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Un viaje surrealista

Un viaje por Portlligat, Púbol y Figueres siguiendo los pasos de Dalí. Tres lugares en los que aún permanece viva la huella del genial artista.

Esperanza Moreno

Para seguir los pasos de Dalí, hay que viajar al Empordà, en la Costa Brava, y emprender el mismo viaje que él recorrió en vida. Un itinerario que comienza en Portlligat, pasa por Púbol y concluye en Figueres, los tres emblemáticos lugares que condensan su existencia y su obra. La huella surrealista de este genial artista aún permanece viva en ellos. Al norte de Cadaqués, el pueblo donde el pintor pasó largas temporadas durante su infancia y juventud, una pequeña carretera lleva a Portlligat, el primero de los tres destinos de la ruta daliniana.

Atraído por la luz, el paisaje y el aislamiento del cabo de Creus encontró en este lugar su refugio y junto a la bahía fue levantando su casa, su auténtico hogar. Recorrer el conjunto de viviendas de pescadores que la conforman es penetrar en una laberíntica estructura que se retuerce en una sucesión de pequeños espacios encadenados por pasos estrechos, pequeños desniveles y caminos sin salida donde se conservan muebles antiguos, recuerdos y objetos relacionados con su actividad artística. Aquí vivió y trabajó habitualmente hasta que en 1982, con la muerte de Gala, fijó su residencia en el castillo de Púbol.

En el interior de la comarca del Empordà, el castillo de Púbol respira romanticismo por los cuatro costados y relata el desbordante esfuerzo creativo que puso el artista pensando en una persona, Gala. Fue el refugio que Dalí regaló a su amada para su retiro y descanso y el lugar donde hoy, precisamente, reposan los restos de ella. Un paseo por la construcción medieval, que se remonta al siglo XI, descubre el universo de esta pareja singular: las estancias privadas de la musa, la colección de trajes de alta costura que se guarda en el desván o las grandes esculturas de elefantes que decoran el afrancesado jardín.

Allí donde vino a nacer y a morir Dalí, en Figueres, el Teatro-Museo Dalí, una construcción del siglo XIX destruida al final de la Guerra Civil, cierra el triángulo daliniano. '¿Dónde si no en mi ciudad ha de perdurar lo más extravagante y sólido de mi obra, dónde si no?', diría el pintor. Y es que el museo es una obra de arte en sí misma, el mayor objeto surrealista del mundo. Ideado por Dalí, reúne más de 1.500 piezas de su trayectoria, desde sus primeras experiencias artísticas hasta las obras de los últimos años de su vida; un conjunto que sumerge al visitante en un mundo cautivador y único. Entre todas ellas sobresalen algunas como el Cadillac lluvioso, Galatea de las esferas, El espectro del sex-appeal, la sala Mae West, la sala Palacio del Viento o el monumento a Francesc Pujols. El mismo centro del museo lo ocupa la cripta con su tumba, junto a una colección de joyas de oro y piedras preciosas diseñadas por el artista.

Muchos otros escenarios del Empordà llevan marcada la huella de Dalí: en Figueres, la calle Monturiol y la plaza de la Palmera, donde nació y vivió, también la iglesia de Sant Pere, en la que fue bautizado, o la Torre Galatea; en Cadaqués, la casa de verano de los Dalí o la de los Pitxot; y ya cerca de Girona, el santuario de Els Angels, donde se casó con Gala. Todas ellas estaciones de un viaje fascinante por el universo de Salvador Dalí.


Fundación Gala-Salvador Dalí
www.salvador-dali.org
Casa-Museo Salvador Dalí de Portlligat (Cadaqués)

Casa museo Castillo Gala Dalí de Púbol (La Pera)

Teatro-Museo Dalí de Figueres






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