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Sindicalista por la gracia de Franco

La dictadura hizo obligatoria la afiliación, al mismo tiempo que prohibió las centrales libres

BELÉN CARREÑO

'La organización sindical de Falange Española Tradicionalista y de las JONS es la única reconocida con personalidad suficiente por el Estado, quien no admitirá la existencia de ninguna otra con fines análogos o similares'. Este es el párrafo principal con el que la Ley de Unidad Sindical, promulgada durante el franquismo, puso en práctica una paradoja laboral durante la dictadura: el sindicalismo pasó a ser tan importante que era obligatorio, pero para preservar su pureza, se reservó su legitimidad a lo que a la postre se llamó la Organización Sindical Española (OSE).

La puesta en marcha de este sindicato vertical (en el que se integraban por igual la patronal y los trabajadores) se desarrolló con la fuerza de una apisonadora.

El Estado prohibió los dos únicos sindicatos con presencia significativa en España, UGT (vinculado al partido socialista) y CNT (anarquista). Ambos sindicatos pasaron al exilio y crearon comités ejecutivos en la clandestinidad.

Desde 1944 hasta 1972, UGT celebrará 12 congresos en el exilio (precisamente ayer arrancó el 40º congreso del sindicato). Además, entre 1945 y 1953, fueron detenidas y encarceladas cinco comisiones ejecutivas de UGT, donde destaca la muerte del dirigente Tomás Centeno.

Parejo al crecimiento de la OSE y a la eliminación de los dos sindicatos libres, el franquismo llevó a cabo un proceso de incautación de bienes sindicales que arrancó en 1939. El entonces abultado patrimonio de CNT y UGT pasó a las arcas del sindicato único, pero también sirvió para acoger sedes ministeriales, en especial, las referidas al Ministerio de Trabajo.

La diseminación del patrimonio expropiado ha mantenido el contencioso legal de los dos sindicatos con el Estado hasta el año pasado, cuando el Gobierno dio por cerrada la devolución del patrimonio histórico a las dos entidades.

En la mayoría de los casos, la indemnización ha sido dineraria, ya que muchos inmuebles se han convertido en oficinas del Inem o sedes sociales en numerosos pueblos.

No obstante, el patrimonio acumulado por la OSE no correspondía solo al que en su día ostentaron UGT y CNT. El sindicato único compró también bienes inmuebles con las cotizaciones obligatorias que aportaron los trabajadores españoles durante los casi 40 años de franquismo. Este patrimonio se repartió ya en democracia con CCOO. Este joven sindicato se forjó a principios de la década de 1960, en plena dictadura, al calor de la tenacidad de la clase obrera por seguir luchando por sus libertades.

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