El curioso pueblo extremeño de los murales

A las puertas del Parque Nacional de Monfragüe y en plena ribera del Tajo, visitamos uno de los pueblos de moda en Cáceres. Una localidad cubierta de murales en fachadas y puertas que configuran una de las rutas artísticas más sugerentes de España.

Porque hace tiempo que el grafiti y el arte urbano no son patrimonio exclusivo de las grandes capitales. Solo hace falta darse una vuelta por las calles de Romangordo para comprobar que en nuestros pueblos también se respira mucho arte. 

Romangordo pinta nuestra historia 

Romangordo - Fuente: Ayuntamiento de Romangordo
Romangordo – Fuente: Ayuntamiento de Romangordo

“Mira, bajo ese puente aprendí a nadar. Y en ese camino que lleva a la fuente di mis primeras pedaladas. En aquel bosque jugábamos al escondite. Y aquí nos sentábamos a la fresca a escuchar las historias de los mayores”. Seguro que algo parecido a eso habrás explicado a alguno de tus hijos cuando lo llevaste a tu pueblo, a donde naciste o a donde pasabas las vacaciones de verano

Pero, aunque te escuche de forma más o menos atenta, no va a poder captar tu memoria tal y como te gustaría, ni acunarse en la nostalgia como tú lo haces cuando hueles una vez más el aroma de tu infancia. “Muy bien, muy random… ¿Me dejas el móvil que tengo una partida de Garten of Banban en standby?”. 

Para facilitar el proceso de ambientación a los más jóvenes, sacar una lagrimilla a los mayores y entusiasmar a los instagrammers del postureo rural, Romangordo ha llenado de murales las fachadas, las paredes y las puertas de sus calles y viviendas. Una exposición artística al aire libre que conjuga historia, etnografía, costumbrismo y muchos recuerdos.  

Porque de eso se trata, al fin y al cabo, de pintar nuestra historia, nuestra memoria. Cierto que no es el primer pueblo (ni será el último) que opta por un cambio de cara estético para echar el anzuelo al turista. Lo hacen en Marruecos y Honduras, en Gambia y Australia. ¿Por qué no en Cáceres? 

Trampotojos en Campo Arañuelo 

Romangordo - Fuente: Ayuntamiento de Romangordo
Romangordo – Fuente: Ayuntamiento de Romangordo

Fue en 2016 cuando el Ayuntamiento de Romangordo adecentó una zona del pueblo con un mural que representaba una escena cotidiana protagonizada por un burro. Y aunque el burro más famoso de nuestro imaginario rural creció un poco más al sur, este animal siempre despierta en nosotros una irresistible empatía, sea donde sea. El “rincón del burro romangordeño” se convierte así en símbolo de la historia del pueblo. Y la “bombilla” se iluminó, por supuesto: ¿y si…? 

Desde entonces, los trampantojos comenzaron a llenar las paredes de las calles del pueblo, así como las puertas de las viviendas, configurando una ruta que ya es el principal imán de la localidad para al turista rural.

Romangordo - Fuente: Depositphotos
Romangordo – Fuente: Depositphotos

Un mapa diseñado por el Ayuntamiento nos permite seguir las diferentes propuestas de los artistas, aunque teniendo en cuenta que se trata de una localidad de algo menos de 250 personas, no hay pérdida: el arte está allá dónde mires. 

Y la estética dominante de esta exposición urbana es el denominado trampantojo: esta ilusión visual que nos hace creer que estamos viendo una escena real en tres dimensiones, cuando es “tan solo” un mural; que nos hace creer que hemos viajado atrás en el tiempo, cuando seguimos presentes en la era de YouTube y compañía.  

Oficios y costumbres de Romangordo 

Romangordo - Fuente: Ayuntamiento de Romangordo
Romangordo – Fuente: Ayuntamiento de Romangordo

Y ese es el aspecto más destacable de la propuesta artística romangordeña: ofrecer al visitante un compendio visual de los oficios y las costumbres tradicionales de un pequeño pueblo cacereño. Hace solo seis décadas, la localidad no era “tan pequeña” puesto que sumaba tres veces más población que en la actualidad: casi 800 habitantes

En las puertas del pueblo vemos aguadoras, herreros, molineros, pastores, sastres, barberos, queseros, hortelanos, granjeros y hasta telefonistas. Tampoco faltan las escenas de la farmacia, la escuela o la dehesa que rodea el pueblo. Y los niños saltando a la comba o jugando en las “canchas” de la plaza, antes de que llegaran los toboganes al parque infantil. 

Otros murales incluyen mensajes que nos hablan de los emigrantes que se fueron del pueblo “marchando por el Camino del Palomar” o los actuales turistas que son seducidos para quedarse en el pueblo porque “Romangordo ya está en nuestro imaginario”. 

Romangordo más allá de sus murales 

Romangordo - Fuente: Ayuntamiento de Romangordo
Plaza de España en Romangordo – Fuente: Ayuntamiento de Romangordo

El arte urbano romangordeño debe ser más que un eficaz anzuelo turístico y un recuerdo nostálgico de su espléndido pasado de más de diez siglos, cuando se fundó como Majadat al-Balat en época árabe. Además de fotos con entrañables burros pintados, debemos buscar también la tercera dimensión de la historia y el presente del pueblo.  

Por ejemplo, asistiendo a la celebración de la XVIII Ruta de los Ingleses que se celebra el segundo fin de semana de mayo. Una fiesta en recuerdo del histórico episodio del combate de Almaraz durante la guerra de Independencia española, cuando se destruyó el puente de pontones que facilitaba el cruce del Tajo. La Ruta de los Ingleses que te lleva al Fuerte Napoleón es una buena forma de recordar este hecho.  

La iglesia de Santa Catalina del siglo XV, el (reconstruido) Puente de Albalat sobre el Tajo o el yacimiento de Majadat al-Balat también forman parte del patrimonio cultural de Romangordo y su entorno. Un pueblo que ha sabido pintar su historia añadiendo ilusiones a nuestros recuerdos, pintando con murales nuestra nostalgia. 

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.