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Cartel de 'Mano de Hierro', la nueva serie de Netflix.
Cartel de 'Mano de Hierro', la nueva serie de Netflix.
Equipo de 'Mano de Hierro' en el preestreno de la serie en Barcelona.
Equipo de 'Mano de Hierro' en el preestreno de la serie en Barcelona. Foto: Netflix.

‘Mano de Hierro’, la nueva serie que retrata la cara B del puerto de Barcelona

El puerto marítimo de la ciudad Condal sirve de telón de fondo del nuevo thriller de acción de Lluís Quílez (‘Bajocero’), que llega a Netflix este 15 de marzo y en el que el narcotráfico y las relaciones familiares se convierten en los pilares de la trama.

Aurora Muñoz / Laura Cuesta

Pensar en historias que tienen lugar en puertos marítimos y hablan de contrabando pasa por recordar The Wire. La mítica serie escrita y producida por el periodista David Simon y ambientada en el Baltimore de los años 90, dedica toda su segunda temporada a los estibadores del puerto de la ciudad más poblada del estado de Maryland. Allí, algunos de los trabajadores han aceptado sobornos de una red de contrabando para transportar sin control algunos de los contenedores. Todo a cambio de dinero rápido e instantáneo, algo que los operarios echan en falta debido a la falta de trabajo y el aumento de la pobreza que atraviesa el sector desde hace unos años. 

Frank Sobotka (Chris Bauer), líder sindical del puerto, y su sobrino Nick (Pablo Schreiber) son las caras visibles de esta historia. Ninguno de los dos sabe que la organización criminal con la que colaboran está traficando con mujeres. Decenas de víctimas de una red de trata de blancas para su explotación sexual son transportadas a través del muelle de Baltimore con su beneplácito.

Simon consiguió mostrar la delincuencia que azota los puertos gracias a una profunda investigación. Pasó varios años documentándose a través de entrevistas con la policía, funcionarios portuarios, trabajadores y personas involucradas en las actividades ilegales que sacuden los muelles. De la misma manera que el director estadounidense capturó los detalles y la complejidad del mundo criminal en el puerto de Baltimore, Lluís Quílez trata de hacerlo con el puerto barcelonés en Mano de Hierro

¿De qué va ‘Mano de hierro’?

En este thriller de acción, que llega a Netflix este 15 de marzo, el director cuenta la historia de Joaquín Manchado (Eduard Fernández), propietario de la principal terminal del puerto marítimo de Barcelona. Este lugar recibe casi 6.000 contenedores al día que, en un solo año, pueden ocultar más de 30.000 kg de cocaína. Si alguien quiere usar el puerto para transportar una carga ilegal debe contar con la colaboración de Machado y con el apoyo de toda la red criminal que se ha conformado a su alrededor. 

La primera gran producción de Quílez fue Bajocero, película que también estrenó en Netflix y que se convirtió en todo un éxito. En 2021, el largometraje debutó como número 1 en la plataforma a nivel mundial. Su trabajo como director se ha ido cocinando a fuego lento. En 2017, su cortometraje Graffiti llegó a ser finalista en los Oscar formando parte de la selecta shortlist, que destaca los diez trabajos más importantes del año a nivel.

Pese a los paralelismos con la trama creada por David Simon a principios de siglo, para hacer Mano de Hierro, Quílez no contó con su influencia. “No he visto la segunda temporada de The Wire, reconoce el director en una entrevista a UwU. Lejos de una narrativa centrada únicamente en la criminalidad del muelle catalán, en Mano de Hierro encontramos una radiografía de las relaciones familiares, la venganza y la ambición.

Una historia familiar

El reparto principal de la serie está compuesto por Eduard Fernández, Chino Darín, Jaime Lorente, Natalia de Molina, Sergi López y Enric Auquer. Todos ellos forman parte del pilar que vertebra estos 8 capítulos producidos por The Mediapro Studio: la familia. 

“La motivación más profunda para hacer esta serie era hablar de la familia. Para mí, las relaciones familiares son el gran tema y el esqueleto de toda la trama”, explica Quílez. Para el director, toda la red de contrabando y narcotráfico que sostiene la serie es solo una excusa para hablar de esta entidad. “Lo importante es ver cómo una familia se hace fuerte en un lugar, se arraiga y cómo son sus relaciones cuando controlan un negocio”.

De Molina, que interpreta a Rocío Machado, hija del protagonista, confirma la tesis. “La familia es lo que mueve a todos los personajes. También creo que es lo que puede conectar más con el público, porque todos tenemos una. Todos sabemos que las relaciones familiares dan para muchas historias”.

