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El escudo de Zapatero que vino del felipismo

Objetivo número uno del PP gracias al caso Faisán', el vicepresidente primero ha llevado a ETA a la situación de mayor debilidad de su historia

JUANMA ROMERO

Va otra de Amaral: El universo sobre mí. Y dice esto: 'Una broma del destino, / una melodía acelerada / en una canción que nunca acaba'. Pocas dudas ya: las letras de Amaral, que Alfredo Pérez Rubalcaba canta 'en la ducha', son una mina para leer, o intuir, qué le pasa al PSOE. Y qué le pasa a él. Porque si hay una canción que no ha concluido aún y una partitura que empezó a sonar cada vez más deprisa en los últimos meses, es la de la sucesión de José Luis Rodríguez Zapatero. La música ahora no dejará de oírse y en ella el vicepresidente primero del Gobierno no es un compás cualquiera.

Amaral también sabe a PP. Ignacio Gil Lázaro, el diputado que toca sin cesar el soniquete del caso Faisán cada miércoles en el Congreso, volvió sobre él el 23 de marzo, cuando Rubalcaba regresó a la sesión de control tras su baja por infección urinaria. Fue entonces cuando el hombre de hierro del Ejecutivo le reprochó su afán cansino por el mismo tema: '¿Qué haría usted si mí y sin el caso? Me recuerda a la canción Sin ti no soy nada de Amaral'. El Grupo Socialista aplaudió a rabiar, se felicitó del punch de un vicepresidente al que muchos situaban como el inevitable candidato a presidente.

Pero el camino, si decide recorrerlo, no será tan rápido. No habrá coronación inmediata. Y menos con presiones extramuros del partido.

Apostó por José Bono pero enseguida fue repescado por Zapatero hasta llegar a lo más alto

Claro que ayer, como en los últimos meses, al igual que sucedió el pasado 20 de octubre cuando Zapatero le otorgó más poder que ningún otro ministro de la democracia para resucitar al Gobierno, todas las expectativas se volcaron en él y en Carme Chacón. Ahora Rubalcaba (Solares, Cantabria, 28 de julio de 1951), tiene más cerca que nunca la gloria tras ascender, peldaño a peldaño, por la escalera de la política durante 29 años.

Su currículum empieza tras la llegada de Felipe González a la Moncloa. Encadena la dirección del Gabinete Técnico de la Secretaría de Estado de Universidades e Investigación (1982-85), la Dirección General de Enseñanza Universitaria (1985-86), la Secretaría General de Educación (1986-88) y la Secretaría de Estado de Educación (1988-92).

Estaba llamado a ser ministro de Educación. Y así fue. De 1992 a 1993. En ese año cerró su paso por el área en la que más ha disfrutado, en la que, como coinciden sus colaboradores más cercanos, se sintió 'más cómodo y feliz'. Y recuerdan que Rubalcaba vino de ese mundo, de la docencia. Doctor en Ciencias Químicas, fue profesor titular de Química Orgánica en varias universidades.

Arreciaron después las turbulencias. Los tiempos en que, como ministro de la Presidencia (1993-1996), le tocaba defender a un Gobierno acorralado por los GAL y la corrupción. Tras la derrota de González, se integró en la Ejecutiva del PSOE en 1997. Tres años más tarde, en el 35º Congreso del partido, apostó por el caballo perdedor, por José Bono. Pero Zapatero lo llamó enseguida a su lado. Urdió el Pacto Antiterrorista, llevó las riendas del Comité Electoral en aquella campaña del 'España no se merece un Gobierno que mienta', la sentencia que ha vuelto a tirarle con saña el PP esta semana por los papeles de ETA.

Porque ETA, acabar con ETA, ha sido su obsesión en los últimos cinco años. Tras su fugaz paso por la tarea de portavoz en el Congreso (2004-2006), el presidente le aupó a Interior para que pilotase el proceso de paz, del que Rubalcaba confesó esta semana que se sintió 'orgulloso'. Fracasado el diálogo, blasonó el acoso policial con la banda, que ha acabado con 424 detenciones de etarras desde la ruptura del alto el fuego. Hoy ETA está más débil que nunca.

Fernández Vara dijo de él que puede encarnar el presente, pero no 'el futuro del PSOE'

Los últimos meses no han sido nada fáciles. En cuanto el PP olió que el rival de Rajoy en 2012 podría ser el vicepresidente, orquestó la estrategia de fuego continuo contra él. Sobre todo por el Faisán, el presunto chivatazo a ETA en 2006 que apunta a la cúpula de Interior. El desgaste no ha tocado aún la valoración ciudadana que le conceden los sondeos. Las encuestas le quieren, y mucho.

'Es inteligente, con mucha intuición. Tiene el Estado en su cabeza. Le dedica todas las horas del mundo a su trabajo', decía ayer una compañera suya del Consejo de Ministros. En el partido, un joven dirigente de confesado sello rubalcabista destacaba su capacidad dialéctica y de comunicación, 'su experiencia, su seguridad y su talante menos zigzagueante que el de Zapatero'. No obstante, concedía que, como afirmó días atrás el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, en la edición web de la revista Vanity Fair, el vicepresidente puede encarnar 'el presente, pero no el futuro' del PSOE.

En su círculo más cercano, proliferan los elogios: 'Es una persona cercana, incansable, muy segura de sí misma, rápida. Es un político puro. Una persona leal al partido'. 'Nunca pierde el control de la situación', sin resultar 'maquiavélico' y calculador, arguye un estrecho colaborador.

En 2008, no quería seguir en Interior. Zapatero le presionó. Dijo sí 'por responsabilidad', dicen los suyos. Y ahora, ¿haría todo lo que le pidiera el partido? Fuentes de su entorno contestan dejando la puerta abierta: 'Él siempre dice que el partido le ha dado mucho y que él ha dado mucho al partido'. O sea: 'Si el partido le pide que puje por la sucesión, lo hará', aclara un dirigente territorial. Entonces, ¿ahora qué?

Personal // Está casado con Pilar Goya. No tienen hijos. Últimamente trabaja mucho la lectura de novela negra. Es devoto del Real Madrid y experto en atletismo. Logró la marca de los 10,8” en el preolímpico de 1968 en los 100 metros lisos.

Política // Se afilió al PSOE en 1974. Ha ocupado todos las esquinas del poder desde 1982. Diputado desde 1993, apoyó a José Bono en la lucha del 35º Congreso, en julio de 2000.

Opinión pública // Desde 2009, es el ministro con mejor nota del Ejecutivo. El último sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el barómetro de enero de 2011, le dio un 5,32

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