es intelectual, sofisticada y amante de la moda, con una debilidad particular por los zapatos Manolo Blahnik. Estas aficiones consumistas y su maravilloso apartamento en el Upper East Side de Nueva York hubiesen requerido que cobrase 1.000 dólares por palabra para sostener su tren de vida, en lugar de los cuatro que dice recibir en uno de los episodios. Problemas de finanzas personales y debilidades emocionales al margen, Bradshaw merece ser reivindicada. Aunque a menudo parece indecisa y emocionalmente dependiente de sus relaciones amorosas, también es profundamente reflexiva y capaz de introspección, a menudo cuestionándose a sí misma y a las normas sociales. En cambio, no podemos dejar de ver una necesidad compulsiva en el personaje de encadenar una relación sentimental con la siguiente. Puede que fuese salseo para la serie, pero lo cierto es que la dependencia emocional de Carrie es su gran talón de Aquiles.

Cada personaje principal en la serie ofrecía una perspectiva única sobre el feminismo y lo que significaba ser mujer en una sociedad dominada por hombres, aunque alguno de los arquetipos merecería una versión adaptada a la era post Me Too. El paso de los años ha hecho que las miremos con otra perspectiva y Vogue, en un artículo de 2017, proclamaba que actualmente la gran favorita de todas debería ser Miranda Hobbes. «Cynthia Nixon (1966) es a Sexo en Nueva York lo que Victoria Beckham a las Spice Girls. Nadie quiso ser ella cuando la serie de la HBO estuvo en antena –de hecho, la tildaban de seria, sosa y hasta a cascarrabias, y que tú te decantaras por ella en un mundo de Carries y Samanthas era sinónimo de ir a contracorriente–, pero los años la han puesto en su lugar», reza la pieza. La revista de moda y tendencias por antonomasia cataloga al personaje como «la feminista olvidada que merece redención», sobre todo por su firme creencia en que la mujer podía ser quien quisiera ser y su humor mordaz. Esta abogada de éxito en una firma de Manhattan representa a la profesional moderna que triunfa en un campo dominado por los hombres. Es práctica, franca y a veces cínica, pero también es increíblemente leal a sus amigas. A lo largo de la serie, Miranda lucha con el equilibrio entre su carrera y su vida personal, lo que incluye la dificultad de encontrar un hombre que no se sienta intimidado por su éxito.

Charlotte York (Kristin Davis) es su contrapunto, la más tradicional de las cuatro amigas. El personaje interpretado por Davis tiene una visión muy idealizada del amor y el matrimonio, lo que no quita que tenga también una legión de files. De hecho, bajo el hashtag #WokeCharlotte se agrupan cientos de memes que recogen situaciones en las cuales quien era supuestamente la más insulsa de las cuatro demuestra ser la más inteligente de todas. Al inicio de la serie, Charlotte trabaja en una galería de arte y sueña con casarse para formar una familia. A menudo parece naíf y demasiado optimista, pero su personaje evoluciona, especialmente cuando enfrenta problemas de fertilidad y cuando su primer matrimonio se desmorona. Estas experiencias hacen que pase de ser una mujer que define su valor a través de su relación con los hombres a ser alguien que encuentra satisfacción y valor en sí misma.

 

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El cuarteto se completa con la inolvidable Samantha Jones (Kim Cattrall). Cuando en 2003 Cattrall recogió su Globo de Oro por este papel, sus palabras sobre el escenario arrancaron una carcajada al auditorio: “No tenéis ni idea de con cuántos hombres he tenido que acostarme para conseguir este premio”. No mentía. Su personaje tuvo 42 parejas sexuales a lo largo de los 94 episodios que duró la serie. Samantha es una exitosa ejecutiva de relaciones públicas que está orgullosa de su sexualidad y no se disculpa por su estilo de vida liberado. A diferencia de sus amigas, Samantha no busca el amor o el matrimonio, sino que prefiere disfrutar del sexo sin compromiso. A veces, su actitud liberal queda retratada de forma casi caricaturesca y estereotipada, pero como defiende Cosmopolitan, sus lecciones sexuales para dummies fueron lo más interesante de la serie. Jones caminó para que Lena Dunham en Girls, Emma Mackey en Sex Education, o incluso Lola en Valeria  pudieran correr.  Además, Samantha también muestra vulnerabilidad a lo largo de esta ficción, especialmente cuando se enfrenta al cáncer de mama. Es, sin duda, el personaje más audaz y sin inhibiciones de la serie.