Como David Simon, el director catalán hizo una gran investigación para poner en pie la trama, que en parte se inspira en casos reales que han saltado a la prensa en los últimos años. “Ha habido casos muy mediáticos que han ocurrido en los puertos españoles. La serie está inspirada en ellos, pero no se basa en un hecho concreto. No es una historia llevada a la pantalla, sino un puzzle de varias”, sostiene.

Uno de los casos más populares de la zona es el del “virrey del puerto de Barcelona”. José Mestre Fernández (nombre real), quien ocupaba el cargo de director general de una de las dos terminales de contenedores del puerto catalán, fue detenido en 2010 por su participación en el desembarco de un alijo de 202 kilos de cocaína en estas instalaciones. La Policía consideró entonces que a cambio de permitir la entrada de droga, el llamado virrey cobraba un 30% del valor de la mercancía. Es solo uno de los muchos protagonistas reales implicados en la ilegalidad de este lugar de los últimos años.

La cara B de Barcelona

La serie se ambienta en el puerto y otros lugares emblemáticos de Barcelona, pero el tratamiento del entorno queda lejos de florituras y envoltorios. “Desde hace unos años se ha puesto el foco en una Barcelona más limpia, más turística, más bonita, pero no en esta Barcelona más cruda que yo sabía que también estaba ahí”, reconoce el director barcelonés. 

El propio reparto aprendió de este escenario sombrío durante el rodaje. “Cuando pensaba en el puerto siempre se me venía a la cabeza el turismo y no tanto el trabajo que allí podía hacerse. Para mí ha sido comprender la cara B de Barcelona que no conocía”, reconoce De Molina. Su compañero Darín coincide en que lo que se muestra en la serie es quizá la parte menos conocida de la ciudad Condal. “Esta especie de lado oculto es el ambiente en el que se mueven nuestros personajes. El puerto tenía cruceros y había turismo, pero nuestra atención estaba en otro sitio, mostrando la parte más sombría de esa realidad”.

Quílez no ha querido jugar con el cartón piedra para representar a la Barcelona de Mano de Hierro y en la serie todos los escenarios son palpables. “No hay ni un solo decorado, todo son localizaciones reales. Eso es algo que complica muchísimo la producción, pero que a la vez también le da mucha verdad al proyecto”, explica el director. 

Decenas de series y de películas han dejado constancia de que las redes de contrabando se mueven en Algeciras y Galicia, como El Niño, Fariña o La Línea: La sombra del narco. Pero los cárteles también se mueven en otros escenarios que han sido utilizados en muchas menos producciones. “El narcotráfico está en los grandes puertos, sean donde sean. En Barcelona también”, sentencia Fernández. Solo en enero de 2023, la Guardia Civil intervino más de una tonelada de cocaína en este puerto camuflados en un cargamento de cacao.

El microcosmos del puerto

Dentro de la capital de Catalunya, la serie de Quílez pone su foco entre los contenedores marítimos, que casi son un protagonista más en toda la historia. “Los puertos son un universo en sí mismo. Es un lugar cerrado, donde no todo el mundo puede acceder, con sus propios trabajadores y donde pasan muchas cosas. Me di cuenta de que todo eso era un tejido muy interesante para construir historias”, señala el director.

Entre el mar y ese mercado sumergido, los protagonistas tratarán de sobrevivir en un espacio masculinizado. “En el puerto hay mucho machismo”, desliza Fernández. De Molina, quien interpreta a su hija en la ficción, es la que principalmente debe enfrentarse a este escenario. “Cuando estuvimos allí rodando no vi a ninguna mujer. Me gusta que mi personaje forme parte del lugar y sea clave en la historia”, recuerda la actriz. “En este ambiente tan masculino todos se dejan llevar por la visceralidad y tienen poca cabeza. Ella intenta traer el raciocinio a estos personajes sin dejar a un lado su ambición por el poder”.

En Mano de Hierro, todo esto se mezcla con la acción. “Rodar una serie de acción es agotador. El público ve un personaje corriendo para tratar de alcanzar a otro en una secuencia de 30 segundos. En rodaje, eso a lo mejor implica estar tres días repitiendo ese sprint desde las 10 de la mañana hasta las 4 de la tarde. En este me llevé un par de achaques”, recuerda Darín. Y a la acción se suma la tensión propia del thriller, género que Quílez conoce bien por trabajos anteriores, como su segundo cortometraje Avatar. “Es un género que siempre he sentido como un vehículo muy natural para contar las historias que me interesaban”, reconoce. 

Esta forma de narrar consigue cautivar a millones de espectadores en todo el mundo, aunque la razón detrás del gusto al suspense sigue siendo difícil de encontrar. Darín lo achaca a la pura curiosidad. “Hay algo de morbo de lo prohibido. Nos atrae la parte más oscura de la sociedad”, sostiene el argentino.