Sexo en Nueva York y las relaciones románticas

Sexo en Nueva York ha pasado a la historia de la televisión como la serie más realista y matizada de las relaciones modernas que se mostraban en su tiempo. Pese a esta fantasía, no deja de ser un producto cultural de finales de los 90 que reproduce cánones heteronormativos y los mitos del amor romántico que continuaban estando a la orden del día. Si la revisionamos, encontraremos escenas machistas, una representación de las minorías bastante reducida e incluso un consumo de la moda absolutamente insostenible en cualquier capítulo escogido al azar. Hoy, tanto las series como el cine estadounidense viven años en los que intentan corregir décadas de una narrativa que naufraga en los nuevos tiempos, pero eso no quita que las aventuras y desventuras en la Gran Manzana de estas cuatro amigas marcaron a varias generaciones de mujeres.

 

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Miranda, Charlotte y Samantha tuvieron muchas relaciones a lo largo de la serie, cada una de ellas única y diferente. La serie exploró temas como el amor, el desamor, el matrimonio, el divorcio, el sexo casual, el compromiso y la maternidad, todo ello sin alejarse nunca de la perspectiva de las mujeres. Carrie, con su eterna relación de tira y afloja con Mr. Big, mostró que el amor no siempre es fácil o sencillo, y que a veces puede ser complicado y confuso. Miranda, por otro lado, mostró que una mujer exitosa y ambiciosa puede tener una relación amorosa y satisfactoria sin comprometer sus ambiciones profesionales. La historia de Charlotte demostró que el matrimonio y la maternidad no son la única forma de realización para una mujer y que la felicidad puede encontrarse de muchas formas diferentes. Samantha, por último, desafió la idea tradicional de que las mujeres necesitan una relación o el matrimonio para ser felices, y mostró que una mujer puede ser perfectamente feliz y satisfecha viviendo la vida en sus propios términos. A través de todas estas relaciones y experiencias, Sexo en Nueva York presentó una visión de las relaciones románticas que era a la vez realista y relevante. Mostró que las mujeres pueden ser felices y satisfechas, tanto con una pareja como sin ella, y que no hay un único camino hacia la felicidad y la realización.

El legado de Sexo en Nueva Yok

Quizás la clave de que Sexo en Nueva York haya resistido al paso del tiempo, a pesar de sus torpezas, es que la trama de sus protagonistas no deja de ser un espejo en el que muchas mujeres aún se miran y ven reflejados sus fracasos sentimentales. La serie se adelantó a su tiempo, marcó un hito importante en la narrativa feminista y jugó un papel esencial en el cambio de la representación de la mujer en la televisión, convirtiéndose en un catalizador para otras series de televisión y películas centradas en personajes femeninos complejos y multidimensionales.

En la era del empoderamiento femenino, esta serie continúa siendo una fuente de inspiración y un punto de referencia para la representación de las mujeres en la televisión y el cine. Aunque no fue perfecta, la serie demostró que las mujeres pueden liderar historias interesantes, complejas y entretenidas sin ser relegadas a roles secundarios o estereotipados. A través de sus personajes, expuso como las mujeres pueden ser tanto fuertes como vulnerables y que la sexualidad femenina no es un tabú sino una parte integral de la vida de la mujer.

Sexo en Nueva York también tuvo un impacto significativo en la forma en que se discute y se percibe la sexualidad femenina en la sociedad. Al tratar abierta y honestamente temas como el sexo casual, la masturbación y la menopausia, ayudó a normalizar estas conversaciones y a romper tabúes. Más allá de la televisión, Sexo en Nueva York tuvo un efecto en la cultura popular y en el feminismo en general. Las mujeres de todo el mundo se identificaron con las luchas, las ambiciones y las experiencias de las protagonistas, y muchas encontraron en la serie un modelo a seguir o una inspiración para su propia emancipación.